Opinión

Cataluña vuelve a crecer en la creación de empresas

Cataluña vuelve a crecer en la creación de empresas
Cataluña vuelve a crecer en la creación de empresas
Europa Press

Cataluña ha estado sujeta en los últimos tiempos a interpretaciones de diverso cariz en torno a su devenir económico. Sin embargo, la realidad podría asemejarse más a lo expresado por el histórico empresario norteamericano Henry Ford en una reflexión sobre los negocios llamados al éxito: “recuerda que un avión despega contra el viento, no a favor”.

Esta metáfora permite dibujar mentalmente una pista de despegue como esa por la que ha transitado la economía de Cataluña durante los últimos tres años. Al ralentí y sin vértigo. Mermada de forma clara por los duros efectos de la pandemia y con momentos de retroceso fruto de la coyuntura de los mercados. Pero ahora empieza a atisbarse una pequeña remontada en torno a la que conviene ser prudentes. O al menos es lo que sugieren los balances registrales recientes, que muestran un panorama más esperanzador que el de hace unos meses.

Las empresas son actores fundamentales a la hora de testar el estado de salud de toda economía. Y en este aspecto, el 2023 ha dejado conclusiones a tener en cuenta. Cataluña ha registrado un total de 20.403 sociedades nuevas, lo que supone un incremento del 7,19% con respecto al año anterior. Nuestro ritmo de creación empresarial se sitúa hoy por encima del de comunidades fuertes como País Vasco y alcanzan cotas de crecimiento similares a las de Madrid (7,60%).

Además, el número de empresas que bajaron la persiana en Cataluña a lo largo del año pasado fueron 6.621, un 11,19% menos de las que lo hicieron en 2022. Este porcentaje sitúa a la región alineada con la tendencia de recuperación que vive el país y permite, también, poner en contraste el número de sociedades constituidas y extinguidas de forma satisfactoria. Nacen más empresas catalanas y son menos las que se ven obligadas a cerrar.

También cabe resaltar otros aspectos en torno a la actividad empresarial, como el hecho de que Cataluña lidere junto a Madrid el ranking nacional de ampliaciones de capital —unas 6.005 en 2023— con cifras que doblan en número a las registradas por la tercera comunidad que se encuentra en el podio —Comunidad Valenciana—. Por el contrario, en lo que respecta a los concursos de acreedores, Cataluña también está a la cabeza con más de mil al año y eso, evidentemente, no es positivo. Pero merece la pena destacar que este número se ha visto reducido de forma notable con respecto al total de concursos registrados en 2022 y 2021.

Otro elemento que ofrece una mirada optimista, aunque con matices, es el de los traslados de sede social entre comunidades autónomas. En 2023 abandonaron Cataluña un total de 856 empresas que decidieron mudarse a otras regiones. Sin embargo, el territorio fue capaz de atraer a 696 compañías que vieron en Cataluña el lugar idóneo para desarrollar su actividad. A priori, el dato resulta negativo, aunque permite una segunda lectura algo más condescendiente: el desbalance entre sociedades que llegan y se fugan se ha estrechado en relación con años anteriores.

El comportamiento del mercado inmobiliario catalán es otro de los imprescindibles a la hora de examinar el panorama económico. La estadística registral muestra una desaceleración en materia de compraventas —que en 2023 han disminuido un 10,2%— y de hipotecas, que se han reducido un 18,6% con respecto al ejercicio anterior. No es algo que sorprenda, ya que la tendencia nacional ha girado en esa dirección y apenas ha dejado excepciones. Sin embargo, llama la atención que estos descensos no hayan tenido impacto sobre el precio de la vivienda en Cataluña.

El coste medio del metro cuadrado en la región se ha situado en los 2.446 euros, lo que representa un incremento del 1,2% con respecto al año anterior y sitúa a Cataluña ligeramente por encima de la media. La conclusión derivada de esta falta de sintonía entre compras y precio puede explicarse a partir de un factor que no suele figurar en las estadísticas, pero que es de suma importancia: la confianza.

Los inversores continúan considerando, pese a todo, al ladrillo catalán como un refugio seguro y atractivo con potencial de revalorización, poniendo de manifiesto su solidez como mercado. Prueba de ello lo es el hecho de que las operaciones de compra de vivienda llevadas a cabo por ciudadanos extranjeros representen ya el 15,79% de las registradas en la región — un 2,23% más que en el año anterior—, lideradas por franceses e italianos.

Por todas estas razones, Cataluña cuenta con argumentos para pensar en una posible etapa de recuperación que exigirá, necesariamente, políticas valientes que acompañen su enorme potencial innovador. Las certezas económicas y la seguridad jurídica emergen como valores fundamentales para volver a la senda del crecimiento sostenido.

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