Straw admite que fue "un error" afirmar que Sadam podía atacar en 45 minutos

  • Londres.- Jack Straw, ministro de Exteriores británico durante la guerra de Irak, admitió hoy que fue "un error" afirmar que el entonces presidente iraquí, Sadam Husein, podía lanzar un ataque químico en 45 minutos y constató que ese fallo ha "perseguido desde entonces" a los miembros de gobierno implicados.

Jack Straw declara hoy ante la comisión que investiga la guerra de Irak
Jack Straw declara hoy ante la comisión que investiga la guerra de Irak

Londres.- Jack Straw, ministro de Exteriores británico durante la guerra de Irak, admitió hoy que fue "un error" afirmar que el entonces presidente iraquí, Sadam Husein, podía lanzar un ataque químico en 45 minutos y constató que ese fallo ha "perseguido desde entonces" a los miembros de gobierno implicados.

El Ejecutivo laborista que metió al Reino Unido en el conflicto, encabezado por Tony Blair, argumentó su decisión de hacerlo en parte con un dossier publicado en septiembre de 2002 que aseguraba que Husein tenía armas químicas que podía activar en menos de una hora.

Straw, actualmente ministro de Justicia, reconoció hoy ante la comisión que investiga las circunstancias de la guerra de 2003 que esa afirmación, que acaparó los titulares de la prensa, debió haber sido "mucho más precisa" en cuanto a la naturaleza concreta de la amenaza.

"Eso fue un error, un error que nos ha perseguido desde entonces", declaró.

Según un testigo anterior, David Omand, que fue coordinador de seguridad e inteligencia del Gobierno entre 2002 y 2005, el Ejecutivo de Blair destacó esta vaga, aunque alarmante frase en el dossier de los servicios secretos para añadir "un poco de color".

Aunque el Gobierno laborista insistió públicamente en que la decisión de atacar se fundamentaba en la información aportada por los servicios de inteligencia, Straw dijo hoy que los miembros del gabinete de Blair trabajaban bajo la asunción de que, al margen de que pudiera demostrarse, Husein tenía en efecto armas nucleares.

Pese a todo, el ministro confesó que la decisión de declarar la guerra al país árabe junto con Estados Unidos fue "la más difícil" de su vida y admitió que, si él se hubiera opuesto, seguramente el Reino Unido no habría podido participar en la ofensiva.

En una declaración escrita previa a testificar ante los investigadores, el ministro indicó que el asunto de Irak le planteó "un profundo dilema moral y político", aunque finalmente optó por apoyar la invasión y nunca se ha "retractado" de ello.

En su comunicado, reconoció que fue consciente de que, como responsable del Foreign Office, su apoyo a la invasión de Irak sería "crucial": "si lo hubiera denegado, la participación del Reino Unido en la acción militar no habría sido posible".

Admitió que la ausencia de armas de destrucción masiva, cuya supuesta existencia se usó para justificar la guerra, había "socavado la confianza", pero insistió en que la decisión de atacar se tomó con "las mejores pruebas de que se disponía en ese momento".

"Hice mi elección. Nunca me he retractado de ella, y no pienso hacerlo, y acepto totalmente las responsabilidades que se derivan de ello", señaló.

Durante su declaración ante los investigadores, Straw también dio a entender que se había debatido mucho antes de respaldar el ataque.

Sin embargo, un testigo anterior, lord Tunrbull, que en la época fue el secretario del gabinete, aseguró que, si Straw había tenido dudas, no las expresó públicamente.

"Lo que el gabinete vio del ministro de Exteriores fue a alguien esforzándose mucho, con lo que resultó ser un material muy pobre, por presentar el caso ante las Naciones Unidos", agregó.

En su declaración, Straw subrayó la importancia que su Gobierno daba en aquel momento al hecho de "permanecer cerca" de EEUU y ganarse la confianza de la Administración de George W. Bush, que de entrada podía desconfiar de Blair por ser del Partido Laborista -teóricamente más a la izquierda- y haber tenido buena relación con su antecesor en la Casa Blanca, el demócrata Bill Clinton.

"Compartí con el primer ministro el punto de vista de que el mejor enfoque para el Reino Unido era permanecer cerca de la Administración estadounidense e intentar persuadirles de que cualquier acción contra Irak debía hacerse a través de las Naciones Unidas", dijo.

Straw se distanció de unas notas que Blair envió a Bush antes de reunirse con él en su rancho tejano en abril de 2002 en las que le decía que, si la vía diplomática fallaba para desarmar a Husein, el Reino Unido iba a "estar allí", en alusión al eventual apoyo militar.

Explicó que esa afirmación debe interpretarse dentro de la estrategia de acercamiento del Gobierno británico al estadounidense, pero admitió que, de haber sido él, no se hubiera expresado de esa manera.

El ministro aseguró además que, a diferencia de EEUU, donde ya desde 1998 con Bill Clinton se hablaba de un cambio de régimen en Irak, esa nunca fue la política del Gobierno de Blair, aunque éste en ocasiones haya insinuado lo contrario.

"No era nuestra política en 2002 ni lo fue en 2003. No habría habido base legal para que lo fuera", manifestó Straw, quien aseguró que él nunca habría participado de algo así: "Yo lo veía como algo inapropiado y obviamente ilegal".

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