En mi molesta opinión

Doctor, no tengo ganas de hablar de Sánchez ni del TC, ¿es grave lo mío?

Pedro Sánchez, Nadia Calviño, Yolanda Díaz
Doctor, no tengo ganas de hablar de Sánchez ni del TC, ¿es grave lo mío?. 
Agencia EFE

Sí tengo ganas, en cambio, de festejar a Mbappé y a Messi por la épica final de fútbol que nos dieron el domingo Francia y Argentina. Bonita historia con filigrana feliz, los “enfants de la patrie” fueron campeones del mundo hace cuatro años, ahora les tocaba a los “enfants del tango” que llevaban 36 años sin levantar un Mundial y sin ‘catar’ su sabor embriagador; se lo merecieron por poner sobre el tapete buenos goles y buenas razones. También tengo ganas de hablar de otro “genio”, del peculiar y extravagante Elon Musk, multimillonario convertido en histrión habitual más que en empresario o emprendedor de fantasías animadas. No hay semana que no monte algún espectáculo o no deje claro que para ser rico -que no significa ser inteligente- basta con tener fortuna. Era tan pobre que solo tenía dinero.

Desde el día que Musk entró en las dependencias de Twitter sosteniendo un lavabo entre las manos, como símbolo de su proeza por haber pagado 44.000 millones de dólares al comprarse el jueguecito del “pájaro azul”, y como mensaje de que iba a “limpiar” la compañía, todo se ha complicado en su vida y en sus empresas. Incluso sus gestos de bailarín torpe que luce cada vez que aparece delante una cámara son ridículos y patéticos. Ahora, después de sentirse amenazado de muerte y algunas excentricidades más, ha decidido dar un nuevo triple salto mortal y hacer una encuesta en la red social sobre si debe seguir él como jefe de Twitter. Antes de conocer el resultado de la pregunta dijo que la acataría. Pues bien, el resultado ha sido claro: el 57 % de los votantes prefiere que lo deje; toma ya bofetada en toda su cara bien retocada de botox.

Como dijo él mismo: cuidado con lo que deseas porque puedes conseguirlo. Y lo ha conseguido, sin duda, por amplia mayoría. Ahora veremos si cumple sus promesas o descubrimos qué demonios significa para él acatar el resultado sobre su continuidad al frente de esta red social. Puede que decida hacer un mutis por el foro para bien de su empresa y ponga en su lugar a otra persona, sin embargo Musk seguirá siendo el dueño y señor de Twitter y su máximo responsable a la hora de tomar decisiones. Significa que no será fácil que se esté quieto, que no enrede profesionalmente, hasta que alguien le haga ver que calladito está mucho mejor, y que sus múltiples empresas, que pasan por algunos baches coyunturales, también se lo agradecerán. Su inmensa fortuna no corre peligro pero su imagen y sus proyectos sí, y en tiempos tan polarizados como estos cabe recordar que torres más altas han caído.

Tenemos claro que de un modo u otro, por experiencia directa o compartida, todo lo que sube baja, incluso lo que parecía inamovible también puede menguar. Así es la vida de exigente o caprichosa, según se mire, incluso con los más poderosos de la Tierra como Elon Musk puede aplicarles una buena rebaja en sus patrimonios y en sus éxitos. Hablando de ‘subeibaja’ o de vaivenes existenciales y de seres poderosos, no me apetecía hablar de Pedro Sánchez pero él mismo se ha metido -nos ha metido- en la boca del lobo y nos ha vendido su última proeza judicial, en versión subtitulada de “Por quién doblan las campanas” o “Por quién doblan las campañas”, que tanto da lo uno que lo otro…

Lo que más le duele al presidente es que le han fastidiado sus planes de acabar el año poniendo punto y final a los líos de la sedición y la malversación, y la sombra alargada de los independentistas, que tan indigestos son para las encuestas, seguirá pululando. También le molesta y mucho que haya unos cuantos jueces conservadores que le lleven la contraria ya que el señor Sánchez tiene mal perder, y encima que el PP se lleve la razón y la fama apoyado por la parte conservadora de esos jueces, pues no es de buen gusto ni apetecible para un ser todopoderoso y todo rencoroso. Al igual que Elon Musk, es difícil que Pedro Sánchez se esté quieto y haga las cosas de la política y el Gobierno con cierta mesura. La serenidad no van con él, y además tiene el bombo y platillo de los medios afines que afinan cualquier historia que le interese y le convenga.

Como decía un viejo sabio mallorquín de cuyo nombre no consigo acordarme: entre el jaleo y la barbaridad de los unos y los otros siempre surgen unos terceros que acaban hasta las narices de los unos y de los otros. Creo que en este momento es el espectro electoral que más crece en España: los hartos y los huérfanos de la política. Por muy politizados y polarizados que estén los unos y los otros, siempre hay gente sensata a la que no le gustan las broncas ni las acusaciones grandilocuentes de “golpes de Estado” ficticios. Es más, los dos principales rivales -PSOE y PP- saben que el mayor botín estará en el desamparado centro izquierda, donde hay más de un millón de electores que buscan urna y partido que les represente, y que serán con probabilidad los que decanten la balanza electoral.

Pero claro, quien le explica a Sánchez que debe moderarse, que el que está en el Gobierno no puede excederse ni incendiar la carpa del circo, y que él, que es un poco como Elon Musk, pero en versión castiza y estirada, debe mostrar su autoridad institucional sin amenazar ni amedrentar. Sánchez por muy presidente que sea, de Twitter todavía no lo es, tampoco es el dueño del país -bueno, de ‘El País’ sí- pero no de España ni de las múltiples instituciones que la configuran, aunque él tenga todas las ganas de arramblar con ellas.

Lo único que le falta al presidente, que va camino de controlar hasta los ujieres del Congreso, es someter del todo a la Justicia y al Rey Felipe para que todas las instituciones le obedezcan y le acaten como máximo y único mandatario del territorio nacional, y si me apuran, casi también del europeo. Sánchez no sabe compartir los poderes y aspira a su máximo control, al control absoluto -incluidos los que no le corresponden: el legislativo y el judicial-. Por el bien de todos, principalmente de la sociedad, habrá que recomendar y frenar este exceso del Ejecutivo y de su líder con aficiones absolutistas. Por cierto, Bruselas dijo ayer que respalda al Tribunal Constitucional y recalca que “las reformas de calado requieren consultas previas”, es decir, que deben respetar siempre el procedimiento. Lo mismo que ha dicho y ha exigido el TC.

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