Brufau salva los muebles a Botín, Abelló y Rato

  • Todos respiran tranquilos. Gracias a que Repsol ha aceptado comprar el 10% de sus propias acciones a Sacyr ha evitado que la constructora se fuera al traste, los bancos tuvieran que anotarse más pérdidas, y la petrolera ha recuperado su pax accionarial.
Repsol compra a Sacyr la mitad de su participación en la petrolera
Repsol compra a Sacyr la mitad de su participación en la petrolera
Ruth Ugalde

Algunos de los hombres más importantes del país respiraron ayer tranquilos. El definitivo acuerdo entre Repsol y Sacyr, por el que la primera ha comprado un 10% de sus propias acciones a la segunda, ha quitado un peso de encima a nombres tan importantes como Emilio Botín, Rodrigo Rato o Juan Abelló.

Y es que todos ellos se jugaban mucho dinero en el crédito de 4.900 millones de euros que la constructora necesitaba refinanciar obligatoriamente ayer. Si no, los bancos le habrían ejecutado el 20% que tenía en Repsol, con las pérdidas que supone para todas las partes implicadas.

Porque, aunque el gran beneficiado de este acuerdo es Sacyr, que ha evitado una quiebra que habría dilapidado parte de la fortuna de Juan Abelló; también los bancos han evitado tener que reconocer un agujero que, para colmo de males, les habría llegado en el peor momento.

Un activo tóxico menos

Y esos bancos tienen nombre propio: Santander, Citi y Bankia. Estas tres entidades eran las principales acreedoras de Sacyr en dicho crédito y, por tanto, las que más dinero habrían visto esfumarse si hubieran tenido que ejecutar las acciones.

La cuenta es fácil. Cuando ellas otorgaron el crédito a Sacyr, lo hicieron a un precio medio de las acciones de Repsol de 26,7 euros por acción. Sin embargo, el lunes, último día antes de que se cumpliera el plazo para refinanciar, éstas cerraron a 22,18 euros.

Es decir, los bancos habrían tenido que ejecutar a un precio un 16,3% inferior al que firmaron el crédito, y se habrían tenido que apuntar el correspondiente agujero. En total, unos 1.050 millones.

Gracias al acuerdo, ni Botín (Santander), ni Rato (Bankia) han tenido que tomar esta drástica medida, que habría complicado todavía más toda la estrategia de sanear balance que están llevando a cabo para cumplir con Bruselas.

Es más, no sólo han evitado este roto, sino que han reducido, y mucho, un activo tóxico, ya que como este crédito está concedido a un grupo constructor y promotor, se engloba dentro de las financiaciones que el Banco de España considera de riesgo y, por tanto, que las entidades han tenido que provisionar en un 30%.

Tras el acuerdo de ayer, este riesgo ha quedado reducido a la mitad, ya que los bancos sólo han tenido que refinanciar la mitad del crédito.

Abelló no lo pierde todo

Quien no ha podido evitar perder dinero ha sido Juan Abelló, dueño del 10% de su constructora, ya que ésta ha perdido más de un 90% de su valor bursátil en los últimos cinco años, es decir, desde que entró en Repsol.

Sin embargo, el financiero vio recuperar ayer una pequeña parte de su patrimonio, cuando el mercado premió el acuerdo de la constructora con una subida del 8,32%. Y eso que al haber tenido que vender su 10% de la petrolera a un precio inferior al que lo tenía contabilizado le ha hecho perder casi 1.000 millones de euros.

Pero, si no hubiera aceptado ese acuerdo, habría sido mucho peor: la quiebra.

Repsol gana la paz

¿Y Repsol, qué gana con todo esto? Algo que lleva buscando mucho tiempo: estabilidad accionarial. La guerra de taifas que ha vivido la petrolera en los últimos años, por las diferencias entre el anterior presidente de Sacyr, Luis del Rivero, con su homólogo en Repsol, Antonio Brufau, habían convertido el máximo órgano de administración en un polvorín.

La guerra llegó a su máxima expresión el pasado verano, cuando Del Rivero llegó a un acuerdo con Pemex para intentar hacerse con el control, pacto que terminó sentenciando al empresario murciano, e hizo reflexionar al resto de consejeros (con los representantes de La Caixa a la cabeza) sobre la necesidad de devolver la estabilidad a la compañía.

Pero vender un porcentaje tan elevado de la petrolera es complicado, si quiere hacerse sin penalizar al valor. De ahí que los haya adquirido la propia Repsol, tras pagar 2.572 millones, y ahora lo venderá con más calma -y menos castigo en bolsa- a inversores afines.

Al final, Brufau los ha salvado a todos... y a sí mismo.

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