Por qué ha cerrado El Corte Inglés de EEUU (y poco tiene que ver con Amazon)

  • La mítica cadena de grandes almacenes Sears ha anunciado esta semana su bancarrota. El retail no vive su mejor momento, pero esto es otra historia
A Sears le quedaba un telediario. / Mike Kalasnik
A Sears le quedaba un telediario. / Mike Kalasnik

La cadena de grandes almacenes Sears, que podríamos considerar El Corte Inglés estadounidense, se convirtió a mediados del siglo XX en el mayor minorista del país, y llegó a operar en decenas de países, entre ellos España –donde, tras su cierre, los locales fueron ocupados por Galerías Preciados–.

El pasado lunes la cadena se declaró en bancarrota, con un plan para cerrar de inmediato 142 tiendas de las 506 con la que aún cuenta. La situación era insostenible: las acciones de Sears Holdings cerraron la semana pasada en 0,410 dólares, cuando en el verano de 2007 superaban los 130 dólares.

La cadena se dio a conocer por su venta por catálogo y, después, por el modelo de vender de todo para todos que fue un enorme éxito. Como está señalando toda la prensa, en los años 90 la cadena sufrió la eclosión de las cadenas de bajo coste como WalMart, y la llegada de Amazon ha supuesto el golpe definitivo a su modelo de negocio. Pero en gran medida se está perdiendo una parte importante de la historia.

No cabe duda de que el auge del comercio electrónico, con Amazon a la cabeza, ha golpeado duramente a las empresas que basaban su modelo de negocio en las tiendas físicas. Pero, como señala Robert Kuttner, autor de Can Democracy Survive Global Capitalisim?, en The Huffington Post, la caída de Sears no solo tiene que ver con una falta de adaptación a los nuevos tiempos: “Sears es un excelente ejemplo de cómo los fondos de cobertura y las compañías de capital privado toman el control de los minoristas, los gravan con deudas para tener enormes ganancias y luego los dejan sin el capital operativo adecuado para competir”.

La estrategia es clara, y no solo ha afectado a Sears. Los hedge funds y los fondos de capital privado han estado adquiriendo grandes compañías de comercio minorista debido al enorme valor de sus propiedades inmobiliarias. Como denuncia Kuttner, su único objetivo era vender estas al mejor postor para enriquecer el fondo, mateniendo las tiendas con costosos pagos de alquiler para ocupar el espacio que una vez tuvieron.

El verdadero culpable de la bancarrota de Sears

En opinión de Kuttner, en vez de culpar a Amazon de la caída de Sears, deberíamos señalar a su multimillonario presidente Eddie Lampert, ex engargado de fusiones en Goldman Sachs. En 2005, Lampert fusionó a Sears con Kmart –una cadena de tiendas de descuento–, cargó con deuda el conglomerado y usó parte de esta para recomprar las acciones de la compañía, engordar su precio, y enriquecer a los accionistas, en particular a él y su fondo de cobertura: ESL Investments Inc. De 2005 hasta 2012, la compañía gastó 6.000 millones en la recompra de sus propias acciones a precios tan altos como 174 dólares por acción.

En una década, 175.000 empleados de Sears y Kmart fueron despedidos y los ingresos se redujeron a la mitad. Pero, mientras, el fondo de cobertura de su presidente se convirtió en el prestamista principal de Sears, ganando dinero de comisiones y cargos de intereses, además de ser un accionista principal. La estrategia garantizaba que el fondo y sus beneficiarios (incluido el propio Lampert) se hicieran ricos, incluso si llevaban a Sears a la ruina, como así ha ocurrido.

Hubo un tiempo en que Lambert era considerado un visionario. / Pexels
Hubo un tiempo en que Lampert era considerado un visionario.

Curiosamente, Amazon, al que se culpa del fracaso de Sears no ha hecho más que renovar su modelo en el nuevo paradigma de internet. Sears fue la primera empresa que popularizó la venta por catálogo (algunos con más de 500 páginas), llevando a los hogares estadounidenses todo tipo de productos. Podría haberse reinventado. Pero como apuntó e la periodista de The New York Times Julie Creswell el año pasado, antes de su bancarrota total, la empresa se topó con la ingeniería financiera de Wall Street.

Un reguero de pésimas decisiones

Desde su llegada a la compañía, tras coordinar la compra de Sears por Kmart por 11.000 millones de dólares, Lampert ha realizado una dirección en remoto. Era el mayor accionista de la empresa a través de su fondo de cobertura y, desde 2013, el director ejecutivo de la compañía, pero supervisaba las operaciones de esta a través de videoconferencia desde su casa en Miami. Según explicaron a The New York Times varios ejecutivos solo ponía el pie en la sede de Sears en Illinois una vez al año, para la reunión anual.

Pero esto no significa que no tomara decisiones. La mayor parte de ellas erradas. Uno de sus primeros movimientos fue descentralizar la directiva de Sears y Kmart, creando más de tres docenas de líneas de negocios, como ropa de caballero, calzado y artículos para el hogar, cada uno con su propio equipo de administración y junta directiva.

Esta estrategia es similar a la que se utiliza a veces en los fondos de cobertura, donde diferentes equipos compiten entre sí por los escasos recursos de la compañía. Sin embargo, en Sears, el diseño llevó a que hubiera luchas internas entre las divisiones por todo tipo de cuestiones, desde el espacio en las circulares semanales de publicidad hasta las estanterías. Fue un desastre.

Lampbert puso todos los esfuerzos en competir con Amazon, a través de un nuevo sitio web, peo descuido lo que seguía siendo la principal vía de ingresos: las tiendas. Los locales de Kmart y Sears en todo el país se deterioraron y su personal, que había sido históricamente muy bien tratado, se desmoralizó. Los empleados de algunos Kmarts no recibieron aumentos durante varios años. Algunos vendedores que trabajaban exclusivamente a comisión vieron como dejaban de ganar dinero. En estas condiciones las tiendas perdieron cada vez más consumidores.

Hace solo un año la compañía insistía en que la política de Lampbert daría sus frutos. Y los ha dado: la bancarrota total.

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