El adiós definitivo al Popular: Banco Santander cierra el proceso de absorción

  • La entidad presidida por Ana Botín integra jurídicamente al banco, lo que implica su disolución efectiva y su desaparición del registro mercantil.
Antigua sede del Popular junto a la A-2
Antigua sede del Popular junto a la A-2
EFE

Banco Popular desaparece definitivamente este viernes 28 de septiembre, una vez que Banco Santander absorba jurídicamente a la entidad. Se trata de un paso esperado que da por finalizado la compra y que significa que el nombre de Banco Popular se eliminará definitivamente del Registro Mercantil. Además, una vez se cierre el proceso burocrático ambas entidades podrán profundizar en el verdadero proceso clave en la adquisición: la integración de ambas redes.

El pasado mes de abril, los respectivos consejos de administración -del Santander y del Popular- acordaron aprobar y suscribir el proyecto de fusión por absorción. En ese momento, ambas entidades obtuvieron la autorización del entonces Ministro de Economía y se procedió a poner en marcha el proceso que justamente se cierra este mismo viernes. De hecho, es el procedimiento más utilizado en aquellos casos en que una de las empresas tiene problemas financieros. Al contrario de lo que ocurre con las fusiones, que se disuelven las dos firmas, en este caso solo desaparece la pequeña, en este caso el Popular, para que su patrimonio se incorpore al activo de la grande, Santander.

La operación ha seguido un esquema cronológico para que Santander pueda absorber no solo a Popular sino también a sus firmas asociadas. El primer paso, lo dio el Consejo de Banco Popular al aprobar que la entidad integrase a Banco Pastor y a sus filiales. Una vez se ha llevado a cabo, "Banco Santander adquirirá, por sucesión universal, la totalidad de los derechos y obligaciones de Banco Popular, incluyendo los que hayan sido adquiridos de Banco Pastor, y de Popular Banca Privada, en virtud de la fusión por absorción", explicó el propio banco a la CNMV.

La absorción jurídica abre la puerta al principal proceso que debe asumir Banco Santander tras la compra, la integración de ambas redes. La unificación tecnológica es la parte más costosa en cualquier compra de un banco por otro, también la más sensible; como ha quedado demostrado con el caso de Banco Sabadell en Reino Unido. De hecho, la entidad presidida por Ana Botín reconoce que lleva varios meses trabajando técnicamente en ello para evitar sobresaltos.

"La migración de redes culminará con la unificación de los datos de los clientes y su posterior volcado sobre una plataforma común". En ese momento, no habrá manera de diferenciar entre que ingresos proceden del negocio del Santander España y cuales del Popular. Hasta ahora, pese a que Santander ya no ofrece en sus cuentas el desglose en España entre su propio negocio y el que pertenece a su adquisición, si se pueden encontrar las cuentas de la entidad. De hecho, en el espacio temporal que va de junio de 2017 -momento de la compra por parte de Santander- y el mismo mes en 2018, la entidad ganó 85,86 millones, según los datos de la Asociación Bancaria Española.

La puesta en marcha de una plataforma común se trata de un reto importante para la entidad que preside Botín, debido a la ingente cantidad de información que debe añadir. En el momento de la compra, Popular mantenía en España algo más de cuatro millones de clientes cuyos datos -desde personales, al histórico de movimientos o productos contratados- se deben volcar y posteriormente poder gestionarse desde dicho entramado común. El volumen de clientes se traduce en más de 90.200 millones en créditos y otros 88.800 en depósitos. Además, Santander también debe asumir la incorporación del segmento de negocio del Popular en Portugal, con más de 6.000 millones en créditos.

Álvarez liderará la integración

La absorción del Popular se cierra pocos días después del importante cambio en la cúpula directiva del banco. El nuevo encargado de pilotar la unificación de las entidades será el hasta ahora consejero delegado, José Antonio Álvarez, que asume el cargo de nuevo presidente de Banco Santander España. "Como presidente ejecutivo de Santander España, completará la integración de Banco Popular", explicó la propia presidenta. Una tarea que el propio Álvarez reconoce: "Por delante tenemos retos muy importantes como son la unificación de las dos redes".

Además, el propio Álvarez deberá lidiar con otros problemas menos vistosos. El primero, será hacerse cargo de manejar la puesta en marcha del nuevo ERE que llevará a cabo Banco Santander en 2019. El antecesor en el cargo de Álvarez, Rodrigo Echenique, ya explicó meses atrás que la firma llevaría a cabo el próximo año un proceso de reajuste de oficinas y plantilla. Echenique advertía de la necesidad de está medida, puesto que "es muy probable encontrarse en una misma calle distintas oficinas del mismo grupo -Banco Santander más Popular-".

También afrontará la necesidad de convertir el segmento bancario español es un generador neto de beneficios para la entidad. Se apoyará para ello, en que el nuevo gigante creado tiene la mayor cuota de mercado entre sus competidores. De hecho, las cuentas que hizo el propio Santander es de que en 2019 el efecto Popular se note en el beneficio por acción y que en 2020, la inversión retorne entre un 13 y un 14%.

Por último, Álvarez como presidente deberá encargarse de los múltiples frentes abiertos que Banco Santander tiene abiertos por el caso de la compra de Popular. En especial, cuando el juez levante el secreto de sumario de alguno de los casos y mucha de la información en manos de los reguladores europeos, entre ellos el BCE y la JUR, vean la luz.

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