Éxito de "Salomé" trasladada a la época nazi y con danza de los 7 velos sadomasoquista

  • Valencia.- La producción de "Salomé" estrenada en el Palau de les Arts de Valencia ha obtenido el beneplácito del público, que no se ha escandalizado con una ambientación trasladada a la época nazi y con una protagonista, la soprano Camilla Nylund, que ha bailado una danza de los siete velos con coreografía sadomasoquista.

Éxito de "Salomé" trasladada a la época nazi y con danza de los 7 velos sadomasoquista
Éxito de "Salomé" trasladada a la época nazi y con danza de los 7 velos sadomasoquista

Valencia.- La producción de "Salomé" estrenada en el Palau de les Arts de Valencia ha obtenido el beneplácito del público, que no se ha escandalizado con una ambientación trasladada a la época nazi y con una protagonista, la soprano Camilla Nylund, que ha bailado una danza de los siete velos con coreografía sadomasoquista.

Zubin Metha, al frente de la Orquestra de La Comunitat Valenciana, ha resaltado todos los matices expresionistas de esta ópera de Richard Strauss, la primera de las dos programadas en la tercera edición del Festival del Mediterrani.

Francisco Negrín, como director de escena, ha sido fiel al espíritu provocador de Oscar Wilde, autor de la obra teatral en la que se basa la ópera de Strauss, y ha situado a los personajes, en vez de la Galilea del relato bíblico, en una fiesta erótica nazi, con soldados con la indumentaria negra propia de esos ejércitos.

Un cilindro seccionado en su mitad, que ocupaba tres cuartas partes del escenario, albergaba el salón del castillo en donde se desarrolla la fiesta, con una gran esfera en su parte central, que, al rotar el escenario, se convierte sucesivamente en una luna amenazante de desgracias y en la cisterna en la que está recluido Jokanaan, el bautista de una nueva religión que, desde la integridad moral, condena el concubinato del rey Herodes con Herodías, la mujer de su hermano.

Se logró así una eficaz atmósfera para transmitir la obsesión sexual de los personajes, que se mueven por instintos destructivos y deseos insatisfechos.

Dentro de este audaz planteamiento, Negrín situó la danza de los siete velos, la escena desencadenante de la tragedia, dentro de una jaula sadomasoquista, con pantallas en las que, mientras Salomé baila a petición del tetrarca Herodes, se proyectaban imágenes que evocaban películas porno del cine mudo y pasajes del film "Lolita".

Tras unos primeros compases en los que Salomé realiza un particular amago de "streptease" entre esclavos sometidos y amas dominantes, la bailarina pasa a ser espectadora del espectáculo antes de llegar a la culminación sexual en una cuarto oscuro.

Más discutible fue el recurso al tocado de plumas y los pavos reales de recortable que Herodes, prisionero de su propio juramento, ofrece a Salomé para hacerla desistir de su petición de la cabeza de Jokanaan en bandeja de plata.

Una prolongada ovación y numerosos gritos de "bravos" por un público puesto en pie al final de la función dejaron patente el éxito de esta atrevida producción, extensible igualmente al reparto vocal.

La soprano finlandesa Camilla Nylund, con bello timbre y seguridad en los agudos, encarnó una Salomé voluptuosa, caprichosa y perversa, que llegará hasta el paroxismo al contemplar la muerte de Jokanaan, ya que en esta versión se obvia la decapitación.

Aunque más maduro que lo prescrito en el libreto, el barítono Albert Dohmen caracterizó a un Jokanaan rotundo, tanto vocalmente como en su integridad moral.

Destacada también fue la actuación del tenor Sigfried Jerusalem, que dio vida al lascivo y mezquino tetrarca Herodes, y de la mezzosoprano Hanna Schwarz, una Herodías convertida aquí en una "madame" de peluca rubio platino.

Zubin Mehta, que asumió la dirección musical, ofreció una lectura apasionada que enfatizó las obsesiones enfermizas, creando una atmósfera turbulenta, con una Orquestra de la Comunitat Valenciana que de nuevo se ganó el reconocimiento generalizado del público.

No se llenó el aforo del Palau de les Arts, con huecos tanto en el patio de butacas como en el palco presidencial, ocupado únicamente por la consellera de Cultura, Trinidad Miró, y con ausencia de autoridades habituales, como el presidente de Bancaja, José Luis Olivas, esta noche metido de lleno en el cierre del principio de acuerdo para la fusión con Caja Madrid.

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