'Alerta telecos': así sacuden los fondos activistas a las grandes operadoras

  • BT, Telenor, Telecom Italia... y ahora AT&T viven su irrupción tras la que exigen el troceo del grupo, la venta de activos o recorte fuerte de gastos.
'Alerta telecos': así sacuden los fondos activistas a las grandes operadoras
'Alerta telecos': así sacuden los fondos activistas a las grandes operadoras

AT&T es su última 'víctima'. El gigante estadounidense de las telecomunicaciones, valorada en más de 275.000 millones de dólares, ha recibido la visita menos deseada por su cúpula: la del fondo activista Elliott Management. Su irrupción viene acompañada de una sacudida en los despachos de sus gestores, con duras exigencias para tratar de relanzar la compañía. Es el último en vivirlo. Antes fueron British Telecom, Telenor o Telecom Italia. Un troceo del grupo, la venta de activos no estratégicos o fuertes recortes de gasto han sido las exigencias que han puesto sobre la mesa.

Activista es el fondo de inversión especializado en entrar en compañías en problemas o infravaloradas. Su objetivo no es otro que tomar una participación relevante en el accionariado, para desde esa posición, reclamar cambios drásticos en la estrategia y, posteriormente, vender con la mayor plusvalía posible. ¿Por qué este tipo de vehículos han puesto sus ojos en el sector de las telecomunicaciones? Las principales operadoras viven años de pobres desempeños en bolsa, con abultadas deudas financieras y problemas de crecimiento futuro en un mercado en el que se teme que la conectividad se convierta en una 'commodity' y los márgenes se trasladen a los servicios ofrecidos por terceros sobre esas redes. El cóctel perfecto.

En este contexto, en el último año se han completado varios aterrizajes de este tipo de inversores en los accionariados de grandes operadoras en Europa. British Telecom recibió la visita de Greenligth Capital. Vodafone recibió la amenaza, sin que fructificara, de Elliott. La nórdica Telenor tuvo que lidiar con Constructive Capital... y Telecom Italia ha visto cómo Elliott se hacía con el control de su consejo en una durísima batalla por el poder del antiguo monopolio transalpino. Esta semana este mismo fondo estadounidense ha comunicado su llegada a AT&T, el operador de referencia en el mercado norteamericano. En todos los casos han sido recibidos con muchos recelos por los altos ejecutivos y con vítores por buena parte de los accionistas.

¿Cómo justificaba Elliott su llegada a AT&T? Según sus gestores, en la compañía se daba una "combinación única" de bajo rendimiento "histórico" en bolsa, una valoración "deprimida", un conjunto de activos "bien posicionados" y un camino "claro" para generar valor a los accionistas.

Los sacrificios exigidos

Tanto en el de AT&T como en el del resto hay exigencias comunes que se han ido repitiendo una tras otra. Al margen del cambio en el equipo directivo, con la entrada de consejeros independientes, una de las más destacadas es el troceo de estos grandes grupos para desgajar y acabar vendiendo unidades que terminan de ser rentables o que pueden ser bien valoradas en el mercado pero no son estratégicas. En varios casos han señalado a las redes de telefonía fija, con menos peso de cara al futuro y sobre las que ya hay acechando muchos fondos de inversión especializadas en telecos.

Otro de esos sacrificios planteados por estos fondos es el de la revisión del desempeño de todos los activos y la compartición de gastos, especialmente vinculados al despliegue de redes de cara al nuevo 5G, con otros competidores que eleven la rentabilidad futura. A esto hay que sumar también un recorte agresivo de gastos, en el que se incluye también despidos masivos para tratar de racionalizar las estructuras. Sólo en el caso de AT&T reclama una reducción de hasta 10.000 millones de dólares.

Todas ellas son medidas agresivas con las que elevar el valor de la empresa en tiempo récord y rentabilizar su inversión (sólo AT&T el desembolso de Elliott ha sido de casi 2.900 millones de euros). En este sector de las telecos no siempre han tenido éxito. Por ejemplo el activista que llegó a mediados del año pasado a British Telecom -que ha puesto sobre la mesa un enorme paquete de despidos y una revolución en su equipo directivo- no ha logrado sus objetivos. "Hemos vendido con una ganancia modesta; desafortunadamente, se ha hecho muy poco para priorizar los intereses del accionista y por eso seguimos adelante", admitía Greenlight Capital, conocido por haber sido uno de los 'bajistas' que apostó contra Lehman Brothers antes de que cayera en 2008. En Telenor, Constructive Capital, un fondo poco conocido, ha conseguido muy pocos cambios después de exigir elevar los niveles de deuda o mirar opciones para vender su infraestructura de redes móviles. Aún no ha salido.

Pese a ello, su influencia es importante en el mercado. Y prueba de ello es que algunas de las compañías que aún no han recibido la visita de estos fondos ya han tomado algunas de las medidas agresivas que exigen. En el caso de Telefónica, que ha estado entre los objetivos de la propia Elliott en los últimos meses, han iniciado una revisión a fondo de todos sus activos para vender los menos rentables (Centroamérica) y otros ambicionados por potenciales inversores (las torres de telecomunicaciones). También ha anunciado diferentes acuerdos de compartición de gastos con otros operadores y ha puesto sobre la mesa un nuevo plan para recortar hasta 3.000 empleos con salidas voluntarias, con los que generar un ahorro importante y una simplificación de la estructura.

En algunas han aterrizado y en otras hay un cierto temor de que lo acaben haciendo en el futuro próximo. Los fondos activistas sacuden el sector de las telecomunicaciones. Y algunas ya se han puesto la venda antes de recibir el golpe.

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