Turbulencias en los mercados

La máquina del estímulo en China abre un hueco a la esperanza para los inversores

Los inversores internacionales que huyen de China tienen un sencillo mensaje para los dirigentes del país: que dejen la prudencia a un lado por un tiempo y empiecen a estimular su economía lo máximo posible.

Sede del Banco Popular de China.
Sede del Banco Popular de China.
PBC vía L .I.

China está atravesando un momento de gran duda para los inversores. El país ha entrado en deflación oficial, con el IPC general en tasa anualizada en el -0,3%, con el mercado inmobiliario descendiendo y con la caída de las exportaciones frente a las cifras esperadas. A ello hay que sumarle que su industria manufacturera se encuentra en contracción –la última lectura del PMI de manufacturas fue del 49,3–, mientras que el sector servicios avanza hacia la tendencia descendente.

Los inversores internacionales que huyen de China tienen un sencillo mensaje para los dirigentes del país: que dejen la prudencia a un lado por un tiempo y empiecen a estimular su economía lo máximo posible. O, dicho de otra manera, que implementen políticas de gasto aún mayores que las que ejecutaron para salir de la crisis del 2008 porque la carga de la deuda privada comienza a ser pesada.

Los inversores parecen estar cada vez más impacientes con lo que creen que son medidas lentas, incoherentes y pírricas por parte de la administración del gigante asiático. El miedo es que los problemas inmobiliarios, cada vez más profundos, puedan generar una caída de la actividad de la economía mucho más robusto de lo previsto con anterioridad. Por eso, la actuación rápida es lo más demandado por parte de los operadores en estos momentos.

Los modestos recortes de los tipos de interés y las vagas promesas de ayuda a los promotores inmobiliarios endeudados no han logrado restablecer el ánimo, y los gestores de fondos se muestran inflexibles: necesitan ver fluir más dinero público antes de plantearse regresar, tal y como publicaba Reuters estos días.

“En este momento hay confusión y, mientras haya confusión, habrá falta de credibilidad, lo que significa que es más probable que los inversores se mantengan alejados”, afirma Seema Shah, estratega jefe mundial de Principal Global Investors, en la agencia de noticias. “La única salida es intensificar el estímulo fiscal... Como hay falta de confianza, los recortes de tipos no están haciendo lo suficiente para impulsar la demanda de crédito”, añade.

En la próxima hoja de ruta de Pekín podría estar el fuerte aumento del gasto o la rápida intervención, como la que realizó durante el desplome de los mercados en 2015. Y es que en la lista de deseos de todo inversor figura, en primer lugar, que el gobierno chino vuelva a gastar, independientemente del riesgo de que aumente la deuda. La mayoría de los analistas creen que la economía necesita mucho más que los 4 billones de yuanes que China inyectó en la gran crisis financiera del 2008, y que debería destinarse a los gobiernos locales y a los bancos.

“Aunque China ha prometido hacer más para apoyar el deprimido sector inmobiliario y el gasto de los consumidores, incluso en la reunión de julio del Politburó, máximo órgano de decisión política de China, no ha puesto el dinero a trabajar”, comentan desde JP Morgan en una reciente nota distribuida a sus inversores institucionales.

Por lo pronto, la administración de Xi Jinping ha prometido subvenciones a los consumidores que gasten en vehículos eléctricos, electrónica y turismo. Esto podría tener un impacto mucho mejor que el de implementar un impuesto directo que podría ahorrarse en lugar de gastarse.

Sin embargo, este paquete de ayudas han de proceder de las administraciones locales. Unos ayuntamientos que, en algunos casos, están ahogados por la deuda o no tienen la liquidez suficiente como para pagar las nóminas de sus funcionarios. Y he aquí una de las problemáticas que han de revertirse con estos planes de estímulos que buscan los inversores como agua de mayo.

Algunos analistas como Frederik Ducrozet, responsable de estudios macroeconómicos de Pictet Wealth Management, comentan para Reuters que debería permitirse a los gobiernos locales emitir bonos rápidamente, señalando cómo el gobierno chino y las provincias han recaudado este año bastante menos efectivo que en 2022: “Para tener un impacto significativo, para ser un cambio de juego para la economía, creo que tendrán que recaudar múltiplos de esa cantidad”.

Así, las administraciones locales y sus vehículos de financiación desempeñan un papel clave en la financiación de proyectos de infraestructuras, que tradicionalmente han sido uno de los mayores motores de crecimiento de la economía.

Menos impuestos a la bolsa

Otra de las grandes medidas de estímulo que ha aplicado el gobierno chino tiene que ver con la captación de capital inversor. Por eso, Bloomberg informó que el país redujo el impuesto sobre las transacciones bursátiles por primera vez desde 2008, en un importante intento de restaurar la confianza en el segundo mayor mercado de valores del mundo.

La tasa que grava las operaciones bursátiles se redujo a la mitad desde el pasado 28 de agosto, según informó el Gobierno en un comunicado el domingo. Desde que el mes pasado el gobierno del país asiático se comprometiera a “haces más consistentes los mercados de capitales e impulsar la confianza de los inversores”, los parqués mundiales se han llenado de expectación. Es una piedra en el camino que desaparece.

Según Bloomberg, las autoridades intentan atraer de nuevo a los inversores que han perdido interés en los activos del país a medida que aumentan los signos preocupantes en la economía, desde la caída del sector inmobiliario y la debilidad de los indicadores de consumo. Los inversores extranjeros vendieron acciones de China en términos netos durante 13 sesiones consecutivas hasta el miércoles de la semana pasada, lo cual supuso la racha más larga de la historia. Los pasos hacia capear el temporal ya se están dando.

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