Trabajadores entre dos aguas

En el Madrid 'sin' virus: "Vengo a diario desde La Elipa y no me piden papeles"

Hasta un 86% de los madrileños que viven en las zonas con restricciones se desplazan a otros barrios para trabajar, lo que evidencia la gran dificultad de confinar la Comunidad por zonas. 

Estación Quevedo
En el Madrid 'sin' virus: "Vengo a diario desde La Elipa y no me piden papeles".
Samuel Martínez R.

La glorieta de Quevedo (Chamberí) es una madeja de coches, transeúntes, 'riders', motocicletas y taxis que apenas se detiene (o, más bien, se relaja) unas pocas horas por la noche. Cuando Carlos baja del bus a las seis de la mañana y llega a la portería donde trabaja, recién ve cómo se desperezan las calles a su alrededor. Ve salir a trabajar a los más precoces y ve cómo abren los quioscos y los bares. Lo que no ha visto nunca —comenta sorprendido— desde que entraron en vigor las restricciones que impuso la Comunidad de Madrid (CAM) en el barrio donde vive, La Elipa (en Ciudad Lineal), es a nadie pidiéndole "un certificado, o algún papel, conforme que estoy viniendo a trabajar. Ni en el metro, ni en el autobús ni en ningún sitio". Y eso no lo ha visto él, ni lo ha visto Yuliana, que se desempeña como cajera en una conocida cadena de supermercados y que vive en Carabanchel; ni Álvaro, un farmacéutico que llega a Chamberí cada día desde Alcobendas

La zona básica sanitaria de Eloy Gonzálo, en Trafalgar, es, según datos de la CAM, la que menos contagios por cada 100.000 habitantes presenta de todo el municipio de Madrid. No es que no haya coronavirus. Evidentemente, la pandemia ha golpeado en la  zona como en todas partes, pero en los últimos 14 días solo notifica una tasa de 237,53 casos por cada 100.000 habitantes, unas cifras muy lejanas a las de otros barrios como Lavapiés (1185,29 casos), Villa de Vallecas (1127,87) o La Elipa (1268,87). Sin embargo, las calles de Chamberí no las frecuentan solo los vecinos del barrio —los que viven y duermen ahí—, sino que tan habituales como ellos son los trabajadores de los comercios y de los restaurantes, que, en muchos casos, llegan desde otras zonas de la capital y hasta de la región. Ahí están los datos: un 86% de los madrileños de las zonas 'semiconfinadas' salen a otros barrios y a otros distritos a trabajar. 

Carlos, Chamberí La Elipa
Carlos no ha parado de trabajar ni un día desde que se desató la pandemia. 

Samuel Martínez R.

La Comunidad de Madrid y, en especial, su capital, son, efectivamente, una madeja de vidas muy difícil de controlar y, por supuesto, de confinar. Carlos es el vivo ejemplo de ello. Ecuatoriano con 20 años ya en la capital no ha dejado nunca su puesto de trabajo en una portería de Chamberí desde que se desató la pandemia. "Tomo un compuesto de ajo, limón y jengibre cada día", resuelve a medio camino entre la chanza y la fe. "Creo que eso me ha ayudado a ahuyentar al virus". Su familia, según cuenta, sí que pudo haberse contagiado: "Se pusieron muy malos. Yo creo que lo cogieron". Pero él, por fortuna, por el jengibre o por lo que sea, se mantiene sano. Y eso que lleva desde marzo, "cuando no había nadie por la calle", sin faltar a su cita diaria con la portería. "Por aquel entonces sí que me pararon una vez, en el bus. Un guarda me preguntó que a dónde iba", recuerda, "pero nunca más". Con su versión coincide Yuliana, una mujer de 34 años que vive entre Aluche y Carabanchel (donde hay tres zonas básicas sanitarias por encima de los 1.000 casos). "Yo no he percibido más vigilancia", destaca. "A veces", continúa, "tengo la sensación de que no estamos en una pandemia, la gente sale y entra y nadie pide explicaciones".

