Efecto disruptor

La 'normalidad' del inversor: gasto en salud, populismos y tipos negativos

La crisis de la pandemia de 2020 está provocando cambios en las empresas, la economía y los mercados que tendrán efectos a largo plazo.

La 'nueva normalidad' del inversor con gasto en salud, populismos y tipos
La 'nueva normalidad' del inversor con gasto en salud, populismos y tipos
Pixabay

Las medidas de confinamiento y el cierre de la actividad económica global han puesto fin a la más larga expansión económica registrada en Estados Unidos y ha empujado a la economía mundial a la más profunda caída desde la Gran Depresión de los años 30. La pandemia del Covid-19 está afectando mucho más de lo que en principio se había estimado. Aunque hay indicios de que el virus se está controlando y los gobiernos están empezando a levantar las restricciones a la movilidad y la interacción social, muchos expertos dudan ya de que la recuperación pueda ser rápida. Y es que la famosa aceleración de los PIB en forma de 'V' parece cada vez más improbable.

Este panorama hace que, además de que los ciudadanos se tengan que acostumbrar al nuevo escenario, los inversores tengan que hacer frente a una nueva normalidad que parece que se prolongará en el tiempo más de lo previsto. En primer lugar, parece que los bajos tipos de interés seguirán siendo parte de la fotografía económica. Según Keith Wade, economista jefe de Schroders, la combinación de unas tasas de ahorro más elevadas y una menor inversión de capital “apuntaría a un crecimiento más lento y a un tipo de interés de equilibrio más bajo”, es decir, el tipo de interés cuando el desempleo “está en su tasa natural y la inflación es estable”.

Una inversión más débil también “obstaculizará la recuperación de la productividad y favorecerá un crecimiento más lento del PIB”, añade Wade. Por consiguiente, el brote de Covid-19 refuerza su conclusión de que los tipos de interés se mantendrán bajos en términos reales durante un período considerable.

Una tesis que también respalda Luca Paolini, estratega jefe de Pictet AM, que explica que incluso se habla de un importante estímulo fiscal en Estados Unidos basado en infraestructuras y de “tipos de interés negativos de la Reserva Federal”, aunque la institución monetaria estadounidense ha rechazado ya esa posibilidad en alguna ocasión.

En conjunto el mundo se encuentra ante un estímulo sin precedentes, muy rápidamente implantado, que ha tenido “efecto en los precios de los activos y que puede estimular los negocios y el consumo”, dice Paolini. Además, el estímulo monetario es ya dos veces mayor que en la crisis de 2008-09. De hecho, el mercado parece asumir que estas políticas fiscales y monetarias van a funcionar y que, si no, habrá más.

Incremento de gasto en salud

La nueva realidad con la que deben lidiar los inversores también va de la mano del gran aumento del gasto en salud durante los próximos meses, ya no solo por la crisis del Covid-19, sino por el envejecimiento de la población. Esta temática se ha acentuado y formará parte de “una tendencia más amplia en la que es probable que los gobiernos desempeñen un papel permanente apoyando la demanda agregada en la economía a través de la política fiscal”, comenta Wade.

El gasto público será mayor para compensar la disminución de la demanda privada. En particular, el experto de Schroders espera que el gasto en salud aumente a medida que los gobiernos aumenten la resistencia de sus sistemas de salud. De hecho, ya se ha incrementado considerablemente, en gran medida como consecuencia de las presiones demográficas. En Estados Unidos, ha crecido del 13% al 17% del PIB desde 2000, el nivel más alto de la OCDE. En Europa, donde representa el 11% del PIB, también se han producido importantes avances en los últimos 20 años. En este sentido, el gasto en salud ya representa casi una quinta parte del gasto público de la OCDE.

En opinión de Damien NG, del equipo Next Generation Research de Julius Baer, la pandemia debe servir como una llamada de atención para que “todos se preparen mejor para el impacto adverso de futuras amenazas infecciosas”. Por tanto, es en este contexto que el Covid-19 inducirá inevitablemente a las autoridades y organizaciones de salud a “reexaminar la solidez de su sistema nacional de salud”.

En pocas palabras, el alcance del brote acelerará la transformación digital de la atención médica para mejorar la atención al paciente debido a la creciente demanda de una mayor adopción digitalización en el sector, lo que debería “liberar capacidades en clínicas y hospitales”. Algo que se reflejará irremediablemente en los mercados y en las tendencias de inversión.

Un mayor avance del populismo

Es de esperar, tal y como dicen los expertos, que la “nueva normalidad” genere un mayor repunte aún del populismo, que siga generando efectos colaterales en los mercados. El equipo de Carmignac sostiene que en el plano político cabría esperar que en un año electoral tan tenso en Estados Unidos “presenciemos una cantidad considerable de aspavientos y de confrontación entre las altas esferas de China y el país norteamericano”.

Este contexto, de avanzar hacia un territorio más demagógico, se traduciría en “una pérdida de la independencia de los bancos centrales a favor de los gobiernos, alejándose de los objetivos de inflación fijados y adoptando políticas como la Teoría Monetaria Moderna (MMT) o imprimiendo dinero que se gasta directamente en la economía”, concreta Wade sobre el escenario de tipos.

El resultado sería “una mayor inflación y posiblemente una hiperinflación” si se lleva lo suficientemente lejos, añade el analista de Schroders. La relación entre deuda y PIB disminuiría, pero esas políticas no hacen que los gobiernos sean populares. De hecho, golpearía con más fuerza “a una parte clave del electorado al erosionar el valor real de sus ahorros y pensiones”, asevera.

El impulso hacia la transformación tecnológica

Teniendo en cuenta este contexto, es probable que la tecnología se vea impulsada tras la crisis, lo cual abre ventanas para invertir en las bolsas. En primer lugar, está el efecto de la “crisis como madre de la invención”, en el que el hecho de verse obligado a permanecer en casa ha beneficiado al e-commerce, a las videoconferencias y al teletrabajo.

En segundo lugar, como un efecto a más largo plazo que se ha acelerado estos meses, la experiencia de Covid-19 obliga a las empresas a replantearse “sus cadenas de producción y a que aparezca una mayor diversidad de proveedores”, afirma Wade.

Así, es posible que el virus refuerce las tendencias que impulsaban la actividad antes de que se produjera el brote, al desafiar la senda del crecimiento, crear una mayor presión sobre las finanzas gubernamentales y “aumentar la desigualdad a medida que la tecnología se generalice”, concluye.

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