Más del 30% del capital

El clan Roura domina los 'Scranton' de Grifols y William Blair es el mayor socio

Grifols admitió en documentos enviados a inversores que el control de Scranton recaía en su expresidente ejecutivo Víctor Grifols Roura "por su notable influencia en la toma de decisiones por parte de esta sociedad".

Luca Tassan, consejero delegado de Scranton Enterprises BV.
Luca Tassan, consejero delegado de Scranton Enterprises BV.
Scranton / Grifols / L. I.

"Son 22 inversores, solo 3 son Grífols y tienen menos del 20% del capital". La solemne afirmación del presidente de Grifols, Thomas Glanzmann, para restar peso a las acusaciones sobre control familiar sobre el accionariado y voto en la sociedad opaca Scranton Enterprises BV era verdad, pero solo a medias al respecto del control que ejerce la familia fundadora sobre esa holding. Otros cuatro miembros del clan apellidados Roura son accionistas de referencia en la sociedad neerlandesa en varios listados de 2006, 2011 y 2015 a los que ha tenido acceso 'La Información'.

Entre los siete Grifols y Roura (emparentados entre segundo y cuarto grado de consanguinidad) controlarían cerca del 40% de la accionariado de Scranton Enterprises BV, según documentos a los que ha tenido acceso este diario. El banco de inversión William Blair & Co y su expresidente, Edgar Janotta, han sido los mayores accionistas durante algo más de una década con el 11% y 10% del capital, respectivamente. Fue este último consejero de la sociedad hasta 2015 y uno de los impulsores del salto a Wall Street de Grifols a principios de la pasada década. 

Se situaría por delante de Víctor Grífols Roura, actual presidente de honor y exprimer ejecutivo, que ha mantenido alrededor del 6% del capital, un porcentaje similar a los que mantendrían Raimon Grifols Roura y Alberto Grifols Roura. Son los tres Grífols a los que hizo referencia Glanzmann en su presentación y su porcentaje encaja con esa participación "inferior al 20%" que no otorga el control. No siempre fue así. Durante años, el control de Scranton Enterprises B.V. se imputó a Víctor Grifols Roura "por su notable influencia en la toma de decisiones por parte de esta sociedad", según consta en un folleto de valores en CNMV.

Junto a ellos, Scranton ha contado Juan Ignacio Twose Roura, primo hermano de los anteriores y vicepresidente industrial de Grifols, con otro 6%, al igual que Javier Jorba Ribes, cuñado de Víctor Grifols. Por último, Carlos y Juan Javier Roura Fernández detentarían participaciones del orden del 4,5%. Todos ellos han ocupado puestos de dirección en la compañía catalana o lo hacen ahora en alguna de las filiales de Scranton: la inmobiliaria Centurion Real State o la farma Scranton Plasma.

Scranton ha registrado cinco incorporaciones más al accionariado cuya participación habría salido de William Blair, un banco de inversión estadounidense que llegó a controlar más del 35% de las acciones antes de la salida a bolsa de Grifols en 2006 y que ha ido entregando títulos de esa sociedad desde entonces a los consejeros y directivos que forman parte del accionariado. También hay salidas relevantes en todos en sucesivas reorganizaciones de Scranton como la rama de los Canivell Grifols, José Gil Pérez, Fernando Vericat o Hans Beer.

Se mantienen en cambio Tomás Dagá, actual consejero de la farmacéutica y fundador del bufete Osborne Clarke, es asímismo accionista destacado de Scranton junto a Ramón Riera Roca, jubilado e histórico director de operaciones que entró en Grifols en 1977, al igual que Miquel Pascual Montblanch y Oriol Duñach, que dieron un paso junto al del presidente Víctor Grifols Roura a partir de 2016. Practicamente desde entonces, ni Grifols ni Scranton vuelven a hacer pública la composición de la propiedad de Scranton, que se supone sigue ligada a la familia y equipo directivo.

Cuando Grifols salió a bolsa, la farmacéutica comenzó a comprar compañías por diversos países y recomprar participaciones minoritarias. Por ejemplo, el socio fundador de Grifols Italia, Ricardo Vanni, fue accionista durante al menos cinco años. Scranton recompró esas participaciones y acabó vendiéndolas a Grifols SA para que asumiera el control, en una dinámica que se ha repetido en otros operaciones corporativas en uno u otro sentido. En 2018, Grifols vendió a su accionista BPC Plasma y Haema por 538 millones de dólares y pagó alrededor de 15 millones de dólares por una opción de recompra irrevocable que le permitió mantener el poder de voto a efectos contables para seguir consolidando esa empresa. 

La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) se encuentra a la espera de recibir información actualizada tanto de Ponter Trade, la sociedad de los Grifols Gras, Ralledor (Nuria Roura Carreras),  Deria, la sociedad de sus hijos, los Grifols Roura), pero sobre todo de Scranton, debido al evidente nexo entre ellas y los cruces de accionistas, operaciones de financiación, prendas y posibles conflictos de interés. Fuentes financieras señalan a la recurrente presencia del despacho Osborne Clarke, del que son socios tanto Tomás Dagá como Raimon Grifols y otros altos directivos involucrados en Grifols, en el asesoramiento legal de la mayoría de transacciones.

Santander, BBVA, Caixabank, BNP, March y BofA

El círculo parece interminable. Según consta en las cuentas de los últimos años, Scranton recibió un préstamo de más de 10 millones de acciones de Grifols en manos de Deria; esta sociedad a su vez pignoró 25 millones de acciones como prenda para un préstamo con Banco Santander que financiaría a la unidad inmobiliaria de Scranton. Como se publicó la semana pasada, Bank of America financió a esta sociedad opaca en 2018 en la compra de las filiales de plasma pero con la exigencia de que Grifols SA participase como segundo financiador con un préstamo de casi 100 millones de dólares. Dicha operación formaba parte de las exigencias previas de la gran banca para refinanciar la deuda de 5.300 millones de la farmacéutica.

La coletilla que recogen sus últimas comunicaciones a la SEC o la CNMV solo mencionan una participación directa e indirecta del 36% del capital de la familia Grifols y Scranton Enterprises BV, el holding en el foco de la polémica. Su actividad frenética en una carrera hacia la diversificación le llevó a invertir en empresas como el club de baloncesto Joventut de Badalona, las bodegas Juve & Camps o Pagos de Anguix, además de la app de clasificados Wallapop, en el que tuvo un 5% de la filial española y vendió por 10 millones de euros con un retorno de más de 300%. También ha invertido en otras áreas como las startups en el ámbito MedTech como Robsurgical o Qardio, en el inmobiliario (Centurion, Quadriga, Becorp), el sector de envases con Iberboard o los medios como el diario Ara.

Según las cuentas de 2021 de Scranton Enterprises, un grupo de seis bancos mantenía entonces una deuda bancaria de más de 1.312 millones de euros a través de diferentes tipos de préstamo con la sociedad neerlandesa, alrededor de un tercio con vencimiento a menos de un año. A la cabeza de los acreedores estaba Bank of America (466 millones) con la comentada financiación para el traspaso de las unidades de plasma, seguida de BNP Paribas (330 millones), Caixabank (226 millones), Santander (131 millones), BBVA (73 millones) y Banca March (28 millones).

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