Elecciones en Galicia y País Vasco pueden desbloquear situación política en España

Las regiones españolas del País Vasco y Galicia votan este domingo en unas elecciones regionales que podrían ayudar a desbloquear la parálisis política de España, sin gobierno desde hace nueve meses.

Las mesas electorales abrieron a las 09H00 (07H00 GMT). Los 1,7 millones de electores vascos y los 2,7 millones de gallegos podrán votar hasta las 20H00 (18H00 GMT), hora de cierre de la votación.

Desde diciembre de 2015, el país está gobernado por un ejecutivo en funciones con poderes muy limitados tras dos comicios legislativos ganados por el conservador Partido Popular (PP) sin mayoría absoluta ni capacidad para cerrar coaliciones.

Su líder, el jefe de gobierno saliente Mariano Rajoy, espera que estas elecciones le allanen el camino y eviten una tercera convocatoria electoral para diciembre.

"Estamos haciendo el ridículo", lamentaba una vasca de 61 años, Mercedes Solana, tras votar en la elegante ciudad de San Sebastián. "Nadie se pone de acuerdo, cada uno va a lo suyo, no se hablan", criticaba esta funcionaria asumiendo que en dos meses volverá a votar.

La emergencia de dos nuevas formaciones, Podemos (izquierda radical) y Ciudadanos (centroderecha), provocó una fragmentación parlamentaria en la que pactar es necesario.

"Antes era muy fácil, el que ganaba, gobernaba. Ahora ya no hay bipartidismo y como no están acostumbrados a pactar, les cuesta", decía Idoia Etxeberria, tras votar acompañada de sus dos hijos.

El PP espera revalidar su mayoría absoluta en la rural Galicia, la tierra natal de Rajoy. En el País Vasco aspiran a ser claves para facilitar un nuevo gobierno del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y obtener a cambio su apoyo en Madrid.

En esta región industrial con fuerte sentimiento nacionalista, las elecciones llegan casi cinco años del cese de los atentados de la organización independentista ETA, a la que se atribuyen 829 muertos en cuarenta años.

Aunque la paz se ha instalado en la sociedad, la banda no se disuelve exigiendo una negociación con Madrid y París que éstos no aceptan.

"Esperemos que tras estas elecciones avance el proceso de paz", decía Mikel Uzkudun, un auditor de 36 años votante de la izquierda independentista Bildu.

Quien también se juega mucho en estos comicios es el otro gran partido español, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE).

Un retroceso en estas regiones, tras las debacles en las legislativas de diciembre y junio, podría propiciar la marcha de su líder, Pedro Sánchez, completamente contrario a negociar con el PP para desbloquear la situación en Madrid.

Numerosos líderes regionales socialistas discrepan y apuestan por facilitar la investidura de Rajoy con tal de terminar la parálisis política.

Los sondeos le auguran al PSOE un retroceso frente a las nuevas formaciones de izquierdas aunadas alrededor de Podemos. En el País Vasco podrían registrar su peor marca histórica.

De confirmarse estas previsiones, los críticos de Sánchez "usarán este argumento" contra él y a favor de la abstención, aseguró una fuente cercana al líder socialista.

El diario progresista El Periódico de Barcelona preveía un "efecto dominó" en la política nacional. Esta jornada electoral "encierra el movimiento definitivo en la inacabable partida de ajedrez que disputan los grandes partidos españoles", señalaba en su editorial.

El PP obtuvo en junio 137 de los 350 escaños del Congreso y consiguió pactar el apoyo del partido centrista Ciudadanos (32 escaños) y de la diputada de la formación regionalista Coalición Canaria.

Los 85 diputados del PSOE tienen la clave: su abstención permitiría a Rajoy gobernar en minoría. Pero Sánchez es tajante: "No es no".

Incluso coquetea con intentar por segunda vez un gobierno alternativo, como ya hizo sin éxito en primavera. Incluso, según sus enemigos, a costa de pactar con la izquierda radical de Podemos (71 diputados) y los independentistas vascos y catalanes.

"Es una opción absolutamente disparatada", aseguró Rajoy al cerrar la campaña en Galicia.

Los partidos tienen hasta el 31 de octubre para investir un jefe de gobierno. En caso contrario, deberán disolverse las Cortes y convocar para diciembre las terceras elecciones legislativas en un año.

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