Los accionistas de Abengoa se enfrentan desde hace una semana a su última disyuntiva. El no a la oferta de salvación que aseguraba tener amarrada el presidente de la sindicatura Abengoashares, Clemente Fernández, solo deja dos opciones: tirar definitivamente la toalla o seguir insistiendo en la vía judicial, pero únicamente para resarcirse por la vía penal en la Audiencia Nacional. Esta última posibilidad, cuya garantía de éxito tampoco está asegurada y supone un largo camino judicial, empieza a despertar en los últimos días a nuevos adeptos, agrupados ahora en una nueva plataforma.
Así lo aseguran desde el despacho Iuris & Factor, acostumbrado a defender a pequeños inversores en misiones de este tipo, como fue el caso de Q-Renta y el de Eurona. Desde el bufete explican a La Información que actualmente representan a más de 350 afectados que suman 30 millones de inversión acometida, aunque tienen previsión de incorporar a su causa a otro centenar de interesados (en Abengoashares son más de 3.000 pequeños propietarios) tras los últimos acontecimientos. El objetivo es que se persiga a los partícipes de una trama que, según explican, han cometido distintos delitos económicos, ocasionando daños irreparables.
No se ha sumado a esta vía ni tampoco tiene la intención de hacerlo el presidente de Abengoashares, Clemente Fernández. Es lo que aseguran las dos partes, aunque desde el despacho reconocen que esperan contar con él como testigo una vez se incoen diligencias en la Audiencia Nacional. Fernández, que aseguró contar con una oferta salvadora por parte de dos inversores extranjeros para toda Abengoa, plantó un recurso de reposición para frenar la liquidación de la matriz, pero el juez concursal rechazó sus argumentos y siguió adelante con su decisión inicial.
Otros accionistas afectados tampoco optan por la vía judicial y pasan directamente a resignarse. Para ellos solo queda tirar la toalla antes los últimos hechos acontecidos y el desgaste por el largo periplo emprendido hace años. Sobre todo, porque otras aventuras judiciales por la vía penal contra supuestos responsables de la deriva financiera del grupo de ingeniería, como Banco Santander o HSBC, fueron archivadas en su momento tras más de tres años de batalla judicial entre 2018 y 2021. Bajo el grupo Abengoajudicial, donde se agrupan ahora los afectados, se debate estos días sobre la conveniencia de seguir enfrascados en una pelea eterna.
Plan de liquidación
Las decisiones que se están tomando estos días previos a las vacaciones de verano se han precipitado tras conocer que la liquidación de la matriz sigue adelante. Consultado por este medio, el plan deja pocas dudas sobre lo que se apuntaba hasta el momento: la matriz de Abengoa es una suerte de cascarón vacío apenas sin activos (22,3 millones de euros para ser exactos) y cuya lista la componen principalmente la obra de arte San Pedro Penitente de los Venerables, del pintor Bartolomé Esteban Murillo, y una residencia, La Antilla, en Huelva, donde veraneaban hace años los empleados.
De acuerdo al resto de la documentación, el juez concursal ha dado plazo a los acreedores personados para que realicen alegaciones y concreten sus muestras de interés por estos activos. Bajo la tutela de la big four EY como administrador concursal, la previsión es que el plan de liquidación se selle en septiembre, una vez superado el mes inhábil de agosto en el calendario judicial. Las fórmulas para dar salida a estos activos son tres: la subasta o venta concurrencial ante la administración, la venta mediante entidad especializada o la venta al mejor postor.
Una opción alternativa a esa salvación de Abengoa pasa por olvidar la matriz y buscar solo dar salida a las unidades productivas, dejando de lado las opciones de los accionistas de la compañía. Es un plan en el que trabaja desde hace apenas un mes el Gobierno, después de haber rechazado un rescate a través de la SEPI de 241 millones de euros. Junto al Ejecutivo central trabaja el Cesce y la Junta de Andalucía en una mesa técnica en la que se explora la manera de proteger el máximo número de puestos de trabajo en el futuro. El reloj sigue descontando las horas y todavía no hay una solución posible.
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