Brasil encara el desafío de reformar su sistema de pensiones

El presidente de derecha Michel Temer está decidido a presentar este año un proyecto de reformas de las jubilaciones para revertir el rojo fiscal de Brasil, aunque para ello tendrá que vencer resistencias incluso entre sus propios aliados.

Hasta ahora no hay una propuesta oficial, pero se da por descontado que endurecerá las actuales condiciones del retiro laboral; sobre todo en lo que se refiere al mínimo de edad.

Según los impulsores de la reforma, el sistema brasileño de pensiones es una bomba de tiempo, con un agujero que tan solo este año llegará a los 147.000 millones de reales (46.000 millones de dólares), de acuerdo a cifras del ministerio de Planificación.

Los gastos del régimen de jubilaciones y pensiones, que representaban 2,5% del PIB en 1988, pesan actualmente más del 7%. Y eso en un país que se apresta a cerrar su segundo año consecutivo en recesión.

"Brasil gasta en previsión social la misma proporción del PIB que Japón, con apenas un tercio de su porcentaje de adultos mayores. Creo que no hay nada más elocuente para entender la aberración del caso brasileño. Aquí, si alguien comienza a contribuir a los 15 años y es mujer, puede jubilarse a los 45 años", declara a la AFP el economista Fabio Giambiagi, especialista en cuentas públicas.

En Brasil, el sistema de pensiones es distributivo y reposa en los aportes de los trabajadores activos. Por eso, se ve confrontado al envejecimiento de la población y al aumento de la expectativa de vida.

La población de más de 60 años se duplicó entre 2010 y 2014 y representa un 13% de la población, con 27,8 millones de personas. Hacia 2030 serán 41 millones, o un 18% de la población, de acuerdo a las proyecciones del instituto oficial de estadísticas IBGE.

"Pero esta discusión no puede ser sólo financiera", declara a la AFP Marcel Guedes, economista de la Universidad Católica de Sao Paulo enfocado en políticas y finanzas públicas.

"Es cierto que Brasil tiene un régimen de jubilaciones favorable, pero también tenemos un mercado de trabajo irregular, con muchos trabajadores informales, sin derechos. Las remuneraciones también son bajas", explica.

En el país hay tres sistemas de jubilaciones: uno general, para trabajadores tanto del sector privado como público, así como para militares, administrado por el Instituto Nacional del Seguro Social (INSS); sus beneficios están indexados a las alzas del salario mínimo. Incluye asimismo a los trabajadores rurales, que se jubilan con una edad menor y no necesitan haber contribuido.

El segundo ("régimen propio") está reservado a titulares de cargos públicos; el tercero es un sistema complementario, que puede ser contratado de manera privada por quienes deseen aumentar sus pensiones.

Para jubilarse con todos los beneficios en el sistema general hay opciones por edad (hombres con 65 años y mujeres con 60) o por tiempo de contribución. En esta segunda alternativa se aplica desde el año pasado la fórmula 85/95 que exige que la suma de esos dos elementos llegue a 85 puntos para las mujeres y a 95 para los hombres, con un mínimo de 30 y 35 años de contribución respectivamente.

Por ejemplo, una mujer de 55 años que trabaja desde los 25 cumple con esos requisitos, así como un hombre de 60.

La reforma impondría una edad mínima para retirarse. Según se ha conocido por la prensa, algunos proyectos pretenden que sea de 65 años para todos, sin distinción.

Las centrales sindicales plantean que el gobierno debe enfocarse en aumentar sus ingresos y no en recortar derechos. Y académicos y sectores de izquierda sostienen que el déficit podría cerrarse dejando de dar prioridad al pago de los intereses de la deuda.

La discusión ya estaba presente en los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula da Silva (2003-10) y de la destituida Dilma Rousseff (2011-16), quien promovió debates entre sindicatos y patronales.

Ahora, Temer considera urgente recuperar la confianza de los mercados y ya impulsa en el Congreso un proyecto para congelar los gastos públicos por dos décadas. La reforma de las jubilaciones es una pieza clave de ese proyecto, aunque incluso sus aliados temen que pueda pasarles factura en las elecciones generales de 2018.

Un temor que llevó al jefe de gabinete, Eliseu Padilha, a admitir recientemente que el proyecto será el de una reforma "posible". "Si ahora apretamos más, puede volverse inviable", advirtió.

"Las resistencias son naturales", opina Giambiagi. "Pero ante la tragedia que estamos viviendo, se verá que la alternativa a no aplicar reformas es el colapso de los servicios públicos", alerta.

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