OPINION

La próxima recesión de EEUU

El presidente de EEUU, Donald Trump
El presidente de EEUU, Donald Trump
EFE

Hace más de una década, una crisis financiera, provocada en parte por la explosión de una burbuja inmobiliaria, sumergió la economía estadounidense en la recesión. Nos preguntamos ahora qué podría causar la próxima caída. Aunque nuestro escenario base lo que contempla para 2020 es un periodo de debilidad, seguido de una recuperación moderada, consideramos que vale la pena preguntarse qué podría matar la expansión estadounidense. Es un ejercicio que realizamos en PIMCO para evitar el exceso de complacencia con nuestras propias expectativas.

Además, no podemos olvidar que el mundo económico no ha sido históricamente muy bueno a la hora de anticiparse a las recesiones y menos aún para detectar los posibles catalizadores. Y es que, eventos inesperados, tales como la aparición del coronavirus, pueden poner a los mercados y la economía en una situación crítica.

Entre los factores potenciales que consideramos que en esta ocasión pueden actuar de detonante, no figura el mercado de la vivienda, sino el de los elementos de mayor riesgo dentro del crédito corporativo.

Para llevar a cabo este análisis, pedimos al equipo de Estados Unidos que asumiera un escenario en el que la economía cae en recesión en 2020 y que sugiriera una narrativa plausible de cómo y por qué pasó esto. El equipo hizo hincapié en las vulnerabilidades de los segmentos de peor calidad del mercado de crédito corporativo que puedan exacerbar la desaceleración del crecimiento y convertirlo en una recesión.

A continuación, evaluamos las razones que hay detrás de estas grietas potenciales que hemos detectado en el ciclo de crédito corporativo. Entre 2017 y 2018, debido en parte al notable incremento de los préstamos no bancarios a pequeñas y medianas firmas estadounidenses que no podían obtener crédito de los bancos, el impulso del crédito corporativo (es decir, el cambio en los flujos globales crediticios, lo cual se encuentra estrechamente relacionado con el crecimiento del PIB) se aceleró dramáticamente. No obstante, cuando el crecimiento de PIB se desaceleró durante 2019, al pasar del 3% al 2%, el crédito privado se detuvo y, al mismo tiempo, los bancos endurecieron los estándares para la concesión de préstamos comerciales e industriales.

De acuerdo a la información que posee la Reserva Federal, el crédito privado tiene un mercado de aproximadamente 2 billones de dólares (el 9% del PIB de Estados Unidos), lo que hace que una ralentización en este motor de crecimiento de la financiación parezca manejable en el contexto de un mercado laboral robusto y de clientes saludables en términos de endeudamiento.

Sin embargo, si el crecimiento se desacelerara aún más en 2020 en vez de reactivarse conforme avanza el año, los segmentos de peor calidad crediticia dentro del mercado corporativo podrían ser vulnerables. El crédito privado, los préstamos apalancados y la deuda de alto rendimiento han estado concentrados en negocios que son altamente cíclicos y tienen perfiles crediticios de mayor riesgo. Y, lo que es más, la regulación post-crisis crea incentivos para que los bancos racionen el crédito cuando la economía empieza a mostrarse en mala forma. Los préstamos de grado especulativo equivalen actualmente a alrededor del 35% del PIB. Con ese volumen, el estrés a través de estos sectores sería más que suficiente para contribuir a una recesión.

Nuevamente, conviene insistir en que nuestro escenario base no es ese, sino que el crecimiento se recupera en el curso de 2020 y, consecuentemente, el “acelerador financiero” no debería entrar en juego para propagar la recesión. No obstante, bajo nuestro punto de vista, estas vulnerabilidades del crédito corporativo requieren de suma atención, especialmente si el crecimiento no alcanzara las expectativas, nuestras y del consenso, para este año.

En contraste con la recesión de 2008-2009, que tuvo sus raíces en la falta de pago de los préstamos hipotecarios de alto riesgo ligada a la inflación del sector inmobiliario, esperamos que el mercado de vivienda sea un área de fortaleza en la economía estadounidense, durante éste y los próximos años. La reducción en las tasas hipotecarias en 2019 volvió a poner los ratios de compra-alquiler y pago-ingresos en los niveles de noviembre de 2016. Además, los requerimientos de calificación crediticia para nuevas hipotecas se han ido flexibilizando con cada ejercicio.

Mientras tanto, el excedente de casas construidas antes de la crisis finalmente ha sido digerido y estamos entrando en un periodo de escasez generalizada en las ofertas inmobiliarias estadounidenses, con los inventarios están en su nivel más bajo en 20 años, mientras que demanda, especialmente por parte de nuevas familias, vuelve a crecer. De hecho, nuestro equipo de hipotecas prevé que los precios de las viviendas suban alrededor del 6% acumulado durante los próximos dos año

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