Y guante de seda en el extranjero

Con puño de hierro: así ganan China y Rusia la 'guerra de las vacunas' a la UE

Tanto la industria china como la rusa se han ocupado de tejer alianzas. Pekín focalizó en 15 países, a los que está suministrando partidas a unos precios más que razonables para agradecer los servicios prestados. 

Efe
Con puño de hierro: así ganan China y Rusia la 'guerra de las vacunas' a la UE
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Unos días antes de que terminara 2020, Reino Unido alardeaba de ser el primer país del mundo en comenzar un programa de vacunación masiva. Olvidaban los súbditos de su Graciosa Majestad que China ya había vacunado a más de tres millones de personas muchos meses antes. Beijing ordenó inyectar la vacuna experimental de CanSino Biologics a los más de dos millones y medio de soldados y sanitarios militares de su país. Para cuando Boris Johnson manifestaba ante la prensa el gran logro de la "industria nacional", el equivalente al 3,75% de la población británica ya estaba vacunado en China.

Algo parecido pasó en Rusia, cuando el 5 de diciembre, con 28.000 contagios al día, las autoridades iniciaron un programa similar entre la población moscovita gracias a 70 clínicas que abrieron sus puertas a la Sputnik V. Con esta actuación, la vacuna impulsada por el propio presidente Putin entraba por la "puerta pequeña" de la historia de la epidemiología, suponiendo la aportación rusa perfecta contra la pandemia.

Puño de hierro en el interior…

En China, simbolismo y pragmatismo van de la mano. El control férreo sobre la población y las medidas sanitarias impuestas permitieron hablar durante el verano del milagro comunista. El país cerraba el episodio pandémico en junio con 83.265 contagiados y 4.634 muertes. Lejos de echarse a descansar, la maquinaria china se preparaba para dar un paso de gigante, en este caso hacia el exterior. Al margen del cuestionamiento y fiabilidad de los datos, los asiáticos se lanzaron a exportar una solución viable en forma de vacuna, aun a costa de utilizar, en muchos casos, a voluntarios en el extranjero para probarlas.

En Rusia las cosas no son tan fáciles como en la República Popular. El negacionismo vírico entre su población alcanza grandes cotas. La Covid-19 se ve como algo peligroso, que acaba con la vida de los más débiles, pero que, sin embargo, no está entre la lista de prioridades ciudadanas. Los rusos están más centrados en aguantar la crisis económica que se avecina por lo que, antes de comercializar la vacuna fuera, se prefirió probarla experimentalmente con sus propios ciudadanos y un grupo reducido de países amigos, como Venezuela o Bielorrusia.

Independientemente del procedimiento, tanto la industria farmacéutica china como la rusa se han ocupado de tejer alianzas en el exterior. En el caso de los primeros su atención se focalizó en quince países, a los que el gigante económico está suministrando grandes partidas a unos precios más que razonables para agradecer los servicios prestados. Así, como si de planificar una conquista militar se tratara, las más importantes empresas público - privadas del país iniciaron sus experimentos y estudios epidemiológicos. CanSino se centró en Rusia, Pakistán, México, Argentina y China. Sinovac se encargó de Brasil, Indonesia, y Turquía, mientras que Bahréin, Egipto, Jordania, Emiratos Árabes, Perú, Argentina y Marruecos, recaerían en las manos de CNBG.

Por su parte, Rusia ha llegado a acuerdos de venta de su vacuna Sputnik V en 14 países: Bielorrusia, Serbia, Argentina, Bolivia, Argelia, Palestina, Venezuela, Paraguay, Turkmenistán, Hungría, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Guinea-Conakri, Túnez, Armenia y, el siempre estratégico, México, que parece renunciar a pedir ayuda a su vecino del norte más próximo: Estados Unidos.

Y guante de seda en el exterior...

La elección de estos países no es ni mucho menos casual. Realmente China se caracteriza por hacer de la estrategia su pauta de comportamiento en el mundo de las relaciones internacionales. Para empezar, se pueden permitir el lujo de volcarse en el exterior, ya que puede presumir de ser el único país sobre el planeta que ha erradicado la pandemia: y lo ha hecho con moral de victoria… y planificación castrense.

