Dime cuánto mide tu piso y te diré a quién votas

El coche aparcado en el garaje, el dinero que entra en casa, las veces que nos vamos de vacaciones... o el tamaño de nuestro piso. Los datos que definen nuestra existencia cotidiana se convierten en un filón de oro para las empresas dedicadas al 'microtargeting electoral', la vanguardia de los 'estudios de mercado' aplicados a la política.

Técnicas, propias de CSI, que ayudan a los estrategas de cada partido a identificar con 'ojo de lince' donde están sus potenciales votantes. A la vista de las encuestas, con una alta volatilidad entre las cuatro formaciones que salen a ganar los comicios, afinar dónde está el voto resultará imprescindible para que la campaña se traduzca finalmente en apoyos en las urnas.

Lo saben bien en Ciudadanos, y también en Podemos. Los partidos emergentes llevan tiempo escudriñando el mapa para conocer donde está su 'target' ideal de votante y dónde está aquel que más se le resiste. Las técnicas serían similares a las que siguen los 'cabezas pensantes' del márketing en una empresa de automóviles o de comida preparada.

En el partido naranja se trabaja con la prioridad de consolidar su influencia en el electorado urbanita de las grandes ciudades y una expansión en ciudades medias de entre 50.000 y 100.000 habitantes. En la organización saben que esa es la estrategia que puede traerles mejores resultados, por encima de esforzarse en explorar la España más rural. Los de Rivera tienen sus mejores resultados en Cataluña, Madrid, Valencia o Sevilla, pero no ha logrado aún calar en territorios como Galicia, con población más dispersa y localizada en núcleos reducidos. Tejer una red de delegaciones para cubrir al máximo este mapa de pequeñas y medianas y ciudades es tarea ardua para los de Rivera, aún en pleno proceso de expansión territorial.

Como Ciudadanos, el perfil del votante de Podemos es también eminentemente urbano. Manejan las redes sociales y son activistas internautas. Les gusta estar conectados. Pese a que parte del discurso de Iglesias se haya centrado en la defensa de los derechos laborales, el mensaje no llega a las clases sociales más bajas cuando setrata de pueblos, en especial en los más pequeños y con bajo PIB. En cambio, en las ciudades, incluso en aquellas con poca población, el voto 'morado' se dispara.

Ambas formaciones se disputan no sólo el codiciado centro ideológico, sino también el mapa del votante, en el que tienen muchas coincidencias: un voto joven, sobre todo de aquellos que acudirán por primera vez a las urnas y hasta los 50 años, votantes de una izquierda no radical pero al mismo tiempo harta del incumplimiento de programas. Es la conclusión que extrae José Manuel San Millán, uno de los socios fundadores de Target Point, empresa pionera en el microtargeting electoral importado desde EEUU y que funciona en nuestro país desde 2011.

Ciudadanos lleva años recurriendo a los consejos de sus estudios. Lo hizo, por ejemplo, en las pasadas europeas, cuando utilizó estas técnicas avanzadas para perfilar con precisión a su votante nacional. El partido logró entrar en el Parlamento europeo con 2 eurodiputados, y con un 75% de voto logrado fuera de Cataluña.

Pero los de Rivera no han sido sus únicos 'clientes'. Desde sus inicios, en 2011, la empresa ha colaborado con varias formaciones políticas que han buscado optimizar sus resultados electorales, y también localizar sus errores. Ante las generales de ese año, por ejemplo, se realizó un estudio para determinar las causas de la caída del voto del PSM en Madrid, monitorizando uno de los barrios de más peso para el socialismo madrileño, el de San Blas.

Ese mismo año, UpyD encargó un informe sobre el perfil de su votante medio con el objetivo de lograr un escaño en el Congreso por Valencia. En esas elecciones, y contra pronóstico, Toni Cantó se convirtió en el diputado valenciano de la formación 'magenta'. Lo mismo ocurrió con IU. Tras varios comicios sin representación, la organización logró un escaño por Sevilla y Asturias. Desde Podemos aseguran que no recurren a empresas externas y que todos sus estudios los realiza personal del partido.

"Milagros no podemos hacer", advierte San Millán. Pero sí lograr votos que pueden resultar cruciales, más aún ante lo incierto del panorama electoral. Él fija en un máximo de 3% el aumento de voto entre aquellas 'secciones electorales' en las que se ha trabajado y en las que no. El margen no resulta ni mucho menos menor cuando el CIS refleja diferencias mínimas entre las formaciones: el PP, con un 28'2%, el PSOE, con un 24'9%, Podemos, un 15'7% y Ciudadanos, un 11%. Optimizar la estrategia de campaña permitiría a los de Rivera afilar con más eficacia su disputa del tercer puesto.

Para ello, entre otros, se analiza el perfil de votantes a partir de más más de 300 variables, los trasvases entre partidos, identifican a votantes fieles y 'volubles' y tratan de localizar las zonas estratégicas para que los partidos intensifiquen su campaña o coloreen su mapa de prioridades. La empresa cuenta con un servicio GIS, una especie de radar con la que los estrategas de cada partido pueden identificar con máxima precisión donde se encuentran sus posibles votantes.

'Geopolítica', una de las técnicas del 'microtargeting' electoral.

"El número de coches, el nivel de vida, el tamaño de la vivienda... son factores que marcan mucho", explica San Millán. Por ejemplo, si atendemos sólo a Cataluña, los pisos más grandes suelen ser voto de CiU y PP mientras los más pequeños se fragmentan en la izquierda. Otro rasgo resulta esencial, la propia migración interna de país. "En cuatro años pasan muchas cosas y la población se mueve mucho, entonces donde podíamos obtener un buen resultado, quizás ahora resulta que no lo tenemos", dice este experto.

España es ahora mismo, opina, un país de "centro izquierda, con un 4 en una escala de 1 al 10, entre la izquierda y la derecha más extremas". PSOE y PP buscan el centro sin olvidar por ejemplo, en el caso de los populares, la defensa de los valores liberales, Ciudadanos trata de ocupar parte de la izquierda sin molestar al votante de centro y al mismo tiempo, aprovechar la "horfandad política" en la derecha. Un auténtico juego de equilibristas políticos.