"Apagamos fuegos en la sombra"

Los 'aprendices' de Simón: "Anulamos las vacaciones por el CCAES... hay cola"

Paula, Andrea y Javier son residentes de Medicina Preventiva. Eligieron una especialidad poco lucida, de las que mueren por su propio éxito y solo se recuerdan si reina el caos.

Los 'aprendices' de Fernando Simón
Los 'aprendices' de Simón: "Anulamos las vacaciones por el CCAES... hay cola"
La Información

Paula (26) y Andrea (28) son graduadas en Medicina y residentes, en plena rotación dentro de la especialidad de Preventiva y Salud Pública. Optaron una rama poco lucida, de las que mueren por su propio éxito y solo se recuerdan cuando reina el caos. Esta semana las dos han aterrizado en el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), el organismo que dirige uno de los rostros más visibles (y controvertidos) de la crisis del nuevo coronavirus, el doctor Fernando Simón. "Renunciamos a las vacaciones por venir a trabajar al CCAES", aseguran. Las plazas en el centro son pocas y la lista de espera larga. Ambas encararon los peores momentos del brote en Valencia, donde el equipo de Preventiva pronto se quedó pequeño ante la oleada Covid: "Queremos absorberlo todo, aprender lo máximo de lo que se hace aquí y aplicarlo al volver a Valencia"

Durante las semanas más críticas, ambas ejercieron en el Hospital General Universitario de Valencia: "Al principio trabajábamos 13 horas al día. Pasaron meses sin tener un fin de semana libre". El servicio de Preventiva del centro lo formaban dos adjuntos y un puñado de residentes. "Llevamos el rastreo de cada contagiado", explican. Largas llamadas para conocer exactamente con quién había tenido contacto el paciente y cuáles fueron sus movimientos. "Nos encargamos de realizar la encuesta epidemiológica y de transmitir sus resultados a la dirección de Salud Pública del departamento". Lo mismo ocurre en el resto de hospitales de España, ramas de un canal de información que desembocan en el tronco del CCAES. Desde esta semana,  ambas  recogen ahora los frutos de su trabajo anterior.

"Ahora hablamos con los mismos especialistas que lo hacíamos antes, pero desde el otro lado del monitor". Describen con agradecimiento la acogida del equipo de Fernando Simón: "Todo el mundo se ha volcado, demostrando con su atención que estarán ahí para guiarnos en lo que necesitemos". Su entrada coincide con la salida del centro de otro residente de Preventiva, Javier (28), quien les ha pasado el testigo. "He acabado mi periodo en el CCAES y ya he aterrizado en el Instituto de Salud Carlos III". Como una cadena, Javier se encargará ahora de, entre otras tareas, elaborar el 'Análisis epidemiológico de la Covid-19'. El documento que, a través de los informes del mismo CCAES, refleja en profundidad el azote del virus en el país. 

Javier apunta que, a su llegada al organismo que dirige Simón, el salto generacional entre profesionales le hizo chocar de frente con una triste realidad: la Salud Pública ha ocupado un segundo plano durante demasiado tiempo. "Cuando uno desembarca en las instituciones se da cuenta de que hay un vacío de varios años... ¿Dónde están los profesionales del 2000?" En la década de los 80, más de 20.000 españoles quedaron afectados por el síndrome del aceite tóxico. El país aceleró entonces para blindarse frente a futuras emergencias sanitarias, contratando a un batallón de especialistas en Salud Pública a los que, más de cuarenta años después, están empezando a revelar estos jóvenes profesionales. 

"Somos el relevo de los equipos que encararon la crisis de la Colza".  La vocación compensa lo que la falta de reconocimiento institucional amenaza. "Los médicos de la rama de Salud Pública que contrata la Administración no figuran como especialistas. Se nos aplican las condiciones propias de un funcionario". A fecha de 2018, el 60% de los nuevos médicos que trabajaban en Salud Pública seguía recibiendo una remuneración igual a la de los técnicos, según datos de la Asociación de Residentes de Medicina Preventiva y Salud Pública (Ares Mpsp). La nómina es notablemente inferior a la que les correspondería como médicos especialistas. Quizá por este motivo, la especialidad de Preventiva no ha estado  nunca en el 'top' de las más demandadas por los recién graduados.

"Muchos graduados no optan por esta especialidad por desconocimiento. No hay una asignatura obligatoria de Preventiva. En cierto sentido, la pandemia del nuevo coronavirus es lo que nos ha hecho más visibles", coinciden Paula y Andrea. La debilidad del cuerpo de Salud Pública se ha evidenciado ahora, pero viene de lejos. Las CCAA llevan años salvando el expediente, cubriendo la Salud Pública con perfiles que se alejan de la especialidad.  Desde veterinarios hasta farmacéuticos.

La jubilación de buena parte de los profesionales -aquellos que lucharon contra el síndrome tóxico en los 80- ha puesto en jaque la sostenibilidad de sus equipos de vigilancia epidemiológica. Sin embargo, buena parte las comunidades seguen sin exigir el título de especialista en esta rama a la hora de firmar un contrato.

"Se nos escaparon contagios por falta de personal"

¿Un cuerpo de especialistas reforzado podría haber mitigado el impacto de la Covid en el país? "Seguramente sí. Al principio nos era imposible rastrear a todos los nuevos contagiados, precisamente, porque no dábamos abasto", aseveran las dos jóvenes. Los profesionales de Salud Pública son centinelas y la Covid es solo uno de sus frentes. "Desde mosquitos hasta tuberculosis, los especialistas hacemos un trabajo de hormiguitas que no deja huellas hasta que hay problemas", explica Javier. 

"Apagamos cientos de fuegos", zanja Javier. Cuando uno arde, son ellos los que dan la cara. El cuerpo de profesionales estudia la distribución de las enfermedades y el CCAES es la mayor muestra de esta monitorización permanente. El residente ha tomado parte en esa labor de observación y asegura que uno de los grandes avances en su campo es la coordinación internacional de las alertas. "La comunicación con el exterior es constante, tiene que serlo si queremos parar al virus. Si un país falla, caemos todos".  Javier dice adiós al centro que ha acaparado todas las miradas durante la crisis. Andrea y Paula toman el testigo, con un hambre de formación que no aplacan los 1.100 euros mensuales que pagarán por un cuarto en Madrid.

"Una compañera nuestra tuvo que renunciar a la plaza porque no podía costearse el alquiler", lamentan. Cuentan con tres meses de contrato y, 'lo comido por lo servido', al menos se llevarán lo aprendido. Fernando Simón es el rostro visible. Detrás queda todo un batallón de profesionales. El brote ha obligado a reforzar la plantilla del centro y los equipos de preventivistas de todos los hospitales del país. En plena pandemia, los tiempos para formalizar ciertos contratos (tan necesarios en el escenario actual) son excesivos. Relanzar la especialidad (y su atractivo para los nuevos graduados) será crucial para aliviar los efectos de futuras amenazas.

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