Y lo hizo a lo grande. Xi Jinping eligió la asamblea anual de la OMS, celebrada en mayo pasado, para hacer de la vacuna "un bien público global". El objetivo era encontrar la solución mágica y ponerla a disposición de todos los estados del mundo, no sólo en los más ricos, sino también en los más pobres y en vías de desarrollo. Es aquí, precisamente en estos países, dónde China despliega todo su poderío diplomático y comercial en forma de contratos a largo plazo en energía e infraestructuras. Son naciones que dependen sobremanera de su ayuda exterior… y ahora de sus vacunas. La asociación ha permitido construir fábricas en algunos de sus nuevos aliados, principalmente en las zonas de interés chinas en el sudeste asiático.

En su haber es de destacar que China no ha apostado por tecnologías y medios revolucionarios o innovadores. Gran parte de sus vacunas están basadas, curiosamente, en recoger la tradición de la medicina convencional inyectando virus debilitados en el sistema inmunológico para estimular que este reaccione. Por el contrario, las vacunas occidentales, como las de Pfizer y Moderna, o incluso la Sputnik V, utilizan la sofisticación del ARN mensajero que transporta una ‘proteína inteligente’ capaz de llegar como un misil teledirigido a las células afectadas. Esta innovación requiere mucha tecnología y, sobre todo, mucho tiempo de desarrollo. Por el contrario, China ha optado por no desaprovecharlo, dando un golpe de mano definitivo en la carrera geopolítica por la vacuna.

En el caso de la Sputnik V, Rusia puede alardear de haber conseguido la primera vacuna registrada en el mundo a base de una plataforma basada en vectores adenovirales humanos. Gracias a 31.000 voluntarios de Emiratos Árabes Unidos, India, Venezuela y Bielorrusia, la Sputnik V ha logrado ser una de las tres vacunas del mundo con una eficacia superior al 90% y, lo que es más importante para la jugada del Kremlin, con un coste menor de 10$ por dosis, pudiéndose almacenar a temperaturas de entre 2ºC y 8ºC. Toda una ventaja que reduce considerablemente el coste logístico y económico en una operación planetaria.

… para aumentar su reputación y comercio internacional

Mas allá de los innegables beneficios que ofrecen las vacunas a China y Rusia en forma de reputación y marca país, la distribución y ampliación de los lazos diplomáticos entre los países elegidos revitalizarán las iniciativas estrella de ambos países en la escena internacional. Así, la nueva Ruta de la Seda, el proyecto emblema del gobierno comunista chino, ha recibido un fuerte apoyo político en aquellos lugares por los que transcurrirá su recorrido. El mismo resultado parecen haber conseguido los rusos, que han visto como su proyecto estrella para inyectar gas al corazón de Europa, el Nordstream II, está siendo apoyado, aun con discreción, por Alemania.

El gasoducto no es la única ganancia rusa. El debate de la autorización de la Sputnik V en la Unión Europea ha coincidido en el tiempo con la detención del opositor ruso Alexei Navalni. Hace apenas unas semanas el Parlamento Europeo y Alemania lideraban las protestas y declaraciones PESD para presionar al gobierno de Vladimir Putin para liberar a Navalni. Incluso Berlín llegó a alojar en uno de sus hospitales al disidente ruso durante 32 días para recuperarse de un envenenamiento con un agente químico de la familia Novichok.

Desde entonces, la presión diplomática sobre Moscú ha bajado varios enteros por parte de la Unión Europea, un acercamiento que tiene como objetivo la probable aprobación de la vacuna en territorio europeo por parte de la Agencia del Medicamento. Una validación que parece más próxima que nunca tras las declaraciones de la canciller alemana Angela Merkel quien aseguraba, tras conversar con el presidente ruso, que "todas las vacunas que obtengan la autorización de la agencia serán absolutamente bienvenidas". En el tira y afloja entre las naciones europeas ha sobresalido Francia, a la que no le han temblado las piernas, a través de su secretario de Estado de Asuntos Europeos, para recordar a Alemania que debería abandonar el proyecto Nordstream II.

