La guerra de Ucrania se ha convertido en el principal lastre de la mayor parte de las compañías. Un ejemplo de la crisis al conflicto bélico lo marca el grupo de telecomunicaciones sueco Ericsson que señala el freno de sus actividades en Rusia como la principal consecuencia para que el gigante ganara 2.900 millones de coronas (unos 281 millones de euros) en el primer trimestre de 2022, un 8% menos interanual y un 71% menos que en el último trimestre de 2021, informó este jueves la compañía. El beneficio neto de explotación (ebit) fue de 4.700 millones de coronas (unos 456 millones de euros), una caída interanual del 10%; respecto al trimestre precedente la bajada fue del 60%. Las ventas ascendieron a 55.100 millones de coronas (unos 5.347 millones de euros), un 11% más en ritmo interanual, precisó Ericsson en un comunicado.
La empresa sueca recuerda que la guerra en Ucrania ha tenido como consecuencia la "reconsideración" de sus actividades en Rusia. La firma anunció esta semana que ha hecho por ello una provisión de 900 millones de coronas (88 millones de euros) en el primer trimestre de 2022 por deterioro de activos y otros costes excepcionales. Cerca de un tercio de esa cantidad tendrá impacto en el "cash flow" (flujo de caja) de la compañía, reconoció la empresa sueca.
En 2021 Ericsson tuvo unos beneficios de 23.000 millones de coronas (2.196 millones de euros), un 30% más interanual, y su beneficio neto de explotación (ebit) fue de 31.800 millones (3.036 millones de euros), un 14% más. Las ventas netas ascendieron el año pasado a 232.000 millones (22.179 millones de euros), una cifra casi idéntica a la registrada el año anterior. Ericsson aludió además en su comunicado al caso de presunta corrupción en Irak, en relación con pagos que pudo hacer la empresa a la organización terrorista Estado Islámico (EI).
Los responsables de la empresa aseguraron que se está colaborando con el Departamento de Justicia de Estados Unidos en relación con ese caso y que fue la aplicación de normas internas de la compañía lo que "permitió identificar la mala conducta en Irak, que comenzó al menos en 2011". El caso fue destapado inicialmente por medios suecos y confirmado posteriormente por un informe interno de la compañía. El informe concluía que existía evidencia sobre corrupción en ese país asiático en el pasado y que podría incluir pagos a miembros de la organización terrorista.
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