Luz de cruce

La responsabilidad de Ione Belarra

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra
La responsabilidad de Ione Belarra
Europa Press

1) Me repugna la idea de "culpa colectiva". La culpa –jurídica, política o moral- solo puede residenciarse en una persona con su capacidad de obrar intacta. La cuestión, sin embargo, da un giro de 180º cuando nos enfrentamos al problema de la "responsabilidad". A esta última podemos atribuirle, en numerosos casos, la naturaleza de "solidaria", aun en los supuestos en los que el responsable está exento de toda culpa (la responsabilidad sin culpa propia es una responsabilidad objetiva). La responsabilidad colectiva debe arrodillarse delante de intereses prevalentes y legítimos que exigen una protección jurídica reforzada. Naturalmente, la responsabilidad solidaria demanda la existencia previa de una comunidad integrada por los potenciales responsables.

Voy a meter mano a mi querida Constitución. Su artículo 108 dice: “El Gobierno responde solidariamente en su gestión política ante el Congreso de los Diputados”. Sin menoscabo de la responsabilidad, directa e individual, de cada ministro respecto a los asuntos que gestiona en exclusiva (artículo 98.2 CE). La Ley del Gobierno (1997) desarrolla las previsiones constitucionales sobre la organización y las funciones del Ejecutivo, aunque elude, en su texto articulado, la cuestión de la responsabilidad solidaria de los ministros. De forma misteriosa, esa responsabilidad solo aparece en la Exposición de Motivos de la Ley y, además, lo hace como una consecuencia obligada del “principio de colegialidad” del Gobierno. Compare el lector la ambigüedad calculada de 1997 con la precisión a cara descubierta que establecía la Constitución republicana de 1931 (artículo 91): “Los miembros del Consejo responden ante el Congreso solidariamente de la política del Gobierno, e individualmente de su propia gestión ministerial”.

Pese a la indefinición del legislador ordinario, creo que la Constitución de 1978 va un paso más allá de su homónima republicana. Su artículo 98.1 habla del “Gobierno” (al que pertenecen los titulares de los departamentos ministeriales), no del “Consejo de Ministros”. Luego la responsabilidad solidaria de los miembros del Gobierno traspasa el ámbito de los acuerdos adoptados por el Consejo y vincula internamente a los jefes de cada departamento, con independencia del autor individual de la decisión controvertida. Esta interpretación se adapta mejor al teórico sistema parlamentario actual de nuestro sistema político, en el que, también en teoría, el jefe del Estado carece de facultades ejecutivas. Asimismo, la solidaridad, entendida de esta manera, refuerza, también lamentablemente solo en teoría, la unidad del Ejecutivo e impide las divisiones internas. En mi opinión, las continuas desavenencias entre las dos supuestas “alas” del Gobierno son escandalosas y desobedecen frontalmente nuestro ordenamiento jurídico.

2) Por iniciativa del presidente del Gobierno o al menos con su autorización, 800 menores africanos que en mayo entraron ilegalmente en Ceuta están siendo entregados al déspota que reina en Marruecos. Presto al quite, a nuestro implacable ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, no le ha temblado el pulso al desenvainar el puñal del godo. Hay indicios razonables de que su entrega a plazos, 15 a 15, de esos chavales indefensos a Rabat ha sido ejecutada por la vía de los hechos, al margen del Derecho de gentes y sin la incoación de un procedimiento tasado que habría permitido la defensa de los menores. No es la primera vez que el PSOE desvela a la vista de todos su concepción de los derechos humanos. Como diría Aznar (nuestras derechas tampoco son mancas), “teníamos un problema y lo hemos resuelto”. En resumen: los chavales como moneda de cambio para fumar la pipa de la paz con el malvado alauí. Por enésima vez y hasta la próxima…No se me escapan los intereses de España al sur del Estrecho. Pero no debemos gestionarlos como lo hacían los hijos de Moctezuma.

Como era de esperar, la ministra más afectada por la brutalidad de Marlaska (con la “k” de “kapo”) se ha llamado andana. Ione Belarra, la titular de Asuntos Sociales no para: cartitas recriminatorias a don Fernando, intervenciones mediáticas de sus principales colaboradores, y esa carita de virgen inmaculada de Murillo incapaz de romper una lanza a favor de nadie o de algo que no sea su jornal.

3) Pese a la retórica gallinácea de Unidas Podemos, en España solo existe un Gobierno, abanderado por el axioma de la superioridad jerárquica de su presidente. El que hace unos meses borró del mapa a varios ministros de su partido, puede repetir la jugada en cualquier momento sacrificando con mayor holgura las violetas de su jardín. Ojo al dato, Belarra.

El principio de responsabilidad solidaria obliga a Ione Belarra a dar la cara. Debe dar por terminado su juego del “poli malo, poli bueno”. Belarra no puede autoexcluirse de su responsabilidad, salvo que presente al jefe del Gobierno su dimisión. Si diera el paso, oxigenaría un poco el ambiente fétido de la política española. Y, además, reforzaría su supuesta posición izquierdista. Solo lejos del Gobierno evitará que los competidores dentro de su espectro ideológico crezcan a costa de los errores de su formación. Querida Ione: la escolástica dura lo que dura; si vives de prestado te comerá el caimán.

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