Artzaia

Hay un volcán (o dos) a punto de erupción en el Mare Nostrum

Albares en Argelia
Hay un volcán (o dos) a punto de erupción en el Mare Nostrum
MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES

Hay un gigantesco volcán activo debajo del mar Mediterráneo entre Sicilia y Calabria, el Marsili, a modo de montaña de casi 3.000 metros de altitud y a 450 metros de profundidad desde la superficie marina, que puede dar un susto cualquier día si erupciona y convierte el que era el Mare Nostrum del imperio romano en una caldera mayor todavía de la que se está cociendo en estos momentos. Imagino que algunos ya se habrán dado cuenta que justo donde puede estallar ese monstruo marino italiano pasan dos de los tres tubos que llevan el gas desde el norte de África (sobre todo Argelia) al reino de Draghi, con lo que la catástrofe natural en estos momentos sería dramática para la crisis energética al uso que sufrimos desde la invasión de Ucrania. Hipótesis aparte -que nadie desea que ocurran- hay otro volcán más real que acumula calentura política y diplomática en torno al suministro del gas entre el Magreb y el Viejo Continente, que lejos de causar los estragos naturales que supondrá el estallido del Marsili, amenaza con convertirse en un hervidero geopolítico que puede ser también dramático para la zona.

Al igual que nadie sabe lo que se cuece dentro del magma de un volcán tan enorme como el italiano, un poco más al sur, en los edificios oficiales de Argel donde se deciden los designios económicos del país a salto de mata, nadie sabe lo que se cocina y, lo que es peor, nadie es capaz de predecir o diseñar una estrategia lógica para defender sus inversiones en el país, porque nunca se sabe donde está la tecla del Gobierno o de las familias dominantes que puede abrir o cerrar la espita. Un consejero comercial veterano, ya retirado, que lidió varios años con esa situación se lamentaba este verano de haber conseguido un caso de éxito de inversión española en Argelia en dos años y medio, aunque eso fuera más de lo que podían decir otros socios europeos.

Si la única certeza que tenemos de esa zona es que nunca se sabe lo que puede pasar, y le añadimos que nos hemos hecho grandes socios estratégicos de su enemigo fatal marroquí dándoles donde más les duele, en el Sáhara Occidental, con el agravante premeditado de que desde hace apenas dos meses somos los valedores del suministro de gas licuado del petróleo (GLP) convertido del reino alauí, aprovechando el gasoducto que cerraron los argelinos, la situación no es precisamente la mejor para sentarse en una mesa a negociar nada con Argelia. Hemos pasado de ser su país europeo más amigo hace apenas un año, a un socio non grato, con las relaciones bilaterales cortadas, los bancos cerrados y los casos de éxito como el de mi amigo más lejos que nunca.

La situación no pasaría de un conflicto diplomático grave si no fuera porque del chorro de gas que llega de Argelia dependen demasiadas coordenadas de futuro para España. De entrada, será complicado ‘vender’ a Europa que somos el hub salvador que les puede hacer de intermediario en el suministro de gas alternativo al de Rusia, si los argelinos siguen la misma estrategia que Putin y van cerrando poco a poco el gripo por falta de turbinas, cuestiones de mantenimiento o tornillos flojos. Albares se ha hartado de asegurar que el suministro ampliado está garantizado y sellado hace seis meses por él mismo y su departamento, pero no oculta la preocupación que supone que la caldera del Mediterráneo esté a punto de estallar porque a Rusia, que domina Argel de cabo a rabo, no le gusta el acercamiento de sus ‘protegidos’ a los socios de la UE. Es más, Moscú ya ha anunciado la celebración de unas maniobras militares conjuntas con Argelia a final de año –‘Escudo del Desierto’- para hacer ver su dominio de la situación tanto en los despachos de la capital como en el espacio aéreo, marino y terrestre, por más que no sean más que una réplica de las ‘African Lion 22’ que EEUU y Marruecos hicieron hace dos meses.

En estos juegos de guerra con base gasista no sólo está sobre la mesa el papel de intermediario que España pueda hacer en la reforma del mercado energético que lleve a cabo la UE, y que se hace ahora más urgente y necesaria que nunca. La tensión salta cuando la empresa pública argelina Sonatrach no ha marcado todavía un precio al gas que debe llegar a España a través de las principales empresas del sector, con Naturgy como punta de lanza por ser el socio de los argelinos en Medgaz, la entidad que explota el tubo que llega a Almería. Ese precio marcará el devenir de un mercado que se ha hecho básico ante la ola de calor, la falta de viento y el aumento de la demanda en verano, pero que puede seguir siéndolo en invierno, aunque llueva más. Ni a Argelia ni a Rusia les gusta el nuevo papel de España con el gas licuado y, en un país africano donde cualquier cosa es posible de la noche a la mañana, quién no nos dice que el precio que vayan a poner va hacer que el GLP sea mucho más rentable que el tubo, aunque solo sea para bajar el interés de los españoles por el gasoducto y buscar nuevos clientes más dóciles, incluso dentro de la propia UE.

De una forma o de otra, en Italia se están preguntando ya quién es el socio más seguro para que les suministre el gas, si Argelia o Rusia, una duda que se puede ver como un triunfo de Putin en la opinión pública transalpina. Eso también es parte de la guerra en Ucrania, que es el país que soporta los muertos y la destrucción -lamentablemente- pero cuyo conflicto se extiende desde los despachos de Europa hasta la franja de guerra que cruza África de lado a lado en el Sahel. España tampoco se libra si tenemos en cuenta el recurso al gas ruso que ha desplegado en los últimos meses para llenar reservas y garantizar el suministro eléctrico tanto interno como a los vecinos franceses y portugueses. A estas alturas del conflicto, la duda está en que no se sabe si es mejor esperar a ver si explota o no la caldera en que se ha convertido el Mare Nostrum, maniobras militares incluidas, o que explote el Mansili y todo se recoloque como se pueda.

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