Energía y cambio climático

La transformación energética de China, ¿una gran oportunidad para el inversor?

La descarbonización se ha convertido en una prioridad estratégica para el gigante asiático para reducir su dependencia energética, como política medioambiental y por su sentido económico.

El presidente chino, Xi Jinping.
El presidente chino, Xi Jinping, en un discurso televisado.
DPA vía Europa Press

El compromiso de China con la reducción a cero emisiones netas es un ejemplo de la reorganización de la economía que están poniendo en marcha las autoridades del país, alejándola de las exportaciones y de las industrias con altas emisiones de carbono, para basarse en los servicios y en la protección del medio ambiente. ¿Hay oportunidades en el plano de la inversión para sacar tajada de esa transformación del gigante asiático? Las flechas sí apuntan hacia esa dirección.

La descarbonización se ha convertido en una prioridad estratégica. Un último informe de Sustainability Institute, Asia Pacific, de Abrdn, así lo evidencia: “China se ha comprometido a alcanzar el punto máximo de emisiones de carbono en 2030 y a lograr la neutralidad en 2060”. En este sentido, sus compañías desempeñan hoy en día un papel de liderazgo en el desarrollo de las energías renovables a nivel mundial, tanto a través de la fabricación de componentes como mediante el despliegue de capacidad de generación.

Pero, ¿significa esto que invertir en China puede ser compatible con el enfoque de la sostenibilidad? “Al fin y al cabo, todavía preocupa el impacto de las industrias vinculadas a años de fuerte expansión económica; las normas de gobierno corporativo y la percepción de que las empresas chinas no siempre se gestionan en beneficio de todos los accionistas, así como la intervención del gobierno en varios sectores de la economía”, explica la gestora británica en su análisis.

La cuestión principal gira en torno a cómo acceder a China teniendo en cuenta tanto las oportunidades como los riesgos. ¿Pueden los inversores exponerse al crecimiento de China sin renunciar a los compromisos medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG)?

Según la experiencia, China es un mercado en el que los inversores necesitan ser activos, y no sólo en la selección de valores, sino en todo el proceso de inversión: en la diligencia debida (due diligence), la gestión de las carteras y el compromiso activo (engagement). “Por eso, es necesario que el análisis ESG sea más profundo y detallado que en muchos otros mercados”, agrega el Sustanability Institute. Dicho esto, podría esperarse que se mantenga un mayor control normativo en segmentos como la educación, la tecnología, el sector inmobiliario y la sanidad. Pero esto no implica necesariamente que los inversores deban evitar estos sectores.

Los más beneficiados

Tomando como referencia este punto de partida, parece claro que algunos valores pueden beneficiarse de la regulación en materia de “prosperidad común”, al igual que las empresas que trabajan para resolver los retos nacionales en torno al acceso a la atención sanitaria, la seguridad energética y la transición a las energías renovables. “Todo ello creará oportunidades en compañías actualmente con valoraciones inadecuadas”, dicen desde Abrdn. “Creemos que es posible diferenciar la calidad en China mediante el análisis detallado tanto a nivel macroeconómico como microeconómico”, agregan.

De este modo, sería importante reconocer los progresos que han realizado las empresas chinas en materia ESG, algo que no siempre aprecian los inversores que no están directamente implicados en China. Las normas están evolucionando, la divulgación de información está mejorando y las reglas sobre el comportamiento social y medioambiental se están reforzando. En efecto, el diálogo entre las empresas y los inversores es mucho mejor que el que existía hace 5 o 10 años.

Cada vez son más las empresas chinas que exponen sus ideas sobre la sostenibilidad, que aspiran a reducir su huella de carbono y que ponen en marcha marcos para anular los riesgos relacionados con la ESG. “Sin embargo, aún queda trabajo por hacer. Aunque las normas de divulgación están mejorando, a menudo van rezagadas con respecto a lo que buscan los inversores”, dice el Sustainability Institute. Asimismo, sería un error común pensar que la economía china está dominada por las empresas estatales. “En realidad, la relación se inclina mucho más hacia las empresas privadas”, expone el informe detalladamente.

También sería importante reconocer que no todas las sociedades públicas son iguales. Los equipos de gestión difieren en cuanto a su carácter empresarial, profesional e independiente. Hacer estas distinciones requiere una profunda diligencia y un enfoque constructivo en las reuniones con la directiva. 

La propiedad de las acciones en China puede estar concentrada, mientras que los accionistas mayoritarios pueden tener múltiples intereses públicos y privados. Las transacciones relacionadas entre una empresa que cotiza en bolsa y una parte vinculada (accionistas, directores, empresas hermanas, proveedores u otros) pueden ser un desafío. Existen claros conflictos de intereses. Pero estas transacciones también forman parte del curso normal de los negocios en China.

“Como inversores, debemos ser conscientes de los riesgos y de cómo gestionarlos. Nuestro proceso de due diligence siempre empieza con el accionista mayoritario; por lo que comprobamos sus antecedentes para entender la alineación de intereses, qué conexiones mantienen con vehículos privados y la forma en que estos intereses compiten; evaluamos la competencia y el compromiso de los consejos de administración y los equipos directivos”, sentencia.

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