Las más caras de la historia

Biden barre en recaudación y gasto en la recta final de las presidenciales de EEUU

Las campañas de los candidatos a la Casa Blanca y al Congreso rozarán los 11.000 millones de dólares de gasto este año frente a los poco más de 7.000 que se gastaron en los comicios de 2016 con Hillary Clinton.

Las campañas de los candidatos a la Casa Blanca incluyen hasta galletas con sus rostros.
Las campañas de los candidatos a la Casa Blanca incluyen hasta galletas con sus rostros.
EP

Las elecciones de 2020 en Estados Unidos ya son las más caras de la historia. El gasto que van a movilizar los dos grandes partidos en las campañas de sus candidatos se espera alcance los 10.800 millones de dólares cuando se cierren las urnas. Las donaciones que nutren esta colosal estructura crecen al ritmo del efectivo que se destina a bombardear a los electores con anuncios. En ambos frentes, los demócratas son más agresivos para retomar el control total de la Casa Blanca y el Congreso.

El flujo de efectivo se está acelerando en las últimas semanas, como muestran los datos del Center for Responsive Politics. Solo en el tercer trimestre los candidatos demócratas recaudaron 1.500 millones a través de la plataforma online ActBlue. En el periodo de julio a septiembre se registraron 31,4 millones de contribuciones por parte de 6,8 millones de sus donantes, lo que refleja el poder de las pequeñas aportaciones. De ese dinero se benefician 14.220 campañas y organizaciones vinculadas a los demócratas, aunque Joe Biden se come la tarta. Su campaña obtuvo 383 millones en septiembre, la mitad del total ese mes. En las elecciones a medio mandato hace dos años se recaudó a través de ActBlue cerca de 1.600 millones. Jaime Harrison, que aspira a quitar a Lindsey Graham del Senado, recibió 57 millones en el trimestre.

Las generales de 2016 movilizaron aproximadamente 7.100 millones en total. Es una cifra que se superó ya el pasado verano y las donaciones a los candidatos demócratas al Senado triplicaron las de 2018. Lo mismo se está observando en los cargos que se renuevan a niveles más bajos del gobierno en EE UU, como las cámaras legislativas estatales. Este entusiasmo de los donantes demócratas podría representar una clara amenaza para los contendientes republicanos este 2020

Joe Biden superó en agosto a Donald Trump tanto en recaudación de fondos como en gasto. WinRed, la plataforma online creada por los republicanos en respuesta a ActBlue, obtuvo solo 623,5 millones de dólares en donaciones en el mismo periodo. En parte se explica porque empezaron más tarde. Aunque duplican la cifra cuando se compara con el montante del segundo trimestre. Nutre a unas 1.300 campañas. 

Biden, que lidera las encuestas con 10 puntos, encaraba el último mes de campaña con 430 millones en efectivo para gastar. Trump recaudó 247,8 millones en septiembre y tenía 325 millones a mano. El presidente cuenta con el respaldo de poderosos grupos de acción política (PAC) como Preserve America, que recaudó 83 millones en el tercer trimestre gracias a las donaciones de Sheldon Adelson. El coste estimado para las presidenciales se acerca a los 5.200 millones. A eso se suman 5.600 millones para las campañas al Congreso, casi un 40% más que en 2016. El dinero sirve, de hecho, para identificar donde están los puntos calientes estas elecciones. Los demócratas aspiran a hacerse con el control del Senado tras lograr hace dos años la mayoría de la Cámara de Representantes.

Arizona, es junto a Carolina del Sur, otro de los estados donde los demócratas apuestan fuerte. El astronauta Mark Kelly se enfrenta ahí a la senadora republicana Martha McSally. The Cook Political Report ve un total de siete asientos en el Senado ocupados por republicanos que están en riesgo, bien porque los sondeos muestran una ventaja demócrata o porque están muy igualados. En una campaña totalmente trastocada como la actual por el virus, gran parte de esa masa de dinero que recaudan los partidos se utiliza para financiar campañas de publicidad. Las últimas semanas están siendo un verdadero bombardeo de anuncios políticos. Hay dos estrategias que se siguen. Están, por un lado, los anuncios virales. Y, por otro, los que se concentran en lanzar el mensaje más claro posible.

Michael Bloomberg, que se presentó como rival de Joe Biden a la nominación, está destinando 2,5 millones de dólares de su propio bolsillo para tratar de movilizar el voto latino en Florida. Miami, en concreto, es uno de los mercados publicitarios más caros en los EE UU, especialmente en unas elecciones tan reñidas. Saturar la mente del elector con un único anuncio cuesta un millón a la semana. 

Los anuncios del candidato demócrata duplican a los del republicano por todo el país. Aunque es en los estados en los que el presidente se juega la reelección, como Ohio, Michigan, Pensilvania y Wisconsin, donde la campaña de Biden va muy por delante en gasto publicitario. Eso está forzando al equipo de Trump a destinar más recursos donde necesita preservar su liderazgo para ganar, como Georgia y Arizona. 

Los anuncios son tanto para los candidatos a las presidenciales como al Congreso. La técnica que se utiliza para los anuncios políticos es la misma que en la publicidad de producto. Deben ser emotivos, divertidos y que se desmarquen del resto. La dificultad es que debe hacerse con un presupuesto más reducido que el de una marca como Ford Motor o General Motors, lo que lleva a asumir riesgos. Si la pandemia cambió la manera en la que se está recaudando el dinero que se necesitan para financiar las campañas, también lo está haciendo con los anuncios. Buena parte de la publicidad trata de conectar con los donantes y votantes, para animarles a que se acerquen a las urnas o se registren para ejercer su derecho democrático votando por correo. El voto por anticipado ya batió todos los récords.

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