Marca de agua

Iglesias tiene menos excusas que el Emérito para ser desahuciado

El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, entre la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el de Transporte, José Luis Ábalos.
El vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, entre la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el de Transporte, José Luis Ábalos.
EP

Con una imputación judicial por corrupción en marcha y otra a punto de caramelo por destrucción de pruebas, Pablo Iglesias tiene menos excusas que el Rey emérito para ser desahuciado de la Moncloa. Como él mismo dijera del PP, "ninguna democracia avanzada puede aguantar un partido de delincuentes a los mandos del Gobierno". Así de rápido y así de concreto.

Pablo Iglesias ya no aguanta ni medio asalto a sus propias bravuconadas y de aplicarle su mismo rasero tendría que estar haciendo las maletas para volver al oficio de predicador bolivariano en la Complutense. Sin duda, la gran mayoría de la izquierda lo recibiría con alivio. Incluso con un botellón como los de fin de curso.

Pero tampoco Pedro Sánchez sale más airoso de este trance, cuyo mutismo tras la audiencia real en Palma resulta de superior elocuencia a cualquiera de sus peroratas televisadas. Debe recordarse que hace unas semanas a Sánchez le causaban gran desazón "las informaciones inquietantes y perturbadoras" sobre Don Juan Carlos, pese a no mediar ninguna imputación, y le agradecía a Felipe VI "que marcara distancias", cuantos más kilómetros de distancia mejor.

No parece, sin embargo, que la imputación de Podemos por Caja B, sobresueldos y otras corruptelas le cause al presidente del Gobierno la más leve perturbación. Más aún, le deja frio el inquietante horizonte judicial que pende sobre su vicepresidente segundo por el fangoso 'caso Dina'. Como tampoco le ha pedido a Iglesias que marque distancias con los imputados, se deduce que Sánchez se conforma con un vicepresidente de cualidades éticas y morales muy inferiores a las de un rey. No sé porque alardean de la superioridad moral de la república.

A un oportunista que llegó al Gobierno cabalgando un auto judicial como un cruzado contra la corrupción debería causarle espasmos gobernar con un partido cuya cúpula está imputada por graves corruptelas. Seguir abrazado a un socio tóxico no es precisamente lo más recomendable para un gobernante que se enfrenta a la mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil. ¿Qué credibilidad puede acreditar en Europa presidiendo un Consejo con algunos ministros pendiente de los tribunales? ¿Es este el Gobierno más adecuado para negociar los Presupuestos de la reconstrucción? No parece que inspiren mucha confianza quienes están siendo investigados por malversación y administración desleal.

Lo cierto es que el giro judicial sobre Podemos, cuya eclosión política y mediática marcará el comienzo de curso, arroja aún más incertidumbre sobre la viabilidad de un gobierno débil, abandonado por algunos socios de investidura y sometido a chantaje permanente por los nacionalistas. Con la economía más hundida de Europa, con el 60% de los ayuntamientos en rebeldía fiscal, con los "frugales" vigilando estrechamente y camino de los 4 millones de parados… ¿Cuáles son las divisiones de Pedro Sánchez para ganar esta guerra? ¿Las de Iglesias?

Tal vez haya llegado la hora de que el líder socialista tome la gran decisión de, o bien convocar elecciones anticipadas para que los españoles elijan al partido que debe pilotar la reconstrucción sanitaria, económica e institucional, o bien plantearle públicamente al PP la formación de una gran coalición de gobierno, a la que podrían sumar su apoyo partidos menores de centroderecha, de modo que pudieran recuperar los inversores la seguridad necesaria, los españoles la tranquilidad perdida y España la confianza europea.

Lo que no parece sensato ni provechoso es que Sánchez siga un minuto más abrazado a separatistas, golpistas y a políticos de extrema izquierda aquejados del virus de la corrupción. En repetidas veces se ha lamentado el presidente socialista de que en España no sean posibles pactos que en Europa son moneda corriente. Nada más razonable, pero empiece por aplicarse la letanía e imite, por ejemplo, a Merkel y a los socialdemócratas alemanes.

Un pacto de esta naturaleza no sólo salvaría la legislatura sin sobresaltos; además, le permitiría al propio Sánchez seguir durmiendo en la Moncloa sin temor al insomnio y viajar en Falcon tres años más. La alternativa es seguir como hasta ahora, como un funambulista agarrado a un socio cuyo final no está lejos (en Galicia y País Vasco ya han tocado a difunto) y que en su caída le arrastrará a él mismo y al PSOE entregado al sanchismo.

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