Malo para la bolsa

Del reinado del 'cash' al liderazgo de los bonos por el gran dilema de los inversores

El entorno de tipos de interés altos comienza a hacer viable la comparación de la inversión en deuda segura con la inversión en depósitos y efectivo como alternativas para el dinero más conservador.

Dinero en efectivo.
Dinero en efectivo.
NICKEL vía Europa Press

"El efectivo es el rey". Ese es el mensaje que trasladaron gran cantidad de analistas a lo largo del 2022, especialmente, como consecuencia de la fortaleza que aglutinó el dólar tras la gran subida de los tipos de interés en Estados Unidos. El euro, en cambio, no ha seguido esa misma dinámica, pero sí ha existido el dilema de buscar retornos conservadores con la liquidez, por el binomio de rentabilidad/riesgo de los mercados de renta variable.

Con rentabilidades cercanas al 5%, la liquidez (o cash, medido como las letras del Tesoro estadounidense a 3 meses) es, sin duda, una inversión que para muchos ya se puede catalogar como atractiva. Ha sido de gran ayuda para los ahorradores, sobre todo como contrapeso al encarecimiento de las hipotecas, los préstamos personales y las tarjetas de crédito, y también ha protegido el consumo, que representa dos terceras partes de la economía de los EEUU.

Según el Departamento de Comercio, a junio de 2023 los hogares estadounidenses habían visto aumentar sus ingresos por inversiones en 121 000 millones de dólares anuales con respecto al año pasado. “Aunque sea difícil renunciar al cash de alto rendimiento, sobre todo cuando es más rentable que algunos bonos, estos podrían estar a punto de despegar”, aseguran Nanette Abuhoff Jacobson, estratega global de inversión y multiactivos en Wellington Management, y Patrick Wattiau, analista.

“Al fin y al cabo, frente a los bonos, mantener liquidez, a la espera de que se aclaren las incertidumbres económicas, la postura de la Reserva Federal (Fed) o el contexto geopolítico podría hacer mella en la rentabilidad total de las carteras de los inversores, si consideramos los últimos seis ciclos de subidas de tipos”, añaden.

Su análisis se centra en dos marcos temporales: el primero comienza con la última subida de tipos de interés de cada ciclo restrictivo de la Fed desde 1983; y el segundo lo hace en la primera subida de tipos de los mismos ciclos restrictivos. ¿Por qué la trayectoria de los bonos ha sido mejor que la del cash? Tres razones fundamentales lo explicarían, según esa misma tesis de los expertos de la gestora estadounidense.

“El horizonte de inversión, tanto si parte desde la primera alza como desde la última de cada ciclo restrictivo de la Fed, siempre abarca el siguiente ciclo expansivo, cuando aumenta la pendiente de la curva de rendimientos y caen los tipos a corto plazo”, analizan Abuhoff y Wattiau.

En cada ciclo restrictivo, el mercado descuenta la siguiente bajada de tipos entre tres y trece meses antes de que se produzca, lo que eleva la rentabilidad en ese período. Por lo tanto, a la hora de elegir el mejor momento para comprar bonos, los inversores deberían anticiparse, en opinión de los analistas. 

Aunque es posible que de entrada a los bonos no les vaya tan bien como al cash, se demuestra que a corto plazo tienen rentabilidades similares y que en el siguiente ciclo expansivo la inversión compensa. “El cash, asimismo, suele resentirse durante los ciclos expansivos, pues sus rendimientos caen al compás de los recortes de tipos de la Fed”, concretan estos los expertos de esta firma.

El peculiar ciclo actual

¿Pero cuáles serían los riesgos? Desde Wall Street siempre se avisa que, en esta ocasión, podría ser diferente. “Primeramente, porque la lucha de la Fed contra la inflación está siendo más enérgica que en cualquier otro ciclo económico, por lo que podría seguir subiendo los tipos o verse obligada a esperar durante más tiempo a estos niveles más altos”, destaca JP Morgan en un reciente informe.

“En segundo lugar, por los temores suscitados recientemente por la deuda federal, que también podrían afectar a los valores del Tesoro e incrementar las primas a plazo de los bonos con vencimientos largos”, incide la entidad bancaria.

“Dadas la velocidad y magnitud de este ciclo alcista que arrancó en marzo de 2022, y la rentabilidad sin precedentes del -13 % del índice Bloomberg Aggregate Bond en 2022, apostamos por que el actual período de subidas de la Fed está tocando a su fin. En todo caso, la distribución potencial de la rentabilidad de los bonos es más amplia que la del efectivo”, resaltan Abuhoff y Wattiau.

Las grandes implicaciones

Con este telón de fondo es posible que los inversores estén valorando la posibilidad de sustituir títulos líquidos por otros de vencimientos más largos cuanto antes. Aunque algunos bonos ofrezcan menores rendimientos que el cash, se han beneficiado sustancialmente más que este en los últimos seis ciclos de subidas de tipos de la Fed y habida cuenta que el mercado anticipa el próximo ciclo expansivo, buena parte de las ganancias se acumula en torno al momento de la última subida.

“Los bonos corporativos tienen un perfil de rentabilidad media mejor que los bonos del Tesoro y el índice de deuda… Debido a sus mayores rendimientos y al posible estrechamiento de los diferenciales han tendido a batir a otros segmentos de renta fija”, ahondan Abuhoff y Wattiau.

Aumentar los bonos en detrimento de la liquidez no sería un riesgo tan grande como cabría suponer para tu cartera, según estos expertos. Los análisis de Wellington revelan que, incluso si la Fed sigue subiendo los tipos, la rentabilidad de los bonos sería comparable a la del efectivo a corto plazo y a largo plazo la superaría, a tenor de los ciclos anteriores.

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