La pobreza cotidiana en Cádiz

"No hay nada peor que pasar hambre": la solidaridad anónima sale al rescate social

  • Los comedores sociales y ONG duplican su actividad para atender a una población nueva, con rentas que jamás habían pasado apuros. 
Los agentes del CNP en San Fernando hicieron una colecta entre la plantilla para comprar pañales y potitos
Los agentes del CNP en San Fernando hicieron una colecta entre la plantilla para comprar pañales y potitos
CNP

Mario es un malaje. Lo dice él mismo para realzar el fenómeno personal que ha experimentado en los peores meses de su vida. De un día para el otro, pasó de dirigir un negocio con 13 años de vida que llevaba con cierta holgura a no tener ni para comer. "Me llamaban de todos lados: del banco para la hipoteca, de la luz, del teléfono... No tenía para nada. Estaba desesperado e hice algo que nunca pensé que iba a hacer: pedí ayuda para comer". Lo hizo a través de las redes sociales y la solidaridad chascó los dedos en este caso en forma de un empleo de emergencia para una empresa de reparto urgente (que le consiguió una clienta) y donaciones a través de Bizum. De pronto, descubrió que había gente dispuesta a ayudar por encima de sus posibilidades. "Aunque yo sé que no he sido siempre la persona más simpática del mundo", insiste desde su asombro este joven empresario a quien el hambre, esa plaga que no conoce amigos, le alcanzó de lleno

Como él, son decenas de miles los españoles que se han encontrado de pronto sin un colchón, sin dinero para alimentar a su familia. El fenómeno de las colas del hambre que se han visto en el barrio de Aluche en Madrid son más habituales cuando se baja a Cádiz, una provincia donde hay ciudades con casi la mitad de su población en riesgo de pobreza y con el mayor número de barrios pobres (donde más del 80% de sus habitantes no tienen recursos y la mitad de las casas están en ruina técnica) de todo el país, según cifras de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, una asociación que reúne desde Cáritas hasta cualquier organización social que se dedique a la atención a los desfavorecidos. 

Cádiz se encuentra a la cabeza de los peores indicadores imaginables de exclusión, toda vez que también lidera las cifras de paro, economía sumergida, precariedad laboral... Si Madrid tiembla por la crisis económica y social, hace décadas que el sur está en la Unidad de Cuidados Intensivos y se han acostumbrado a negociar con la miseria. "Aquí siempre hemos tenido problemas para atender a toda la gente que lo necesita, pero esta crisis no ha hecho más que multiplicar las necesidades", constata Ana María Ruiz, responsable de Cruz Roja en San Fernando. 

"Estamos viendo cosas que no habíamos visto antes. Sí, hay muchas familias que no es que fueran de clase media, pero que jamás habían tenido problemas para llegar a final de mes que vienen a nuestra puerta porque no saben ya lo que hacer. Han sido dos meses muy duros, pero todos sabemos que esto acaba de empezar. Lo peor está por llegar", explica Eulogio Sánchez, portavoz del comedor social El Pan Nuestro, un faro de solidaridad desde hace decenios en la Bahía gaditana y que ha visto todo tipo de crisis.

"Esta es peor porque se ha parado la actividad de un día para el otro y no sabemos cuánto estaremos así. Aquí han venido hasta taxistas y es normal ver a personas dar vueltas alrededor de la puerta porque les da vergüenza llamar al timbre. Hace diez años, todo vino poco a poco y nuestros usuarios siempre pudieron recurrir a las actividades ilegales, al marisqueo, a lo que fuera... pero ahora es que no hay nada de nada. Todo ha parado", abunda la representante de Cruz Roja, una organización que ha pasado de atender a unas 1.500 familias a superar las 2.000 con entregas de comidas, vales, material de limpieza, educativo y mucho asesoramiento solo en San Fernando, una ciudad de 100.000 habitantes. "La gente tiene que comer, pero también necesita una guía", añade.

En toda España, la organización solidaria ha atendido a 1,7 millones de personas desde el 17 de marzo. En la provincia Cádiz, se ha dado de comer a casi 5.000 familias y se han asistido a casi 30.000 en las distintas facetas a las que acude Cruz Roja. El próximo paso, como deslizaba Ana María Ruiz, en todo el país consiste en ofrecer una atención integral. "No es que se puedan dar muchos consejos de ahorro a quien cobra 200 euros al mes, pero una mano tendida siempre viene bien", consideran.

El comedor social del Pan Nuestro (en San Fernando) asiste cada día a cerca de 200 necesitados, entre familias o indigentes a los que dan de comer o desayunar directamente (multipliquen por cada día de alarma) con fondos que vienen en su mayoría de donaciones de todo tipo. "Cada vez que hemos pedido ayuda la hemos recibido", señala Sánchez para poner de ejemplo la colecta que organizó la comisaría de la Policía Nacional para comprar pañales, potitos... "Es solo un ejemplo de tantos y ahora hay más que nunca". Antes de la cuarentena se atendía a menos de la mitad de solicitantes tras conseguir aplacar de una vez los últimos coletazos de la crisis de 2008, que estuvieron golpeaando hasta hace dos años. "Llevábamos un año y medio  bueno y mira ahora..." 

