La puja está anunciada para primavera

Másmóvil rechaza ser la 'liebre' que cebe la carrera por el 5G en la subasta de junio

  • La operadora no quiere repetir el papel de su homólogo alemán, que tras invertir 1.000 millones en espectro ha sido castigado por los inversores.
Meinrad Spenger
Meinrad Spenger
Másmóvil

No tiene necesidades de espectro, ni tiene previsto un despliegue masivo propio con su infraestructura. Y por eso Másmóvil no quiere un papel clave como el que sí asumió su homólogo alemán Drillisch el pasado año 2019. El cuarto operador español quiere pasar de puntillas en la subasta de 5G y no convertirse en una ‘liebre’ que acabe por encarecer los precios con sus pujas. Una decisión que rebajaría la presión sobre el resto de operadores que buscan recortar al máximo la factura de esta compra de las frecuencias de 700Mhz.

El antecedente hay que encontrarlo en Drillisch. El cuarto operador germano homólogo de Másmóvil en su país, acudió con el cuchillo entre los dientes a la subasta de espectro de las frecuencias más altas para las redes ultrarrápidas que tuvo lugar el pasado año en Alemania. Su papel fue muy criticado por el resto de competidores, al cebar las pujas y elevar de manera importante el precio pagado por las licencias hasta colocarlo por encima de los 6.500 millones de euros. Puso sobre la mesa 1.000 millones para comprar varios bloques de frecuencias, que después la lastraron en bolsa, ante las dudas de cómo rentabilizará esa inversión y, sobre todo, las implicaciones de gasto para los próximos años en despliegue propio.

Las diferencias son significativas, pues esa era la primera subasta de frecuencias 5G. La que prepara el Gobierno de Pedro Sánchez es ya la segunda y se centra en la banda de 700MhZ. Pero la realidad es que esa experiencia previa ha pesado en la estrategia de Másmóvil que no quiere tomar ese protagonismo, ni ese papel de agitador de la puja en España. "El espectro de 700MhZ está bien pero no es un requerimiento imprescindible; nos encantaría tenerla y sería una pena que fuésemos el único cuarto operador sin bandas bajas; pero podemos vivir sin ello", zanjaba el consejero delegado de Másmóvil, Meinrad Spenger, que se sacudía la presión de nuevo y volvía a quitarse esa vitola de aspirante.

Las razones están muy claras y las señaló el propio Spenger. No tienen previsto invertir ahora mismo en toda España, pues cuentan con acuerdos de utilización conjunta de redes de Telefónica, Vodafone y, sobre todo, Orange. No cuentan con bandas de frecuencias bajas que puedan ser juntadas con las que serán adquiridas en la subasta. "No tenemos previsto ampliar de 5.000 a 20.000 antenas, lo que dificulta la amortización... En nuestro caso, es mejor ser eficientes en las inversiones", apunta.

Esta estrategia para enfriar su interés, al menos de cara al público, tiene también un componente bursátil. En el informe anual del ejercicio 2019 presentado ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), advertía de las razones que habían desembocado en un comportamiento peor de sus acciones frente a la media del Ibex 35. ¿La razón? La incertidumbre sobre las inversiones requeridas para el desarrollo del 5G, para el despliegue de fibra en algunos países europeos o el elevado endeudamiento de algunos operadores. "Másmóvil ha despejado las incertidumbres referentes a inversiones en 5G y fibra mediante los acuerdos con otro operador", apuntan.

El operador al que se refiere es Orange. Y el acuerdo es la ampliación del contrato mayorista firmado con la operadora francesa que le permite al cuarto operador acceso a cobertura nacional de 5G. "El acuerdo resuelve en una sola transacción las necesidades futuras en todo el país y con la suficiente flexibilidad como para acomodar todo el crecimiento futuro del grupo", apostillan. El mensaje es el mismo: no lo necesitamos, porque ya tenemos la red.

Para ver antecedentes de su comportamiento hay que remontarse al año 2018. El Gobierno ejecuta una subasta que sacaba al mercado bandas altas para el 5G, más útiles para llegar a zonas con tráfico de datos y llamadas altos (las que se sacarán a concurso ahora son más bajas, que permite consolidar cobertura en el interior de los edificios y en zonas más remotas). Másmóvil decidió no sacar la chequera en ese momento y, por tanto, la factura final no fue especialmente alta. Después acudió, al margen de todos los focos, a comprar frecuencias de la operadora Eurona Telecom por un total de 30 millones de euros.

La consecuencia de esta estrategia de bajo perfil de Másmóvil adelanta una subasta menos costosa para el resto de competidores españoles. Traslada menos presión a Telefónica, Vodafone y Orange que sí se juegan mucho en estas pujas. Las previsiones confirman que, con toda probabilidad, superará la barrera de los 1.000 millones de euros, pero será una incógnita la cifra final y, sobre todo, las condiciones de pago que se impondrán por parte del Gobierno.

En apenas tres meses se resolverá el misterio. El Ejecutivo de Pedro Sánchez ha retrasado al máximo la subasta hasta el mes de mayo. Los plazos se apuran y habrá poco espacio para las pujas. El objetivo era que el 30 de junio se pudiera acceder a esas frecuencias. Sea como sea, Másmóvil ya fija su estrategia de inversión. Quiere pasar bajo el radar.

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