Incertidumbre con la inflación

Lagarde aplaza 'sine die' las subidas de tipos forzada por la Covid y la inflación

El banco central abre la puerta a postergar el endurecimiento monetario varios años hasta que las expectativas de inflación se consoliden por encima del 2% y evitar el error de un alza prematura.

Guindos conversa con Lagarde tras la rueda de prensa.
Guindos conversa con Lagarde tras la rueda de prensa.
ANDREJ HANZEKOVIC / ECB / Archivo

Después de siete años de tipos interés negativos, el Banco Central Europeo (BCE) no parece tener prisa en salir de esa anomalía monetaria. Ni siquiera las perspectivas de crecimiento en 2021 o de incremento de la inflación son suficientes para que la guía de tipos de interés haya variado. Al revés, la institución monetaria para decantarse por postergar cualquier movimiento  para evitar un error de precipitación que enfríe las expectativas económicas. La retórica verbal usada en la reunión de este jueves evita poner fecha y los expertos ya auguran al menos otros tres años de tipos negativos.

A Lagarde parece no preocuparle tanto la escalada de la inflación en 2021 como la recaída que sufrirá en 2022. El BCE ha flexibilizado su mandato de estabilidad de precios para contemplar una desviación simétrica en torno al 2% como 'lo normal', sin que esto suponga que debe mover ficha con los tipos. En cualquier caso, la presión inflacionista ha dejado de lado su protagonismo a la quinta ola de Covid-19, una sombra en el camino hacia la salida de la crisis que, en opinión de la francesa, "puede obstaculizar la recuperación de los servicios, el turismo y la hostelería".

El BCE cambió ligeramente su orientación a futuro como resultado de la nueva estrategia volviéndose aún más moderado. Como resultado, cualquier anuncio de reducción gradual en septiembre parece muy poco probable. Por otro lado, la decisión de ceñirse a la carga inicial de las compras de activos implica que habrá una reducción significativa en el cuarto trimestre del año o que la dotación podría aumentarse, empujando el fin del Programa de Compras Pandémicas (PEPP) más allá de marzo de 2022”, analiza Carsten Brzeski, economista jefe del banco holandés ING.

Sobre el aplazamiento del debate sobre potenciales subidas de tipos, el mensaje de Lagarde viene a señalar que el BCE podría extender el actual escenario de política ultra-laxa, aunque con matices. "No diría que se trata de más bajo durante más tiempo, sino de una indicación de que nadie quiere endurecer prematuramente", afirmó en referencia a episodios pasados del banco central en los que se precipitaron los movimientos por la presión temporal sobre la estabilidad de precios. Es el llamado error de Trichet.

La posición de la presidenta gala no es la unánime en el seno del banco central y cuenta con la oposición de los halcones como el alemán Jeins Weidmann, entre otros. “Hay una falta de consenso sobre cómo avanzar en el nuevo objetivo de inflación. Dicho esto, creemos que el resultado de este nuevo objetivo de inflación implica una política acomodaticia durante más tiempo, lo que es positivo para los mercados y para los periféricos”, asegura Esty Dwek, directora de estrategia Natixis IM Solutions.

En opinión de Konstantin Veit, gestor de carteras de PIMCO, los cambios en la orientación futura de los tipos de interés se ajustaron en general a las expectativas. “Al igual que el compromiso de superación de la inflación del Banco de Japón, la referencia del BCE a los excesos transitorios probablemente no impresionará de forma duradera a los mercados, dado el largo historial de incumplimiento de la anterior definición más conservadora de estabilidad de precios”, asegura en un comentario tras la reunión.

Con el giro ‘dovish’, hacia una mayor moderación, el BCE está poniendo el acento en la posibilidad de que la inflación sobrepase de forma temporal el objetivo del 2% y vincula la orientación a futuro sobre los tipos de interés aún más cerca de las proyecciones de inflación. Sin embargo, el banco central tendrá que volver a replantear su estrategia si quiere endurecer su política monetaria algún día. Las estimaciones de inflación para 2023 se sitúan en el 1,4% interanual, lo que hace temer que los tipos seguirán bajos sin moverse durante al menos tres años más si nada cambia.

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