Dublín, un destino único para celebrar San Patricio

  • cultura emocionante y profunda, es la música universal de los U2 y arte callejero de los graffittis del Muro.
Dublín
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Dublín es una ciudad de tonalidades veladas y, colores vivamente marcados que reflejan la alegría de sus gentes. Una ciudad capaz de disfrutar de las cuatro estaciones en un sólo día. Sus cielos apagados reflejan tonos grises en las aguas del río Liffey, mientras que un sinfín de praderas en las que crece el trébol, el símbolo del país, muestran un verde intenso que contrasta con el amarillo de sus autobuses y las fachadas de ladrillo visto rojo y naranja. Las cervezas, negras, y desde Merrion Square a Lower Baggot Street, las puertas de las casas se tiñen de rojo, amarillo y azul.

Dublín es una ciudad con aspiraciones en las que un urbanismo de arquitectura georgiana, mantiene una ciudad simétrica y ordenada en la que en cada casa barandillas, rejas y verjas de hierro forjado; portones, ventanas y faroles; son las firmas ostensibles que identifican a cada propietario.

Irlanda y Dublín son al Reino Unido lo que Austria a Alemania; el contrapunto de carácter más alegre y hasta cierto punto latino que se refleja en la vida intensa de los pubs irlandeses. Dublín es cultura emocionante y profunda, es la música universal de los U2 y arte callejero de los graffittis del Muro. En Dublín se pasea en un ambiente literario como pocos. Desde la omnipresente estatua de James Joyce a la policroma y realista de Oscar Wilde. Desde la majestuosa biblioteca del Trinity College en la que se cuela los rayos del sol para iluminar de forma sobrecogedora cada uno de sus rincones cargados de libros. El libro de Kells y los 4 evangelios, la joya de la corona.

La carga literaria continua en el Abbey Theatre, escenario de tantas representaciones memorables. En Lincoln Place, encontrará la antigua farmacia del intrincado y complicado Ulises de Joyce y donde podrá comprar sus famosos jabones Sweet Lemon. Caminando por D’Olier Street se topará con las oficinas del viejo El Irish Times, emblema del periodismo nacional, un poco más allá, la estatua de otro hijo ilustre el poeta Thomas Moore; reflejan el carácter literario y literario en la Ciudad de las Letras.

El río Liffey articula y modela una ciudad que mantiene al norte su área más humilde y al sur la más pudiente. Si hasta el Siglo XVIII sólo existía un puente que unía ambas orillas, el Mathew Bridge, hoy son algo más de una docena las pasarelas que cruzan el río y desde las que se contempla una arquitectura más moderna que reflejan el despegue económico del país que tanto merece un país hasta ahora condenado a la emigración para sobrevivir. Hay más irlandeses repartidos por el mundo que en la propia Irlanda.

Pero el auténtico icono de la ciudad, son sus pubs, verdaderos centros de vida de la ciudad. El Oliver St. John Cogarty y el Temple Bar, son las dos direcciones imprescindibles en los que apurar unas pintas y escuchar buena música celta. En el Temple Food Bar Market. Todos los sábados se pueden disfrutar de buen queso, pan, ostras y chocolate artesanal

Si en la Catedral principal, San Patricio, descansa el autor de Los Viajes de Gulliver, la monumental Christ Church también merece una visita. Desde el edificio de Correos en donde se fraguó la independencia, a Kilmainham Jail donde los cabecillas acabaron sus días. Molly Mallone es otro de los emblemas nacionales, exuberante mejillonera inmortal, inspira el himno oficioso de Dublín. Espectacular y tranquilo el Phoenix park, habitado por ciervos que contrasta con el Aviva Stadium, templo del rugby y escenario de la coronación de Irlanda como campeona el VI Naciones de este año, el mismo día de San Patricio, fecha en que finaliza el torneo más famoso de Europa.

Para disfrutar de esa experiencia tan asociada a la cultura gastronómica de los países de habla inglesa como es el brunch, acuda a Green 19 para tomar un buen Bloody Mary, zumos, cappuccinos y unos riquísimos huevos con salmón y foccacia. Desde 1927 el Bewley Cafe es toda una institución y un enclave en torno al cual ha girado la vida literaria, cultural y artística de Dublín desde primeros del Siglo XX. Interesante la Chester Beatty Library ofrece cultura, comida y antigüedades. Guinness ha dado de beber y comer a toda la ciudad. En un tiempo fue la única industria de la ciudad. Cremosas stouts en el Gravity Bar observando toda la ciudad.

Si Dublín ha sido una ciudad asociada a la cerveza, su panorama gastronómico ha ido evolucionando y desmintiendo ese aforismo que decía que una comida típica irlandesa de siete platos, seis eran cerveza y uno patata. Manteniendo la vieja filosofía de llenar la despensa de pequeños productores locales, en Winding Stairs se puede tomar una copa de vino en las mesitas junto al ventanal desde el que se ve el puente Ha’Penny y el río. En un templo de la cerveza como Purty Kitchen, elija entre su inmensa selección de cervezas y un menú moderno y rico. Acuda a Fallon & Byrne, un concepto diferente, con mercado propio y bodega. Adquiera un vino y disfrútelo en su restaurante. Para descansar el Dylan Hotel.

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