¿Transitoria o permanente?

Las razones para pensar que la inflación golpeará al mercado más de lo previsto

Chris Hofrichter, director de Economía Global de Allianz Global Investors, considera que "la presión al alza de los precios va a ser permanente” en lugar de una movimiento transitorio como apunta el consenso.

El euro, vacuna contra la inflación.
El euro, vacuna contra la inflación.
Geralt / Pixabay

Bancos centrales, economistas, gestoras de fondos, inversores institucionales y minoristas… Todo el mundo está pendiente de un mismo factor en los mercados para anticipar lo que puede suceder en los próximos meses: la inflación. El incremento de precios –en Estados Unidos el IPC marcó en octubre su tasa más alta desde la década de los 80 con un 6,2%– está trayendo de cabeza a los principales actores en la bolsa y la renta fija. Cualquier previsión es analizada con la mesura necesaria.

El consenso, el que marcan los bancos centrales y los principales bancos de inversión, sigue apostando por una relajación en la presión inflacionaria a medida que se avance hacia mediados de 2022. Sin embargo, no es el escenario por el que se decantan todos los expertos, ya que existirían motivos para pensar lo diametralmente opuesto.

Ese es, precisamente, el planteamiento de Chris Hofrichter, Director de Economía Global de Allianz Global Investors. El experto sostuvo en una conferencia de prensa que, aunque la mayoría piensa que la inflación va a ser coyuntural, él se posiciona “en un esquema en el que esta presión al alza de los precios va a ser permanente”.

Hofrichter expuso que hace meses nadie se pensaba que el panorama con respecto a los precios en todo el mundo es el que nos encontramos en la actualidad y que eso, precisamente, ha obligado a mover la hoja de ruta de las estimaciones de los bancos centrales: “Por lo pronto y, como mínimo, la inflación va a ser más duradera que lo que decían las instituciones monetarias, pero nuestro pronóstico macro es más pesimista con la relajación de la presión inflacionaria por varios aspectos que están pesando”.

¿Y cuáles son esas razones? Hofrichter apunta en varias direcciones que pueden ejercer como una mochila rellena de piedras pesadas para que la inflación termine por relajarse y que cambia por completo los esquemas centrales con los que la media del mercado se está moviendo en la actualidad.

La inflación puede ser más duradera

Desde su puesto de vista, la capacidad de reacción de los bancos centrales está cambiando y tienen menos margen de actuación para mantener bajo control esta situación. “Si las instituciones monetarias tardan más tiempo del debido en reaccionar, puede terminar desanclándose las expectativas de inflación a largo plazo con un sesgo alcista, lo cual podría ocasionar un endurecimiento más agresivo y fuerte con respecto a las políticas monetarias; esto sería una presión alcista para los precios”, describió.

En este sentido, los planes para atajar la crisis ocasionada por el Covid podrían conducir con las enormes inyecciones de liquidez, provocó que a oferta monetaria global se incrementase de manera notable. Esa mayor liquidez en el mercado generaría una reacción acelerada en los precios como consecuencia también de los precios de producción.

Se trata de una situación que también tiene relación con los cuellos de botella en las cadenas de suministro, que con el alargamiento más allá de lo que se pronosticaba, también va a generar presiones alcistas en el lado de la inflación. “Tenemos problemas en la producción que no parece que vayan a ser transitorios y eso empuja los precios al alza, por lo que es un escenario que se está prolongando más de lo que se había previsto inicialmente”, resaltó.

De hecho, para Hofrichter, el hecho de que 3 millones de personas en Estados Unidos hayan no decidido volver al trabajo es algo que presiona de alguna manera al mercado laboral y que suponen más incertidumbres sobre el comportamiento de los precios.

Pero hay dos elementos más determinantes, según consideró, que es el mayor aumento del proteccionismo, además de los datos más desfavorables en el aspecto demográfico. “El envejecimiento progresivo de la población mundial, el aumento de las tasas de dependencia y el crecimiento más lento de la oferta laboral en el mundo emergente pueden contribuir a un retorno de la inflación en los próximos años”, aseguró.

Mientras, el crecimiento del volumen del comercio internacional se ha desacelerado y el proteccionismo está incrementándose. “La reducción del acceso internacional a la mano de obra barata está ejerciendo una presión al alza sobre los salarios y, finalmente, sobre los precios”, remarcó.

Otro aspecto es que un crecimiento económico más sólido crea empleo, pero también más inflación. “Los precios de los bienes pronto también pueden comenzar a subir de una manera más sostenible a la luz de la ‘desaceleración’, el aumento del proteccionismo y la reorientación de la producción, todos los cuales son inflacionarios”, explicó.

Con este esquema Hofrichter considera que el dólar ahora mismo está caro y que no tiene demasiada capacidad para fortalecerse. Al menos con la situación del comercio global y a pesar de la subida de tipos de interés en Estados Unidos, que puede estar más cerca que con respecto a la de otras regiones como la Unión Europea.

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