La Infantería de Marina, un donante habitual del comedor social El Pan Nuestro, en San Fernando, también se encargó de su desinfección
La Infantería de Marina, un donante habitual del comedor social El Pan Nuestro, en San Fernando, también se encargó de su desinfección. / Armada

Ese ahora empezó a mediados de marzo. Antes del estado de alarma, el pub 'Irish's New York' era un bar que iba razonablemente bien. Daba lo justo para vivir a su propietario, empleaba a dos mujeres (una de ella, madre de tres niñas) y cubría las dos hipotecas pendientes: la inicial para su reforma en 2006 y la de su compra, que Mario decidió afrontar cuando el propietario del local iba a ser desahuciado por el banco por impago en lo peor de la anterior crisis y la entidad le ofreció quedarse con él. Todo fueron ventajas entonces.

Nada hacía pensar una catástrofe como la actual. El sábado 14 de marzo de 2020, mientras que el presidente Pedro Sánchez explicaba a última hora de la tarde la instauración del estado de alarma, el ambiente había decaído en el pub y Mario decidió cerrar en torno a las once cuando normalmente le sorprende la madrugada. 

Entonces, vino un fundido a negro de casi dos meses hasta el 11 de mayo, cuando Mario pudo plantarse de nuevo ante su local y levantar la persiana a la que no quería ni echarle un  vistazo cuando pasaba con su furgoneta de reparto en ocho largas semanas por el miedo, la pena y la rabia que le atenazaban. "La gente ha sido increíble y me ha salvado", resume a pocos días de pasar a la Fase 2 y empezar a calcular cómo repartirá las mesas disponibles en su interior. 

"En este tiempo solo he pensado en mis niñas", insiste para describir no a sus hijas sino a sus dos trabajadoras. El mismo lunes 16 de marzo, Mario cumplimentó el paso al ERTE de sus empleadas. No han cobrado hasta el viernes 8 de mayo, a unas pocas horas de reabrir las puertas. Él, sin embargo, sí recibió la ayuda para el cese de actividad de los autónomos, pero lleva peleando con los bancos un préstamo ICO, una moratoria de los pagos, una ayuda municipal, lo que sea... "Menos mal que está la gente porque si fuera por el Gobierno... hace tiempo que no veo un telediario de la impotencia que me da", lamenta.  

Lo que sí mira dos veces es la caja diaria. Porque no se cree que con unas pocas mesas esté ingresando una cantidad que le sirve para tomar un poco de aire, para devolverle la esperanza arrebatada a golpe de facturas pendientes. "Estoy trabajando no para cobrar algo, sino para pagar todo lo que debo", especifica mientras vuelve a señalar a los ángeles de la guardia de turno durante la pandemia: los más jóvenes. Fueron ellos, los chavales de entre 18 años y poco más de 20 los que convirtieron en viral su llamamiento de auxilio. De tanto compartirlo, terminó brotando el SOS en los muros de casi toda la ciudad. "Cuando una mujer me consiguió el trabajo de repartidor iba por las casas y la gente me conocía, me animaba, me ayudaba... más que el dinero, las palabras han sido lo mejor".

El pub de Mario es un homenaje a la película 'Gangs of New York', de Scorsese
El pub de Mario es un homenaje a la película 'Gangs of New York', de Scorsese. / La Información

También lo peor, aunque no quiera Mario ahondar en lo malo. Gente que le daba consejos económicos, que le reprochaba no haber ahorrado, que le acusaba de caradura... el reverso tenebroso de las redes sociales en toda su crueldad anónima. "No merece la pena quedarse con eso porque ahora lo que importa es que puedo levantarme por las mañanas con una salida. Solo quería eso, una salida y decirle a mis trabajadoras que volvieran, que nos repartíamos los turnos, que volvíamos a trabajar".

El regreso, sin embargo, se antoja mucho más complicado para miles de familias de la ciudad. En el Pan Nuestro y en Cruz Roja son conscientes de que va a hacer falta mucho más en los próximos meses que una solidaridad que, hasta el momento, también ha sido de récord. Igualmente, hay más voluntarios que nunca dispuestos a echar una mano. "En los peores momentos siempre sale lo mejor de las personas, pero hay que ser también realistas y los próximos meses van a ser los más duros y no sabemos cuánto tiempo podremos resistir. No hay nada peor que ver a la gente pasar hambre y eso es lo que nos espera", vaticinan desde El Pan Nuestro. 

Pan: Mario tiene que ir a comprar el pan antes de que la tienda de la esquina cierre a mediodía. Es viernes, 22 de mayo, y hace un calor veraniego que llenará la terraza a la noche y durante todo el fin de semana. Cierra la puerta no sin antes explicar que todas las banderas de un local que erigió como homenaje a la película 'Gangs of New York', de Martin Scorsese, son regalos de clientes a lo largo de los años. Está orgulloso de su bar. Ahora, más que nunca, está más que orgulloso de sus clientes.   

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