Yuliana: "Tengo la sensación de que no estamos en pandemia. Mucha gente entra y sale y nadie da explicaciones"

"Servir una copa en Chamberí, sí; tomarla en Vallecas, no"

A pocas manzanas de la portería de Carlos, Jonathan dirige un restaurante abierto desde hace solo un año. "Cuatro de los camareros que trabajan aquí son de Vallecas", desliza. En el momento de la entrevista no se encuentran en el local, pero Jonathan hace suya su queja: "Parece difícil de comprender que puedan servir una cerveza o una copa en Chamberí, pero no tomársela en un bar de su barrio". Él mismo llega al restaurante en Metro desde su casa en Mejorada del Campo. A diferencia de Yuliana o de Carlos, Jonathan no vive en una zona con problemas de contagios, pero no por ello deja de lamentar "el problema del transporte público". No encuentra el sentido a ser "tan precavidos" en la calle, "si luego en el Metro vamos, prácticamente, los unos encima de los otros", subraya. "Y, a estas alturas", rectifica, "ya ni siquiera somos tan cautos ni tan responsables por la calle ni en las terrazas".

Camarero Chamberí
Robert desinfecta una mesa en un restaurante de Chamberí.

Samuel Martínez R.

Lo dice porque todavía tiene en la boca el sabor amargo de una discusión que mantuvo por la mañana con un grupo de clientes. El Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso ha limitado, en toda la región, las reuniones de personas de los diez miembros a los seis. "Este mediodía llegaron ocho al restaurante", explica. "Les dijimos que era imposible atenderles si eran tantos, les pedimos mil disculpas y quisimos zanjar el asunto". Pero no  fue tan fácil. Se enfadaron y reprocharon a Jonathan su 'falta de comprensión', cuando lo único que estaba haciendo era "respetar las normas y velar por la salud de los vecinos y de todos, en definitiva. También de ellos, de los que se enfadan", añade. Por lo demás, también asegura haber percibido un cierto relajamiento en el uso de la mascarilla y del resto de las normas. 

El distrito con la media de edad más alta

Los márgenes a lado y lado de las principales arterias del distrito, sobre todo las que conectan las distintas bocas de Metro, parecen otra ciudad. Mientras que las inmediaciones de la glorieta de Quevedo o del Metro de Iglesia son todo movimiento, ajetreo y gente; las calles interiores se descubren mucho más tranquilas. "Es que en este barrio vive mucha gente mayor", tercia Álvaro, un malagueño residente de Alcobendas —otra de las zonas que sufre las nuevas medidas restrictivas— con farmacia en una de esas callecitas interiores de Chamberí. "Ese puede ser uno de los factores que explican que el barrio sea el que menos contagios tiene de la ciudad", completa. "En la farmacia percibimos que mucha de esa gente mayor tiene verdadero miedo al virus. No son jóvenes que salen a los bares o se montan en el metro". Al contrario, según lo que explican al farmacéutico cuando van a por sus medicamentos, bajan a la calle lo justo y necesario. No quieren sustos.

Álvaro: "Este es un barrio con mucha gente mayor. Puede que haya menos casos porque ellos tienen miedo y salen poco"

Con una media de edad de 46,3 años, Chamberí es el distrito con más edad de la capital española. Se sitúa por delante de otros como Salamanca o Retiro, que le siguen de cerca, y a años luz de otros como Vicálvaro o la propia Villa de Vallecas, en la que su población tiene 38,8 años de media. En cualquier caso, Álvaro corrobora lo que dicen las cifras de contagios: "Por aquí no pasa casi nadie con síntomas desde hace bastante tiempo". Cuando ya amenaza con anochecer, una clienta entra en la farmacia. Son casi las 20 h y Carlos ya estará cerrando su portería y cogiendo, como hace cada día —también durante los meses de confinamiento— el autobús de vuelta a La Elipa. "Yo tengo el mismo cuidado ahora que antes", reflexionaba a primera hora de la tarde, "pero también es verdad que, tanto en Chamberí como en mi barrio, veo a mucha gente que no respeta nada". Mañana Madrid volverá a despertar ante unos ojos, los de Carlos, que lo han visto todo desde marzo.

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