"Vamos a tener problemas"

La Sanidad (y las residencias) colapsará este verano por la falta de enfermeras

La cartera ha empezado a contratar profesionales para blindar la temporada estival. La plantilla es ajustada y la llamada de los hospitales pone en jaque a los ancianos.

Enfermera en la UCI
Faltan enfermeras para evitar el colapso de la Sanidad: "Va a haber problemas"
Efe

Es como el día de la marmota. Cada verano, residencias, centros de salud y hospitales, se rifan las pocas enfermeras que, ni están de vacaciones, ni se han exiliado a Europa en busca de oportunidades. Este año, la competencia es aún más encarnizada. El mapa de los rebrotes crece imparable y el déficit de profesionales puede ser "mortal". Diego Ayuso Murillo, enfermero (de formación y vocación) y secretario general del Consejo General de Enfermería (CGE), habla sin tapujos del riesgo detrás de este agujero negro: "Si hay un rebrote en otoño, volveremos a tener problema y muy graves". A diferencia de las batas, las mascarillas o los respiradores, no hay impresiora 3D que supla una carencia crónica de sanitarias.

En la última década, España ha doblado el número de médicos graduados, pero solo ha elevado el de enfermeras en un 20%, lo que deja al país, a la cola de los 36 estados de la OCDE en el ratio enfermero/médico. "Se gradúan y se nos jubilan casi en la misma proporción", incide Ayuso. Las cifras de la OMS matizan esta idea: el 31% de las profesionales son menores de 35 años y el 21% son mayores de 55. Pese a la edad avanzada de las plantillas, España no está en riesgo de no tener relevo generacional de enfermeras. El año pasado en España había 316.094 diplomadas en Enfermería. El CGE cifró en 246.138 el cuerpo de enfermeras del país. 

El problema sobrepasa al Sistema Nacional de Salud. "El déficit se ha extendido también a las clínicas privadas y muchas se han visto obligadas a cerrar áreas asistenciales por falta de personal", lamenta Ayuso. Si los hospitales sacan plaza, las residencias se vacían. "Cuando alguien estudia Enfermería, generalmente, lo hace para acabar en un hospital y no en una residencia", señala Pilar Ramos, presidenta de la Asociación Madrileña de Atención la Dependencia (Amade).  Su organización cifra en 2.000 las enfermeras que requieren los centros de mayores privados para evitar la debacle.

Existe toda una pirámide salarial. Las enfermeras de los hospitales públicos cobran alrededor de 400 euros más al mes (1.500€ sin guardias) que las de los privados y las de las residencias públicas. Estas últimas reciben cerca de 300 euros más que las de los centros privados. "Estamos a la cola de la selección", lamenta Recesvinto Valiente, enfermero de Geriatría en una residencia pública de Madrid y portavoz del sindicato SATSE. La brecha explica que, en residencias como Colmenar, Arganda o El Carmen, una sola enfermera haya tenido que hacerse cargo de cerca de 400 pacientes. "Si esto nos pasaba una o dos veces... ahora va a ser una constante". El problema es aún más grave al mirar más allá del verano. El eco de un rebrote masivo en otoño lleva a pensar que Sanidad no renunciará al cuerpo de enfermeras reclutado cuando termine el verano. Si entonces hay un repunte, las residencias (públicas y privadas), se verán desarmadas y sin posibilidad de reforzar plantillas.

"Nos están alertando consejerías de algunas CCAA. Los listados para nuevas contrataciones se han agotado y no consiguen encontrar a personal que ocupe las vacantes", advierte Ayuso. La cosa no viene de ahora. La Sanidad española tiene una de las peores ratio enfermera/paciente de entre los países europeos del entorno. Con más de doce pacientes por cada profesional, frente a la media de ocho que prevalece al otro lado de los Pirineos. Cuando las cosas empezaron a torcerse, en plena debacle del coronavirus, el Consejo General de Enfermería voló (literalmente) para repatriar profesionales, pues alrededor de 8.000 españolas trabajan en el extranjero. "Embarcamos a medio centenar de vuelta a España", recuerda Ayuso. La marea se ha calmado y las enfermeras han hecho sus maletas. 

"No había enfermeras, cuando tuve que pinchar morfina a un residente" 

En los meses de julio y agosto, la carencia es crónica. Cuando el calor aprieta, se cierran camas y el personal sanitario queda bajo mínimos. Pero este no es un verano cualquiera. "No hay Bolsa de trabajo porque las enfermeras ya fueron contratadas durante la pandemia", explica Valiente. Las recién graduadas se toparán este verano con una escena poco habitual: habrá puestos para todas en el ámbito hospitalario. Valiente lleva trabajando más de treinta años en residencias públicas de Madrid. Pone como ejemplo a Rafa, un compañero de profesión que estudió con él y ahora ejerce en Transfusiones en el Gregorio Marañón: "A él le cuentan la carrera profesional, a mí no. La traducción es una brecha de 7.000 euros al año que su nómina sí refleja, la mía no".  Cuando el trabajo en hospitales escasea, las residencias salvan los muebles. Este año, "aparte de pocos somos menos"

La carencia de enfermeras afecta, a su vez, a otro eslabón de la cadena de asistencia: las auxiliares. Los centros sociosanitarios se alzan sobre tres patas: la hostelería, la sanitaria y la asistencial. Esta última recae en las técnicas de Cuidados Auxiliares de Enfermería o TCAEs. La presencia de una enfermera 24 horas en las residencias es prácticamente inexistente en los centros españoles. Ni pueden recetar, ni curar, ni prácticamente nada que se salga del guión que escribe el médico en sus visitas puntuales. Pero en un escenario de guerra como el que desencadenó la Covid, las competencias pasan a un segundo plano.

L.F. es TCAE en un centro sociosanitario privado. "La ley no me permite administrar un paracetamol si el médico no lo ha dejado en el cajetín del residente... sin embargo tuve que ponerle morfina a un residente con estertores". La profesional asegura que no han tenido respaldo del personal sanitario más que en momentos esporádicos. "En teoría no podemos hacer curas, si la enfermera viene una vez a la semana, el resto del tiempo el residente tiene la herida vendada... y no podemos hacer nada". Cuando tuvo que enfrentarse a la muerte de aquel anciano, sufrió una crisis de ansiedad. "Si me pillan me voy a la calle. Necesitábamos una ayuda que no llegaba". Siente pánico al pensar en un rebrote que les vuelva a pillar en primera línea y sin asistencia.

Durante el pico de la pandemia, enfermeras de todo el país se movilizaron a los epicentros del virus como Madrid o Barcelona. Pocas se quedaron. "Si no cuidas a los profesionales, al final se marchan", afea Valiente. No es buen año para recortes. Pilar Ramos apunta otra medida: "Durante la crisis la sanidad pública aceleró para contratar profesionales con título extranjero. El sector privado no tuvo esa opción". Acelerar la convalidación de títulos aplacaría el déficit de profesionales, pero no ataja el problema: España es un coladero de talento. La temporalidad y la brechas salarial que sufre la profesión no remitirá a base de parches, sino con una planificación a futuro. En este país no faltan enfermeras, sino reconocimiento.

*Las iniciales de la TCAE son ficticias para proteger su identidad.

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