En mi molesta opinión

Cómo reírte del poderoso en un país de broncas y Broncanos

David Broncano, La Resistencia
Cómo reírte del poderoso en un país de broncas y Broncanos
Movistar +

La pregunta es clara y sencilla: ¿Qué le ha hecho Pablo Motos a Pedro Sánchez para que este ordene un ataque furibundo por tierra, mar y aire, pero sobre todo desde de RTVE, contra el 'domador' de las hormigas de Antena-3? A Sánchez le importa un pito, repito, un pito, que la sociedad pueda ver y comprobar que todo un presidente de Gobierno se ensañe con un profesional de la comunicación y le coja tirria. Eso es lo más preocupante, que el hombre con más poder de España señale con el dedo a otro ciudadano, aunque este sea periodista y a veces le critique ante las cámaras. ¿Qué quiere Sánchez, encima de gobernar a su antojo y libre albedrío, que los españoles le adoren como si fuera Shiva, el dios que destruye y renueva el universo?

No es la primera vez que ocurre, pero sí es la primera vez que se escenifica de una manera tan palmaria las turbias intenciones de Moncloa. Imagino que habrá unos cuantos presidentes de Gobierno, por no decir todos ellos, que en algún momento de su carrera política les han parecido injustas las opiniones de los medios, y no digo que no hayan presionado de algún modo, pero nunca habían llegado tan lejos en la persecución y en la decisión de sus órdenes para castigar las ofensas de un “bufón” mediático.

Sin ir más lejos, en las legislaturas del PP el Gran Wyoming -José Miguel Monzón- desde su 'Intermedio' en La Sexta le dio palos a Mariano Rajoy hasta en la sopa. Es cierto que ahora Wyoming ha cambiado, los palos ya no se los da al Gobierno se los da casi en exclusiva a la oposición; a Sánchez le dan unos masajes bien masajeados y algún que otro pellizco de monja, para que no se note tanto que a uno le gusta el humor contra el poderoso, pero siempre y cuando el poderoso no tenga tu misma ideología, caso del mencionado “Intermedio”.

Ahora, al Gran Wyoming lo que le gusta es darle caña a Núñez Feijóo porque molesta a Sánchez con sus preguntas, y entonces ya entramos en la casuística de los humoristas asociados al régimen que atacan solo cuando a ellos les conviene o se lo piden desde Ferraz. Algo muy triste para tan digna profesión, la de hacer reír riéndote de todo y de todos; pero principalmente, no lo olvidemos, hay que reírse del poderoso, siempre y cuando tengas el valor de hacerlo, ya que el poderoso es el que se ríe normalmente de todos nosotros.

Quizá se deba todo a un problema de especial egocentrismo subido de tono. Quizá haya demasiado narcisismo en la vida de un político que debería estar acostumbrado a las críticas y descalificaciones de la prensa, como si fuera su pan de cada día. Resulta abusivo que además de tener tanto poder un presidente de Gobierno quiera que todos hablen bien de él. Si esto no lo consigue uno ni en su propio casa, como para lograrlo estando apoltronado en la Moncloa.

Digo yo, que no es normal, ni tan siquiera un poco, que el máximo gobernante del país se indigne tanto porque en un programa de televisión, 'El hormiguero', de vez en cuando también le dediquen pellizcos de monja y le critiquen sus múltiples errores políticos, que como todo humano que se precie los tiene, incluso en exceso, aunque él no se los vea en el espejo.

El día que me enteré de que Sánchez estaba dispuesto a pagar un pastón -28 millones de euros por dos años- y contratar a David Broncano para que se fuera a TVE y hacerle sombra a Pablo Motos, dije para mis adentros: no puede ser, Sánchez no es tan loco ni tan tonto para meterse en esos berenjenales que nunca traen nada bueno, ni nada nuevo, y que lo único que hacen es mancillar la dignidad de un presidente de Gobierno dispuesto a saltarse por su forro particular todas las normas, y darle de este modo la razón a sus detractores por su exceso de intervencionismo televisivo y político. Pero no, estaba equivocado.

Y es que la cuestión tiene su intríngulis. Sánchez no quiere sólo saltarse esas normas. Mas bien sigue empeñado en construirlas, en construir su famoso 'muro' de buenos y malos, de adeptos y contrarios, marcando los territorios donde situar a los votantes malditos que hablan mal de él. Si ves 'El hormiguero' eres un mal ciudadano y te irás al infierno de la 'fachosfera'; si, en cambio, eres de Broncano, dame la mano, y te nombro marqués de la 'progresfera' o de la progresía, aunque ambas cosas sean una tontería.

¿Qué se puede hacer ante tan difícil coyuntura que no nos permite ni darle al mando de la tele sin que nos sintamos culpables y el presidente nos mire con mala cara? En resumidas cuentas. El objetivo de Sánchez, no se engañen ustedes, no es mejorar la vida de los españoles sino mejorar su deteriorada imagen y su controvertida estancia en el poder. Para eso se necesita mucha tele y no poca tela, pero esto último no lo paga él, lo pagamos nosotros, ustedes. Seguiremos viendo a Broncano ahora en TVE para poder seguir siendo buenos progres aunque algunos digan que somos unos 'idiotes' por seguir los dictados del Gobierno.

Por cierto, sólo un par de datos para concluir y que todo esto no parezca una ocurrencia de Pedro Sánchez. La suma de impuestos, cotizaciones, nuevas figuras recaudatorias y la desaparición de las rebajas del IVA y otras ayudas como la de la gasolina, sitúa a los españoles como los europeos con mayores alzas de impuestos. El servicio oficial de estadística europea ha confirmado la semana pasada que en España en los últimos 5 años la presión fiscal ha subido 30 veces más que la media de la Unión Europea. Pues nada, a seguir pagando como si no hubiera un mañana.

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