Códigos al vestir en el trabajo

Las polémicas exigencias de vestimenta: "Trabajando debo taparme los tatuajes"

"Las chicas podíamos llevar tanto falda como pantalón, pero si usabas mucho los pantalones nos llamaban la atención", explica Andreea, una extripulante de cabina de una pequeña aerolínea española.

Hombre en traje con tatuaje en la mano.
Hombre en traje con tatuaje en la mano.
©[Portra de Getty Images Signature] a través de Canva.com

Ataviado con una chaqueta de chándal verde y negro, con la cremallera abierta que dejaba vislumbrar una camiseta negra con letras amarillas, una considerablemente larga barba blanca bajo su mascarilla también de color oscuro… y micrófono en mano. Así cubrió, a finales de septiembre, el reportero de la televisión pública, Javier Serrano, los importantes daños que había causado la DANA a su paso por Badajoz y Cáceres. La imagen corrió como la pólvora a través de las redes sociales. El motivo no era el hecho noticioso en sí, sino el aspecto del periodista que contrastaba con la mayoría de sus compañeros de oficio, acostumbrados a llevar traje o camisa en las coberturas televisivas. 

Esta escena hizo que se plantease un nuevo debate público, y pronto surgió la polémica acerca de los códigos de vestimenta en el horario laboral. Mientras que unos exigían un estilo más clásico, otros alababan la naturalidad del profesional de la información. Hoy en día mayoría de trabajadores pueden acudir a su puesto con el atuendo que más les guste, pero aún hay algunas empresas que tienen reparos ante los tatuajes, los piercings, la ropa deportiva o los pantalones cortos. Sin embargo, las exigencias van cambiando poco a poco. Uno de los ejemplos más destacados es la aerolínea ucraniana SkyUp Airlines, que durante el verano decidió cambiar los clásicos uniformes de falda y tacones de los tripulantes de cabina (TCP) por trajes holgados con deportivas que aportasen mayor comodidad durante la jornada laboral. Marianna Grigorash, directora del departamento de marketing de la aerolínea, aseguraba en un comunicado que "los tiempos han cambiado, así que en contraste con los clásicos tacones, labial rojo y moño, ha aparecido una imagen nueva, más moderna y cómoda. Apostamos por la libertad, la belleza natural y la individualidad".

Precisamente Andreea Bălănescu trabajó como TCP en una pequeña aerolínea española antes de la pandemia. Durante el año que la joven madrileña de 24 años estuvo en la aerolínea experimentó algunas de las exigencias más clásicas en el sector: "Las chicas podíamos llevar tanto falda como pantalón, pero si usábamos mucho los pantalones -que es lo que hacíamos la mayoría por comodidad-, nos llamaban la atención. Los tacones podíamos quitárnoslos después de realizar el embarque y durante todo el vuelo. Para desembarcar eran nuevamente obligatorios", explica a La Información. En este sector tampoco se permiten los tatuajes, que deben tapar o eliminar, ni los piercings. En su caso solo permitían que las mujeres llevasen pendientes discretos. También debían llevar el pelo engominado y, a no ser que estuviera por encima de los hombros, tenían que recogerlo en moños, coletas o trenzas.

"Las chicas podíamos llevar tanto falda como pantalón, pero si usábamos mucho los pantalones nos llamaban la atención"

"Mi aerolínea era pequeña y se relajaban, pero dependía un poco del supervisor", apunta. Bălănescu se alegra de que estén cambiando las normas en este ámbito, ya que recuerda el dolor de piernas y la hinchazón por pasar muchas horas de pie. Después de esta experiencia quiso empezar a trabajar en Emirates, donde asegura que eran mucho más estrictos en relación con el aspecto físico, pero finalmente la crisis sanitaria torció sus planes y optó por estudiar un grado de gestión y administración en una escuela de negocios.

Las empresas no pueden despedir al empleado

Antonio Cantero es reponedor y cajero en un supermercado de Madrid. Su pasión por los tatuajes es notable, tiene varios de gran tamaño alrededor de todo el cuerpo. Ya ha trabajado más de una vez de cara al público en bares y restaurantes, y aunque hasta ahora no había tenido ningún problema con exponerlos, al unirse a la plantilla del establecimiento le pidieron que los disimulase. "Los míos, como son grandes, tengo que taparlos con una camisa de manga larga, pero tengo compañeros y compañeras que pueden esconderlos con tiritas o esparadrapos", detalla a La Información por teléfono. Aunque el joven no estaba de acuerdo con las medidas, se resignó a acatarlas porque "necesitaba el trabajo, es un salto de calidad en comparación con mis antiguos puestos".

Legalmente las empresas pueden establecer sus propios códigos de vestimenta, "pero estos no pueden ser diferentes para hombres y mujeres, ya que tal decisión podría ser considerada discriminatoria y sexista", informan Marina López Trigas y Rubén Mateu Cerezuela, graduados sociales del área jurídica laboral de AGM Abogados. Además, cualquier compañía carece de potestad sancionadora para despedir a un trabajador por el simple hecho de ir vestido de una determinada manera. "Si bien es cierto que la libertad empresarial no legitima que los trabajadores hayan de soportar limitaciones injustificadas, la compañía sí que podría llegar a limitar o prohibir el uso de complementos tales como piercings o tatuajes, aunque lo cierto es que tendría que verse cada caso por si fuera objeto de vulneración de algún derecho", apuntan los expertos.

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