Pedanía de Yela (Guadalajara)

Vivir en el 'Fort Knox' del gas español: "Antes tenía pesadillas, aunque ya no"

Una veintena de vecinos reside sobre uno de los tres almacenes subterráneos de España que garantizan el abastecimiento si el suministro falla. "Suponemos que está controlado, es parte de los ingresos de la zona".

Imagen de la superficie del almacén de gas de Yela
Vivir en el 'Fort Knox' del gas español: "Antes tenía pesadillas, aunque ya no". 
yela.info

La pedanía de Yela, muy cerca de Brihuega, en la provincia de Guadalajara, apenas cuenta con 20 habitantes, aunque el CIS de 2019 reduce la cifra de empadronados a solo 11. Es una de las muchas localidades en el país que dan forma a la conocida como España vaciada, pero tiene una peculiaridad: cuenta con un almacén subterráneo de gas con capacidad para 1.000 millones de metros cúbicos desde hace una década. Esta localidad se constituye como el 'Fort Knox' español de las reservas de gas nacional ante un invierno que se podría ver marcado por la reducción de suministros rusos, al igual que hizo la reserva de oro americana en el periodo de entreguerras. Sus residentes parecen haberse acostumbrado a vivir sobre una amenaza latente, aunque eso no ha eliminado sus reticencias.

El de Yela es uno de los tres almacenes de estas características que hay en España -los otros dos se sitúan en Bermeo (País Vasco) y el Serrablo (Huesca)- y la empresa explotadora (Enagás) ya valora volver a apostar por la localidad. La gasista ha compartido esta semana que estudia adaptarlo al uso con hidrógeno con un coste estimado de 200 millones de euros. Una modificación que permitiría almacenar en un depósito centralizado el equivalente a la capacidad de 15 cavidades subterráneas repartidas, cuyo coste superaría los 1.000 millones de euros.

Fernando Mármol, alcalde pedáneo de Yela, cuenta, en conversación con La Información, que la puesta en marcha del almacén supuso una enorme preocupación para todos los vecinos durante casi cinco años. "En su momento lo intentamos parar, creamos una plataforma en contra porque no veíamos las ventajas", recuerda. La primera que puso el ojo en el territorio fue una empresa extranjera, la petrolera Shell, en los años 60. Estos primeros estudios revelaron que apenas había reservas de petróleo en la zona, pero sí suponía una oportunidad para el almacenaje de gas, debido a que el territorio de la localidad estaba hueco por la presencia de un antiguo mar salino, según relata el propio Mármol. No fue hasta los años 90 cuando se evaluó por primera vez la posibilidad de usar el almacén natural para el depósito de gas y tuvieron que pasar dos décadas más para que Enagás comenzase a mover los hilos para materializar el proyecto. Sin embargo, Yela no los recibió con los brazos abiertos.

"Tenía hasta pesadillas", confiesa el alcalde pedáneo. "Vivimos con mucha inquietud, nos daba mucho miedo", afirma. Desde la plataforma acudieron al Defensor del Pueblo y al Seprona, para que elaborase informes sobre los posibles vertidos. Poco a poco se fueron institucionalizando las relaciones entre vecinos y autoridades, y un grupo de representantes vecinales se sentó a la mesa con Enagás y el Delegado del Gobierno, ya que el apoyo de los lugareños era imprescindible para 'echar a andar' el almacén. No obstante, Mármol recuerda que el punto de inflexión fue la consideración como 'cuestión esencial para el país' por parte del Consejo de Ministros. "Después, no había forma de oponerse, nos vimos en cierta medida obligados, a pesar de que contábamos con el apoyo del Ayuntamiento de Brihuega".

A pesar de las preocupaciones iniciales, admite que después de casi diez años en funcionamiento se han acostumbrado a vivir con ello y hace tiempo que ya no es motivo de tertulia entre los vecinos. Los seísmos registrados han sido mínimos, asegura, "tres o cuatro en todo ese tiempo" y tampoco emite ruidos u olores como temían. Sin embargo, el almacén gasístico no se ha convertido en un gran impacto económico en la pedanía, aunque sí se ha traducido en ingresos para el Ayuntamiento del que depende esta, Brihuega. "Mientras se hizo el trabajo contrataron equipos locales, pero después requirieron de técnicos muy cualificados, gente de la propia empresa y los trabajadores de la zona no dan el perfil", asevera.

La población de Yela está envejecida, "yo acabo de cumplir 69 y estoy entre los jóvenes", bromea Mármol, "casi todos son jubilados y gente mayor" . "No hay nadie en la pedanía que viva del almacén, los trabajadores no residen aquí, aunque tampoco en Brihuega. Viven en Guadalajara", señala. "Nosotros no tenemos ninguna relación con los trabajadores de la empresa". Fernando Mármol destaca que sí sacaron otro tipo de beneficios de la negociación, como la reforma del Ayuntamiento que usan como centro de mayores y atención a la dependencia, la transformación de un camino o la financiación para las fiestas locales durante varios años. Enagás también corre con los gastos del traslado de los mayores hasta este punto y ha donado una pequeña furgoneta con la que conectar la localidad con Brihuega.

Sin embargo, el alcalde pedáneo se muestra preocupado por la dinámica que hace acudir a este tipo de regiones cuando se busca un suelo barato, como también es el caso de las placas solares. "Desde Enagás tuvieron mucha paciencia, nos dieron muchas explicaciones, nos mostraron planos y enseñaron diferentes ejemplos de almacenes en Alemania. Pero nadie piensa en hacer esto en Madrid". Tras 10 años de convivencia, siente que el miedo se ha minimizado entre la población, aunque hay ocasiones en las que es imposible negar el peligro latente con el que conviven. Por ejemplo, cuando aumenta la alerta terrorista y la pedanía es tomada por los GEO o el ser un posible objetivo de las fuerzas rusas si el conflicto escala al plano internacional.

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