EEUU descarta suspender entrenamiento de rebeldes sirios pese a dificultades

  • Estados Unidos seguirá entrenando a rebeldes sirios para luchar contra el grupo Estado Islámico (EI), pese a las dificultades iniciales de selección y la pérdida de varios hombres, asegura el Pentágono.

"Seguimos con el entrenamiento", dijo el martes a la AFP la portavoz del Pentágono, comandante Elissa Smith.

"Pese a las dificultades iniciales (el Pentágono) sigue firmemente comprometido en fortalecer las capacidades de la oposición siria moderada", añadió.

Estados Unidos anunció en mayo que había comenzado a entrenar a rebeldes sirios moderados para combatir al grupo yihadista que hace más de un año proclamó un califato en zonas de Irak y Siria. Washington tiene como objetivo entrenar a unos 5.400 combatientes por año durante tres años.

Pero varios de los 54 rebeldes del primer batallón formado y armado por Estados Unidos, que entró en Siria en julio, resultaron derrotados, secuestrados o murieron a manos de la rama siria de Al Qaida, el Frente Al Nusra.

El Pentágono, que tiene a centenares de militares estadounidenses encargados de formar a los rebeldes, seleccionó a más de 7.000 combatientes sirios para ser formados. Sin embargo, solo han podido ser desplegados en Siria los miembros del primer batallón debido a dificultades en el proceso de selección.

Los candidatos tienen que pasar un riguroso filtro de seguridad, pues los militares estadounidenses no quieren cometer el mismo error que en Afganistán, cuando los combatientes armados y entrenados por Estados Unidos para luchar contra la Unión Soviética en las décadas de 1970 y 1980 se pusieron en su contra y se unieron a las filas de los talibanes y Al Qaida.

Pese a los tropiezos iniciales, Estados Unidos prevé invertir 600 millones de dólares en este programa de entrenamiento. Los analistas estiman que esta iniciativa podría jugar un rol crucial para combatir al grupo EI, que ha reclutado en Siria e Irak a sunitas hostiles a sus respectivos gobiernos alauita y chiíta.

"Es evidente que el ingreso de los primeros combatientes formados (por EEUU) fue calamitoso", dijo Andrew Tabler, experto sobre Siria en el Instituto de Washington para la Política en Oriente Próximo. "Sin embargo, no veo otra alternativa. No podemos vencer al Estado Islámico con algunos kurdos y lo que queda del régimen de (Bashar al) Asad en un país de mayoría sunita", añadió.

La Casa Blanca anunció recientemente que podría usar su Fuerza Aérea para defender las posiciones de los rebeldes entrenados por Estados Unidos, un hecho que supone un cambio de postura importante aunque no será suficiente para alterar el curso del conflicto.

Washington y Ankara anunciaron de manera paralela un acuerdo que busca crear una zona libre del grupo EI en el norte de Siria, a lo largo de la frontera con Turquía.

El conflicto en Siria, que se desató en marzo de 2011 con la represión sangrienta de las manifestaciones antigubernamentales, dejó más de 240.000 muertos en cuatro años, entre ellos 12.000 niños, y obligó a huir a la mitad de la población, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).

Los combates enfrentan a actualmente a kurdos y yihadistas que se disputan un territorio cada vez más fragmentado.

Hasta ahora, los esfuerzos para luchar contra el grupo EI y alcanzar un acuerdo de paz en Siria se vieron afectados por los intereses estratégicos divergentes de grandes actores en la región como Estados Unidos, Rusia, Irán, Turquía y Arabia Saudita.

Pero tras el acuerdo entre Teherán y las grandes potencias sobre el tema nuclear iraní -anunciado en julio-, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dijo a principios de agosto sentirse prudentemente optimista.

"Creo que una ventana (de oportunidad) se entreabrió ligeramente para encontrar una solución política en (la guerra civil de) Siria", estimó Obama en una reunión con periodistas.

Si bien la posibilidad de alcanzar la paz parece aún lejana, los diplomáticos perciben que existe de ahora en más una convergencia de intereses entre los grandes actores en la región, que temen que la caída del régimen en Siria otorgue una inmensa oportunidad al grupo EI.

La suerte de Asad podría, sin embargo, representar un obstáculo: Estados Unidos, la oposición Siria y Arabia Saudita, exigen su partida mientras que Rusia e Irán temen perder un aliado incómodo pero útil.

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