Desde el punto de vista diplomático, la apuesta china por Oriente Próximo no es en vano. El conflicto con la etnia Uigur, situada en la provincia de Xinjiang, ha supuesto un escollo en el blanqueo humanitario del país comunista ante las Naciones Unidas. Con este acercamiento a los países musulmanes, principalmente a Emiratos, China demuestra ante el mundo árabe que su conflicto con los uigures no busca atacar a la religión del islam. Su represión se basaría en la lucha contra el nacionalismo e independentismo. La estrategia de Xi Jinping pasa por equiparar la situación, en términos políticos, a la que pueden vivir los hutíes en Yemén o los kurdos en el norte de Irak y Siria, y en esto ya se ha ganado el respeto y discreción de Emiratos Árabes.

Para Rusia la situación es radicalmente diferente. Desde hace ya décadas está manteniendo un pulso con la Unión Europea para aprovechar el vacío, cuando no abandono, con el que EEUU parece castigar a Europa. La entrada de la vacuna rusa en Europa es continuación de la política de acercamiento que Moscú impuso a comienzos de la plaga, con el envío de sanitarios militares a Italia o el ofrecimiento de ayuda a Grecia.

Pero no son sus únicos aliados en el continente. Hungría es la cabeza de playa de la Sputnik V en Europa. Budapest adquirió dos millones de dosis, contraviniendo las instrucciones de Bruselas, para inmunizar a su población. Al quedar libre de la “lentitud de Bruselas”, los húngaros vieron venir el problema de contar con un único programa centralizado de vacunación para más de 440 millones de personas de 27 países diferentes. Además de llegar a un acuerdo con Moscú, el Gobierno de Viktor Òrban ha puesto también los huevos en la cesta china, adquiriendo cinco millones de dosis de la vacuna de Sinopharm, en una operación que puede suponer la primera toma de contacto del remedio chino en Europa.

El éxito: un programa de vacunación claro

Desplegada su red exterior y con el Covid-19 a raya en su territorio, el último golpe maestro chino a la geopolítica llegó en enero. Con el mismo ánimo y simbolismo, las autoridades asiáticas anunciaban el comienzo de la vacunación masiva en su territorio. Según científicos de este país, el gigante asiático dispondrá de un mínimo de 600 millones de dosis antes de que finalice 2021.

Por su parte, el Gobierno aumenta este umbral a mil millones de unidades. Una cifra que le permitiría tener vacunada al 75% de su población antes de que finalice el año, cumpliendo además con los compromisos adquiridos con otros países para su producción y distribución. China ha demostrado que puede tomarse el tiempo que desee para vacunar a su población, puesto que no necesita la vacuna más que para enseñar al mundo como deben hacerse las cosas.

En la actualidad, las autoridades chinas han señalado nueve grupos prioritarios que recibirán urgentemente la vacuna. El listado incluye a todos los trabajadores que trabajan en el sector sanitario, los empleados de logística y reparto, aquellas personas cuyos trabajos requieran de viajes al extranjero, funcionarios y empleados de los servicios públicos. Esta aproximación choca con la visión occidental, más centrada en inmunizar en un primer momento a los colectivos más vulnerables en función de su edad o exposición al Covid. El objetivo es vacunar a más de 50 millones de personas para comienzos del año nuevo lunar, que comienza el próximo 12 de febrero.

Solo en Beijing, en los primeros dos días del programa de vacunación, 73.500 personas recibieron su primera dosis en los más de 200 centros de vacunación de la ciudad. Dicho de otra manera y comparando magnitudes: en 48 horas, China vacunó a la población equivalente de municipios como Toledo, Guadalajara, Zamora o Pontevedra. Estas son las ventajas de una vacuna que se administra en una sola dosis y no requiere de necesidades de refrigeración extrema, como sí ocurre en el caso de las británicas y norteamericanas.

La 'guerra de las vacunas' puede suponer una nueva victoria de la diplomacia y metodología china y rusa para abordar grandes proyectos estratégicos. El uso combinado del puño de hierro en el interior con el guante de seda del poder blando en el exterior está demostrando ser el camino perfecto para que Beijing y Moscú ganen amigos y voluntades allá donde Occidente solo puede mostrar desunión e insolidaridad. Son modelos distintos en los que, de momento, solo dos parecen funcionar y obtener otros beneficios más allá de los humanitarios.

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