La reforma financiera, de objetivo común a punto de fricción

  • Washington.- El eco unánime con el que el G20 pidió la reforma mundial de los mercados se ha diluido desde la última cumbre, pues pocos países la han abordado con profundidad e incluso algunos de ellos han apuntado en direcciones contrarias.

Una Europa muy debilitada por la crisis presionará por la reforma financiera
Una Europa muy debilitada por la crisis presionará por la reforma financiera

Washington.- El eco unánime con el que el G20 pidió la reforma mundial de los mercados se ha diluido desde la última cumbre, pues pocos países la han abordado con profundidad e incluso algunos de ellos han apuntado en direcciones contrarias.

El próximo sábado se inicia una nueva cumbre del G20, en Toronto (Canadá), y sólo Estados Unidos acude a la cita con una ambiciosa reforma financiera en marcha, la más importante de los últimos 70 años. El Gobierno de Barack Obama se ha comprometido a aprobarla antes del 4 de julio.

Al otro lado del Atlántico, en Europa, las crisis de la deuda y las diferencias entre los Gobiernos han impedido abordar de momento una reforma conjunta, y la única iniciativa de importancia que ha prosperado en algunos países es la de imponer una tasa sobre la banca para financiar futuros rescates.

El mundo se encuentra hoy en una situación muy distinta a la de septiembre pasado, cuando se celebró la cumbre de Pittsburg (EEUU). Con el recuerdo todavía reciente de la rápida propagación de la crisis, los líderes se comprometieron a abordar reformas homogéneas, conscientes de que los mercados no tienen fronteras, .

Pero nueve meses después, y con los mercados ya recuperados, los compromisos parecen haber quedado en el olvido, como lamentaba hace unos días en Roma el jefe del Fondo Monetario Internacional (IMF), Dominique Strauss-Kahn.

"Estoy un poco preocupado por la falta de impulso" en la reforma del sector financiero, "dada la ingente tarea que tenemos por delante", afirmó en una conferencia.

Hace meses, explicó, "los líderes estaban muy comprometidos con hacer algo en el sector financiero, pero conforme la crisis ha desaparecido, muchos de ellos han volcado sus preocupaciones en el ámbito doméstico. Veo que la presión (para abordar la reforma financiera) no es han fuerte como antes".

El problema no es solo la falta de ímpetu, dijo Strauss-Kahn, sino las discrepancias entre unos y otros países.

Uno de los puntos de fricción es la tasa que se quiere imponer a los bancos, una idea que apoyan Europa y Estados Unidos, pero a la que se oponen con fuerza los países emergentes, Australia y Canadá, país anfitrión de la cumbre.

De momento, Gran Bretaña, Francia, y Alemania han decidido crear un impuesto que gravará a la bancos, iniciativa que, esperan, sea respaldada por el G20 en la cumbre.

No obstante, los países emergentes y Canadá se oponen con el argumento de que sus bancos no quebraron ni contribuyeron al pánico del 2008, que amenazó con quebrar el sistema financiero mundial, y por tanto no deben ser castigados.

EEUU apoya la idea, pero la imposición de un impuesto bancario ya no es una de las prioridades de los legisladores, aunque siguen negociando con la idea de gravar las actividades de Wall Street para financiar los futuros rescates bancarios.

Para EEUU, uno de los ejes de la reforma financiera es regular los mercados de derivados, que se expandieron sin control durante la última década y al que muchos apuntan como origen de la crisis financiera.

EEUU quiere obligar a los bancos a segregar sus negocios de derivados en entidades independientes, para evitar que una posible crisis arrastre a la entidad a la quiebra. Además, quiere crear un mercado regulado donde negociar estos contratos.

En Europa, sin embargo, existe un menor apetito por entrar en estas reformas y por obligar a los bancos a segregar sus negocios, si bien podría plantear durante el verano alguna iniciativa para obligar a las entidades a negociar los contratos a través de una cámara de compensación.

Uno de los temas en los que sí hay coincidencia es en limitar las excesivas bonificaciones de los banqueros, tal y como acordaron en la cumbre de Pittsburgh, y en someter a un mayor control a las agencias de calificación de riesgo.

Los dos temas aparecen en la reforma que maneja el Congreso de EEUU, mientras que en Europa hay planes para ponerla en marcha a lo largo del año.

También hay una coincidencia en la necesidad de aumentar los requerimientos de capital para la banca, en un intento de que ganen en solvencia y puedan sortear mejor la crisis.

No obstante, EEUU y Europa discrepan de nuevo en los plazos. Mientras el primero planea ponerlo en marcha de inmediato, el 'viejo continente' prefiere demorarlo ante el temor de que los bancos restrinjan el crédito y pongan en peligro una recuperación económica todavía incipiente.

Paco G. Paz

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