En los complejos de Merlin Properties

Purificadores: de prueba de la NASA a 'placebo' en los centros comerciales

Los polémicos filtros HEPA, no reconocidos como efectivos contra Covid-19 por ningún organismo sanitario, ¿son preventivos o solo sirven para crear una falsa sensación de seguridad?

Flechas, geles, carteles...
Purificadores: de prueba de la NASA a 'placebo' en los centros comerciales.
Mamen Borreguero

En plena desescalada se antoja más necesario que nunca garantizar que la crisis del coronavirus no vuelva a repetirse. Por eso, los espacios comerciales que empiezan a retomar la actividad estos días siguen a pies juntillas las indicaciones del Ministerio de Sanidad en materia de prevención, con aforo limitado y distancia de seguridad entre clientes. En aras de dotar de mayor seguridad, Merlin Properties anunciaba esta semana la instalación de purificadores de aire en sus centros comerciales; una medida criticada desde las principales asociaciones de consumidores como la OCU y que no tienen ningún efecto en la prevención del coronavirus en espacios abiertos o semiabiertos, según la OMS y la propia Sanidad.

La compañía encargada de la instalación de los purificadores de aire en estos centros comerciales, PHS Serkonten, argumenta que utiliza un tecnología con una efectividad del 99,8% en micropartículas como la de la Covid-19. Se refiere a los filtros HEPA, capaces de atrapar -que no de eliminar- la práctica totalidad de las partículas mayores de 0,3 micras y que son un instrumento que en los últimos tiempos -especialmente desde la crisis del SARS- se ha vuelto bastante común en zonas hospitalarias de aislamiento o tan reducidas que necesitan ventilación constante.

El problema es que el tamaño de una partícula de Covid-19 es de unas 0,12 micras -casi tres veces menor que la capacidad de filtrado de un purificador- y que, en entornos tan amplios como un centro comercial, es casi imposible que sean atrapadas por estos aparatos. De hecho, jamás se ha llevado a cabo un experimento de este tipo en un espacio de las dimensiones de un centro comercial y, quizás por eso, los filtros HEPA apenas se mencionan un par de veces en la extensa bibliografía elaborada por Sanidad en cuanto a medidas de prevención desde el inicio de la crisis del coronavirus.

PHS Serkonten -filial de la británica PHS Group- creó a finales de abril el distintivo 'Libre de Covid', una suerte de homologación de espacios comerciales no dependiente de ninguna institución, y basa su modelo de negocio en la higienización de estos mismos espacios. Al margen del posible conflicto de intereses, quizás lo más paradójico es que el fabricante de los filtros HEPA que instala, llamado Aeramax Pro, ha desmentido públicamente que sus filtros sean eficaces contra la Covid-19. En este sentido, cabe preguntarse: ¿es más seguro un centro comercial con purificadores de aire o se trata simplemente de un 'efecto placebo' para crear una falsa sensación de seguridad en el consumidor?

La historia de los filtros HEPA

Existe mucha confusión respecto a los filtros HEPA en la actualidad. Lo primero que hay que señalar es que aún no se han realizado estudios concretos sobre su efectividad a la hora de retener partículas de Covid-19, por lo que la mayoría de la información de la que se nutren medios o agencias sanitarias es inferida. Sí existe alguna oportuna investigación reciente, como la llevada a cabo por el propietario de una empresa de higiene industrial y publicada en ReseachGate, que trata de evidenciar que el tamaño de la partícula filtrada no condiciona la eficacia del aparato.

Se trata de una afirmación parcialmente correcta, basada en estudios de hace entre 8 y 25 años, cuando, paradójicamente, los filtros HEPA eran de uso casi exclusivamente industrial. Para entender su escasa comercialización hasta los últimos años, hay que viajar mucho más atrás en el tiempo, hasta los años 40, cuando los filtros HEPA eran parte del Proyecto Manhattan, dentro programa nuclear de EEUU en la Segunda Guerra Mundial. En concreto, su primer diseño -incluido en el bozal de una máscara similar a las antigas- estaba pensado para evitar entrar en contacto con partículas radiactivas en caso de una eventual guerra nuclear.

Fue el Nobel de Química Irving Langmuir quien estableció la máxima que sigue imperando 80 años después: para ser efectivo, el filtro tenía que ser capaz de atrapar partículas de en torno a 0,3 micras, que era el tamaño de las más peligrosas y nocivas detectadas hasta entonces. Esa cifra, que hoy repiten como un mantra la OMS, el CDC y otros organismos sanitarios para hablar de mascarillas o purificadores de aire, jamás estuvo pensada para la Covid-19, con un tamaño de 0,12 micras, sino para una guerra atómica que jamás se produjo.

De un experimento de la NASA a estar en cada hogar

De ahí que solo la NASA, otras agencias de alta ingeniería y parte de la industria farmacológica se interesasen por los filtros HEPA en la siguiente década y que, hasta los últimos años, se haya tratado de una tecnología prácticamente desconocida para el gran público: lo que en los 80 era una técnica de filtrado del aire exclusivamente reducida a entornos reducidos como habitaciones de hospital pasó a convertirse en un remedio casero para la creciente contaminación de las grandes ciudades; ahora, cualquier persona con un purificador de aire cree estar a salvo de cualquier nanoorganismo.

Pero precisamente la NASA elaboró en 2016 el último estudio serio respecto a los filtros HEPA. En él, aparece la segunda cifra que repiten organismos sanitarios y vendedores de purificadores: es eficaz al 99,97%. La clave reside en que este tipo de filtros no funcionan como una 'red de pescador' con un diámetro concreto por el que unas partículas pasan y otras no , sino que se trata de una serie de factores de retención, entre los que se combinan la inercia, la difusión y la capacidad de intercepción de una partícula. De ahí esa altísima efectividad de los filtros HEPA. Solo hay dos problemas: que se trata siempre de partículas superiores a las 0,3 micras y que el estudio de la NASA se ciñe exclusivamente a otro entorno reducido y controlado, la cabina de una aeronave.

Por todo ello, no sorprenden las dudas que generan los purificadores de aire entre la comunidad científica e, incluso, en el Ministerio de Sanidad, que si bien los recomienda para ciertos espacios reducidos en la lucha contra la Covid-19 -en habitaciones de hospital o en salas de autopsias, por ejemplo-, no son parte del paquete de medidas preventivas. En ninguna guía de actuación se señala más que como "complemento" a la renovación constante del aire en espacios cerrados y, en cualquier caso, su efectividad no está garantizada por ningún organismo sanitario para combatir la Covid-19.

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