Los efectos perversos de la guerra en Ucrania y el azote colateral de la crisis de la Covid aún golpean nuestra economía. Un escenario inestable al que ahora se le unen las consecuencias de un giro en la política exterior de España en el norte de África por parte del presidente, que ha puesto contra las cuerdas los negocios de compañías importantes -y de otros cientos de pymes- que tienen hoy asentados sus negocios en Argelia.
El pasado miércoles -a última hora del la tarde- nuestro vecino en el norte de África, irascible con el reconocimiento de la autonomía del Sáhara en favor de Marruecos, envió una misiva al Ejecutivo español para informarle de la suspensión de las relaciones comerciales. "Queremos la mejor relación con Argelia. Estudiaremos qué consecuencias puede traer esta situación. Actuaremos de forma serena, pero firme, siempre poniendo por delante el interés de nuestras empresas", sostenían ayer fuentes de Exteriores.
Las constructoras siempre ven en países como Argelia -que se caracerizan por su riqueza energética- una buena oportunidad para pelear contra otras empresas por contratos para llevar a cabo inversiones. Así, entre estas, destacan las refinerías, que son las instalaciones donde se somete al petróleo a transformaciones químicas. Técnicas Reunidas, que es uno de los gigantes especializados en este tipo de infraestructuras, presume de tener buena relación con Argelia después de lograr en 2019 un "importante" contrato de 1.800 millones.
Otra de las infraestructuras que despiertan el interés del sector privado en Argelia son las construcciones de las plantas desaladoras. Así, diversas compañías de nuestro país verán comprometidos sus negocios futuros en este territorio después de haber recibido importantes adjudicaciones. Principalmente Abengoa y Sacyr. La primera mantiene una relación estable con el gobierno argelino; en los últimos años ha levantado hasta tres plantas: Skikda (2009), Honaine (2011) y Ténès (2015). Mientras que la segunda, participa en dos de estas instalaciones mencionadas.
En menor medida, existen otro tipo de empresas que también se verán afectadas. Cabe mencionar Gallina Blanca, que en 2020 finalizó su proyecto de ampliación de una planta industrial alimentaria (en Orán), con una facturación de más de 1.200 millones de euros. Amadeus, que -como proveedor de soluciones tecnológicas en la industria del viaje- verá reducida su participación en el Aeropuerto Internacional Houari Boumedienne. La multinacional Indra, que en 2018 consigiuió por 47 millones transformar "de forma integral" el sistema que gestiona el tráfico aéreo de toda Argelia.
Otro de los sectores salpicados es el bancario. En 2017, CaixaBank abrió su primera oficina de representación en Argel, con el objetivo de apoyar a las empresas que mantienen relaciones comerciales con Argelia y a las compañías instaladas en el país que llevan a cabo transacciones con España. Esta actividad, unida a la relación activa con las entidades financieras locales, permitió al banco alcanzar una cuota de mercado del 40% de las garantías internacionales emitidas. Otro de los bancos allí asentados es Sabadell, que fue la primera entidad financiera en aterrizan en Argelia (2004).
En el día de ayer, la prensa argelina se hizo eco de los "lamentos" de los diferentes miembros del Gobierno a la decisión de su país. Desde el gobierno liderado por Tebboune confían en que esta drástica decisión tomada por su país haga recapacitar al ejecutivo español. Una realidad que azota no solo a las grandes compañías del país, sino a miles de pymes que de forma directa o indirecta participan en la exportación de sus productos (máquinas y aparatos mecánicos, cereales, material eléctrico, vehículos, productos farmacéuticos, productos lácteos, plásticos, hierro o acero, entre otros) a Argelia.
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