Sube el 200% en 18 meses

El CO2 rompe otro récord por encima de los 60 euros y empuja el recibo de la luz

Los derechos para poder generar energía  a partir de combustibles fósiles superan otra barrera al calor de la activación del consumo de carbón en Europa y las perspectivas de escasez de gas.

El precio del CO2 supera los 60 euros por tonelada.
El precio del CO2 supera los 60 euros por tonelada.
Geralt / Pixabay

Puestos a buscar culpables a la hora de encontrar las causas del encarecimiento del recibo de la luz, el CO2 es uno de ellos porque repercute de forma directa en los costes de generación eléctrica a través de aquellas que usan combustibles fósiles (gas, carbón…). En la era de la transición energética hacia las renovables, el precio de los derechos de emisión del carbono se encuentra en máximos históricos. Su cotización ha enlazado una racha alcista que está comenzando a alarmar a los inversores.

El contrato del dióxido de carbono de la UE marcó un nuevo máximo histórico este lunes por encima de los 60 dólares por tonelada, barrera que cruza por primera vez en su historia. Va camino de duplicar su precio en lo que va de 2021 y acumula una revalorización superior al 200% desde los mínimos de marzo de 2020, en pleno estallido de la pandemia del Covid-19, cuando se situaba por debajo de los 20 euros.

Este tipo de contrato otorga a su tenedor el permiso para emitir una tonelada de CO2 y se estableció como un mecanismo de mercado para penalizar el uso de combustibles fósiles, al tiempo que se creaban incentivos financieros para que empresas y países redujesen sus emisiones. De un tiempo a esta parte, su cotización forma parte de la columna vertebral contra el cambio climático, si bien, tiene efectos colaterales como puede ser un encarecimiento del recibo de la luz en Europa.

La Unión Europea (UE) exige a los grandes productores de energía, en especial aquellos que usan gas o carbón, que adquieran compren derechos de emisión equivalentes como para cubrir sus emisiones. El uso intensivo este verano del gas natural para centrales térmicas o de ciclo combinado, así como la reactivación de la quema de carbón, ha provocado que el CO2 cotice desbocado en los mercados. Curiosamente, los altos precios de la luz y de los derechos de emisión de carbono están provocando que se disparen las emisiones en 2021, todo un paso atrás en la lucha contra el cambio climático.

Nadie tiene claro qué fue primero, si la escalada del CO2 o el boom de precios del gas natural, pero ambas cotizaciones se están retroalimentando ante la perspectiva de una escasez energética en otoño e invierno en Europa. Ambas a su vez se han convertido en un quebradero de cabeza para los gobiernos europeos, incluido el Ejecutivo de Pedro Sánchez, porque están detrás de la ola de récords históricos del precio de la electricidad. 

El calendario regular de subastas para asignar nuevos derechos de CO2 al mercado se reduce en agosto debido a las vacaciones, de modo que la oferta se reduce e impulsa también los precios. El mercado de carbono de la UE, el más grande del mundo, está diseñado bajo un esquema que se considera un referente para la fijación de precios del carbono a nivel mundial. Países como EEUU bajo la dirección de la nueva Administración Biden estudian introducir sistemas de fijación de precios del carbono para frenar sus emisiones.

La sombra del gas ruso

El contrato de CO2 de referencia con vencimiento en diciembre se disparó hasta rozar los 61 euros por tonelada, prácticamente el doble de los 31 euros por tonelada de diciembre de 2020. A su vez, el gas natural cotiza en máximos desde 2008, caso del tipo Henry Hub, tras revalorizarse cerca del 90% desde enero o más del 200% desde julio de 2020. La mayor demanda y una oferta que parece restringida está provocando un 'cuello de botella' cuya única vía de escape parece ser una escalada de su cotización.

Los operadores apuntan a los rifirrafes sobre el gasoducto Nord Stream 2 -que traerá el gas ruso a Alemania- como principal explicación para entender el boom de precios de este combustible. Estados Unidos, sobre todo bajo la nueva presidente de Biden, se ha opuesto desde el principio a este proyecto porque dará a Moscú una influencia sobre el Viejo Continente que no se ha visto desde antes de la caída del Muro de Berlín. Los episodios de corte de suministro del gas ruso a Ucrania, Bulgaria y otros países de la Europa del Este a principios de siglo -con Putin al mando de Rusia- todavía están presentes en la memoria de algunos dirigentes occidentales.

La tensión se ha disparado en las últimas semanas debido a que comienza la temporada de aprovisionamiento de gas antes de que llegue el frío. Además, los picos de consumo eléctrico durante el verano han obligado a recurrir al gas antes de lo previsto y en mayor proporción que en años anteriores. Una aparente disminución de la llegada de gas ruso a Europa se encuentra detrás de las presiones para poner en marcha el gasoducto Nord Stream 2, que solucionaría cualquier problema de abastecimiento pero daría el poder al Kremlin para usarlo como arma política. La reciente cumbre de la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente ruso, Vladimir Putin, tuvieron esta cuestión como asunto principal.

Mostrar comentarios