Los sacrificios en el camino

Así se hizo la luz en España: del milagro de Alfonso XII a la nueva tarifa eléctrica

Puede considerarse que en el verano de 1881, un país de cirios y candiles de aceite vio la luz de la modernidad, aunque ésta aún tardaría años en llegar a las casas de los ciudadanos corrientes.

Alfonso XII  en la Villa de Comillas de la costa Cántabra
Alfonso XII en la Villa de Comillas de la costa Cántabra
Colección El Escorial

Durante los primero años del siglo XIX y especialmente en aquellos países que avanzaban en la revolución industrial, se impulso otra revolución que cambiaría nuestras vidas para siempre: la de la iluminación artificial. En España, la primera persona que tuvo el privilegio de disfrutar de esta 'nueva maravilla' fue Alfonso XII en la Villa de Comillas de la costa cántabra. Comenzaba el mes de julio de 1881 y los médicos de cámara, preocupados por la salud del rey, le aconsejaron una estancia en una localidad costera por las propiedades curativas del mar. Ante la visita del monarca, el marqués y naviero Antonio López López no escatimó en la renovación de la Villa y dispuso de un generador a vapor que proporcionaba luz eléctrica a las calles y al Palacio de Sobrellano.

Puede considerarse que en aquellos días la España de cirios y candiles de aceite vio la luz de la modernidad, aunque ésta aún tardaría en llegar a las casas de los ciudadanos más humildes. Durante aquel siglo, la sociedad española vivía una profunda transformación y modernización del sistema productivo industrial y agrícola, pero nos quedaban todavía muchos años para que la luz eléctrica se democratizara.

Desde la cometa de Benjamín Franklin al panel solar y la fiebre renovable han pasado casi tres siglos, los más convulsivos y transformadores de toda la historia de la humanidad. No es hasta principios del siglo XIX cuando Michael Faraday, un químico británico que estudio el electromagnetismo y la electroquímica, resolvió el problema de la generación eléctrica con la creación de generador, dando así el testigo en la carrera por la luz a Thomas Alva Edison. El científico norteamericano consiguió el 19 de octubre de 1879 que un filamento incandescente estuviese encendido durante varios días. Creó así el artilugio que dos siglos después, y con nuevos elementos en la ecuación como la obsolescencia, sigue alumbrando nuestras noches.

En ese mismo siglo, en España también vivíamos nuestra propia revolución eléctrica, con la fundación en 1881 de la Sociedad Española de Electricidad (SEE) en Barcelona. Las elites económicas catalanas llegaban a un acuerdo y el ingeniero Narciso Xifrá Masmitjá, con el empresario Tomás Josep Dalmau,  montan en las Ramblas de Canaletas la primera central eléctrica del país. Mientras, en la Puerta del Sol del Madrid de 1881 se practicaban ensayos de alumbrado eléctrico. Dos años después éste se completaba en el Paseo del Prado y el Buen Retiro. Bilbao, Jerez de la Frontera o La Rioja fueron ciudades en las que también se comenzaba a desarrollar el alumbrado eléctrico público.

El trabajo que se realizaba en la SEE daba paso ligero a la electrificación industrial en España, con iniciativas en la industria eléctrica de carácter privado. La Administración se quedaba al margen, aunque en Madrid en 1888 se decretó la prohibición del alumbrado por gas en los teatros para que se instalara la luz eléctrica. Mientras, la Sociedad Española de Electricidad, conocedora del progreso económico que proporcionarían los alumbrados públicos y de sus beneficios en el ámbito industrial, comenzaría sus instalaciones en La Habana y Filipinas "como parte de las provincias españolas".

Los espacios urbanos comenzaban entonces a tener una nueva morfología basada en cinturones industriales alrededor de productores de electricidad como eran las centrales térmicas. Uno de los símbolos más característicos en la Barcelona dinámica e industrial son las tres chimeneas de la Central Térmica de Mata, instalada por la SEE en 1883 para convertirse, junto con la Central Térmica de Vilanova y la Geltrú, en la primera gran central de generación eléctrica puesta en servicio en Barcelona.

La demanda se disparaba una vez superadas las guerras de principios del siglo XX a las que fue sometida Europa y la Guerra Civil en España, donde el siglo avanzaba en medio de una industrialización poco desarrollada. Las iniciativas privadas vieron el momento de dar un empuje a un proceso necesario de modernización, liderando las empresas eléctricas como alternativa al gas y al petróleo y actuando sobre el tendido eléctrico tan a la cola en nuestro país con respecto al resto de Europa. España tenía zonas que todavía no conocían el alumbrado con luz eléctrica, como Sostre o Tielve en Asturias, donde sus vecinos bromeaban con una supuesta aparición de Santa Lucía el 13 de diciembre, cuando se dotó de energía eléctrica sus calles y casas.

La era de las fusiones y alianzas

Las eléctricas están acostumbradas a navegar en un mar de cambios y fusiones. La Sociedad Eléctrica Español ya apuntaba maneras en 1894, cuando, con capital alemán, la AEG (Allgemeine Elektricitäts-Gesellschaft) adquiere la sociedad para fundar la Compañía Barcelonesa de Electricidad (CBE) en 1894. Años después, la propia CBE fue comprada por La Canadiense, que acabo adquiriendo otra muchas empresas como Ferrocarriles de Barcelona o Saltos del Ebro. Durante esa década, concretamente en noviembre de 1889, se construyó la Compañía General Madrileña, con capital alemán vinculado a AEG. Ya en 1915 se crea la Unión Eléctrica Madrileña, transformada más tarde en Unión Fenosa. Siemens hizo lo propio en Málaga y Sevilla y absorbió la empresa catalana de material eléctrico La Industria Eléctrica.

Así, con el paso de las décadas, se llegó a la Red Eléctrica de España,  compuesta por la SEPI (la Sociedad estatal de Participaciones Industriales) en un 20%. Red Eléctrica se creó en 1985, en aplicación de la Ley 49/1984, del 26 de diciembre. Fue la primera empresa del mundo dedicada en exclusividad al transporte y operación del sistema eléctrico, compuesta por las aportaciones patrimoniales de un grupo de empresas eléctricas públicas (Endesa y ENHER) y privadas (Iberduero, Hidroeléctrica Española, FECSA y Unión Fenosa, entre otras).

La ruta de la transición energética marcada para el año 2050 estará repleta probablemente de nuevas y mastodónticas fusiones para dirigir las formas de explotación energética hacia los objetivos de energía limpia que pretende llegar al 70% de origen eólica, solar y renovables en 2030. Está por ver quién se hará con los mejores pedazos de la tarta. 

Ahora, 140 años después del viaje de Alfonso XII a Comillas, el Gobierno se ha propuesto simplificar el funcionamiento de la factura eléctrica con el objetivo de acercarla al consumidor y, sobre todo, que él mismo pueda decidir cómo y cuándo consumeLa aplicación práctica a esta teoría política la sufrimos todos los consumidores de electricidad desde el 1 de junio.

Mostrar comentarios