A la espera de un sistema de etiquetado nutricional

La cara B del 'caso Nestlé': "Nunca se han autoproclamado como saludables"

La multinacional suiza, cuya facturación alcanzó en 2019 los 87.068 millones de euros, reveló a través de un documento interno visto por el Financial Times, que el 60% de sus productos no son saludables. 

Nestlé
La cara B del 'Caso Nestlé': "Nunca se han autoproclamado como saludables". 
NESTLÉ

La multinacional de alimentación más grande del mundo reconoció, en un informe interno, que más del 60% de sus productos no cumplen con los estándares para ser saludables. A pesar de que la compañía ha declarado que trabaja para replantear su estrategia y adaptarla a las "necesidades nutricionales de los consumidores", el documento no deja margen de dudas. Como daba a conocer el Financial Times, productos como el croissant de tres carnes DiGiorno sobrepasa un 40% la cantidad recomendada de sodio y la bebida anaranjada San Pellegrino está calificada con la peor letra por el etiquetado frontal Nutri-Score, la "E",  debido a su alta tasa en azúcares. 

Como estos dos, un elenco de productos están bajo lupa sanitaria, a excepción de los alimentos para bebés, para mascotas, el café y la división de ciencias de la salud: el 96% de las bebidas (como Nesquik y Nestea) y el 99% de productos de confitería y helados de Nestlé (como los famosos Pirulo y los derivados de sus chocolatinas Kit-Kat, Toblerone o Maxibon) tampoco superan los umbrales óptimos nutricionales. "La gama de cereales, que van de Chocapic a Estrellitas y Lion seguro que también se van de azúcares", augura Mónica Barreal, divulgadora nutricional y Directora del Área de Nutrición del Centro Médico y de Rehabilitación Premium Madrid. Barreal parte de la premisa de que las multinacionales alimentarias trabajan a contrarreloj para mejorar sus ventas anuales y que el consumidor no se vaya a la competencia. Por eso, enfatiza a La Información"El cliente de la industria alimentaria no es el cuerpo, sino el cerebro. Es el viaje gastronómico que tenemos cuando lo probamos. Y esa adicción que genera ese producto". 

Hace un apunte para refrendar su postura: "El edulcorante deja un recuerdo en boca de unos tres días. Con lo cual, el consumidor repite por la información que le da a su cerebro". En este sentido, productos como las pastillas de Avecrem de Gallina Blanca o las Maggi de Nestlé contienen  glutamato monosódico, uno de los aditivos más extendidos. Pero se trata de fórmulas instauradas que, además de obedecer a una estrategia de mercado, también responden a hábitos. Una estructura piramidal va de la base a la cúspide, de la compra a la mesa. Como explica Barreal, "te conviertes en rehén de la industria alimentaria porque ya no se prepara pasta fresca sino que se compra Buitoni. No se busca una pizza por salud sino algo barato y fácil para comer". Por eso, afirma, que aunque Nestlé busque estrategias para nuevos tiempos donde hay más presión nutricional, "no trabaja para la salud mundial, y nunca se han autoproclamado como saludables". 

En cuanto a la reputación, la nutricionista vaticina que la penetración de la marca es tan pronunciada en la sociedad que las despensas españolas no echarán de menos los productos de Nestlé. Aunque, seguir comprándolos, no significa confundirlos con saludables. Por eso, la nutricionista hace un llamamiento a, valga la redundancia, retomar el gusto por la cocina y los productos frescos, marcando la diferencia entre una dieta equilibrada y un alfabetismo nutricional: "En el fondo da igual que Nestlé tenga un 60% de productos no saludables, como consumidores deberíamos consumirlos como Eurovisión. Una vez al año"

El debate sobre el etiquetado Nutri-Score 

Un semáforo nutricional que funcione como un termómetro (de la A, verde, a la E, rojo) sobre la salubridad de un producto. Esa es la herramienta que la Unión Europea plantea instaurar en el etiquetado de sus productos, a modo de respaldo informativo a los ingredientes descritos en el reverso del 'packaging'.  Y España no se ha echado atrás, como tampoco lo ha hecho, sorprendentemente, Nestlé. El Ministerio de Consumo, con Alberto Garzón a la cabeza, anunció en marzo que espera implantar en España el sistema Nutri-Score a finales de 2021, respaldado por 300 científicos que firmaban a favor del etiquetado. Sin embargo, algunos críticos del sector nutricional sospechan del "semáforo", achacando que es una forma de blanqueo a los procesados. 

Cuando se empezó a hablar de su posible llegada a la península, muchos se escandalizaron al ver, en el barómetro, que la letra que se le daba al aceite virgen extra era una D, en contraposición a la que se le daba a la Coca-Cola Zero, una B, la segunda mejor posición. El problema es el mismo en cualquier regulación, y se trata de definir los criterios. Diversos nutricionistas, entre ellos Barreal. Halagan el etiquetado adjunto utilizado en Chile, en el que diversifican el tipo de exceso en el sello mediante, por ejemplo, "alto en azúcares". Por lo que un mismo producto puede informar de ser "alto en sodio" y también en grasas saturadas. 

El sistema Nutri-Score responde a un algoritmo que une diferentes elementos favorables y desfavorables por cada 100 gramos o miligramos del alimento. De esta forma, se hace una conclusión nutricional que adjudica una de las cinco letras. Aún así, pese a sus limitaciones, el "semáforo" cuenta con un consenso claro. La OCU se ha manifestado a favor, aunque propone una mejora como valorar negativamente la presencia de determinados aditivos, como los edulcorantes. Por otro lado, el sector más crítico, del que forma parte Barreal, cree que dicha regulación impulsa a la reconversión, pero no por ello tiene que mejorar la oferta alimentaria de productos saludables: "Ahora son más de la mitad los productos de Nestlé que no cumplen los estándares, pero si el criterio son los azúcares, se sustituye por edulcorante. En cinco años quizá más productos cumplan los estándares, pero porque se han reformulado", concluye. 

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