Guterres ha reconocido que los países tienen el derecho --"e incluso la obligación"-- de gestionar el flujo de personas en sus fronteras, para evitar, entre otras cosas, la entrada de miembros de organizaciones terroristas. Sin embargo, ha advertido de que hay límites, según un comunicado de su portavoz.
En este sentido, ha subrayado que "cualquier forma de discriminación" contraviene principios básicos y genera "ansiedad y enfado" que puede actuar a su vez como "propaganda" de los grupos terroristas a los que se quiere combatir. Además, ha puesto en duda la eficacia de medidas de este tipo, si bien no ha hecho referencia directa a la orden de Trump.
Guterres también ha aprovechado para expresar su preocupación por las decisiones que pueden perjudicar la "integridad" del régimen internacional de protección para los refugiados, en la medida en que estas personas en situación vulnerable cada vez se encuentran "con las fronteras más cerradas".
Trump ha prohibido durante 90 días la entrada de ciudadanos de Irak, Irán, Siria, Libia, Sudán, Somalia y Yemen y ha paralizado la acogida de refugiados. El presidente ha atribuido esta polémica medida a la necesidad de proteger a Estados Unidos de la entrada de potenciales terroristas.
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