Aranda de Duero vuelve a celebrar esta semana sus días grandes con la acogida, un año más, del festival musical Sonorama Ribera, que alcanza su edición número 26. El evento, que cada año congrega a miles de fans de la música en español, espera atraer a un total de 125.000 asistentes durante los cinco días que se alargará la fiesta, que como suele ser habitual, trasciende al recinto ferial donde se celebran los conciertos hasta expandirse por las calles y recintos de la localidad burgalesa.
Para esta edición, tanto el festival como su principal patrocinador, el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, se han propuesto superar el hito del año pasado y alcanzar las 20.000 botellas de vino vendidas durante los días de festival, algo que podrían lograr si, como parece, muchos de los asistentes optan por alargar su presencia en Aranda de Duero dos días más hasta el martes 15, aprovechando el puente de agosto.
El vino se ha convertido en un elemento más del ambiente del festival y conforma la esencia del propio Sonorama. En la pasada edición volvió a formar parte de la carta de bebidas del festival y agotó todas las existencias, unas 2.000 botellas de 100 referencias distintas, a elegir entre tintos, rosados y blancos. A eso hay que sumar el consumo de otros vinos jóvenes y robles que, bajo el nombre de 'Riberocho', se sirven en las barras del festival para mezclar y servir como calimocho, una combinación que en el evento de Aranda es capaz de desplazar a otras bebidas más habituales.
18 millones de impacto económico directo
Javier Ajenjo, director del festival, atiende a La Información para confirmar que, un año más, el evento volverá a incrementar el impacto económico que deja en la ciudad. La actividad del Sonorama generará 18 millones de euros de forma directa en Aranda de Duero y sus alrededores, a lo que suma otros 15 millones en impacto mediático generado por la presencia del nombre de la localidad en medios de comunicación y redes sociales.
Estos 18 millones son 3 más que el año anterior y 6 más que los estimados por la consultora Kantar Media en anteriores ediciones, algo motivado por la inevitable inflación de precios que, por descontado, también se nota en todos los rincones de la ciudad, desde la hostelería hasta las barras del festival. Pese a ello, Sonorama presume de precios más asequibles que algunos de sus homólogos, tanto en barras como en las entradas, que no superaron los 80 euros para los cinco días.
Sin alojamientos desde hace semanas
Como cada año, la ciudad ribereña ha vuelto a llenar sus alojamientos turísticos, sin plazas disponibles en ninguno de los portales habituales de compra. Al boom del alquiler vacacional se suman cientos de propietarios que arrendan sus viviendas durante unos días aprovechando la alta demanda, todo ello pese a que el festival dispone de un camping que, por descontado, también ha agotado sus 14.000 plazas.
Para la presente edición, Sonorama ha reducido el aforo en unas 3.000 personas y se situará en un máximo de 35.000 asistentes por jornada. De ellos, 32.000 son abonos para todos los días del festival que ya han sido vendidos, y que se complementan con entradas de día para las que también han colgado el "todo vendido". El presupuesto de esta edición superará holgadamente los 5 millones de euros, y se reducirán ciertos costes de producción al eliminar varios escenarios.
El tema de los aforos también cobra especial protagonismo en las plazas del pueblo, donde miles de visitantes se agolpan para disfrutar de los conciertos. Para este año, el ayuntamiento de Aranda de Duero dispondrá de un sistema de inteligencia artificial que garantice un máximo de 5.000 personas en el interior de la Plaza del Trigo, el escenario principal durante las jornadas matutinas del festival.
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