La estrategia de Cuba 

De cortar Internet al ataque sónico: la represión digital acaba con la disidencia

Con la regularización de los teléfonos para uso individual, el régimen cubano únicamente tiene que apretar un botón para provocar el apagón de todo tipo de comunicaciones en la isla. Muy pocos lo pueden sortear.

13 July 2021, US, Washington: Cuban demonstrators from We are more and We are not afraid's movement holds a Cuban flag during a rally in front of the White House to show their support for the people in Cuba that have taken to the streets to protest pandemic restrictions, the pace of COVID-19 vaccinations and the Cuban government. Photo: Lenin Nolly/SOPA Images via ZUMA Wire/dpa
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13/7/2021 ONLY FOR USE IN SPAIN
Del corte de Internet al ataque sónico: la represión digital acaba con la disidencia. 
DPA vía Europa Press

Miles de cubanos han tomado las calles para protestar ante el régimen que gobierna la isla desde hace más de 60 años. La Habana no está acostumbrada a palabras tan altisonantes como “Patria y Libertad”, por lo que las autoridades cubanas reaccionaron como era previsible y ya hicieron en el pasado. Se trataba de silenciar las voces de los manifestantes y activistas cortando las comunicaciones y limitando, dentro de sus posibilidades, la circulación de videos por las redes sociales. Aun así, decenas de vídeos en los que se evidenciaba la represión de las fuerzas de seguridad cubanas saltaron fronteras y mares llegando hasta el último rincón del mundo. El particular secretismo de la dictadura cubana terminaba como nos tiene acostumbrado el siglo XXI: a tiro de móvil.

Esta vez, el régimen comunista llegó tarde. Antes de que el apagón telemático llegara, los cubanos pudieron observar en sus teléfonos las protestas que tuvieron lugar en decenas de ciudades de la isla. El presidente Díaz-Canel, consciente de la gravedad de la situación, ordenó que, junto a las balas de goma y los gases lacrimógenos, se utilizaran otras tácticas de ‘represión híbrida’, que iban desde el corte total de las redes móviles y analógicas para evitar la comunicación entre sus propios ciudadanos a la culpabilización diplomática de los Estados Unidos. Todo para evitar que el virus de la libertad de información pudiera prender tanto en la capital como en las poblaciones aledañas.

Etecsa, la compañía que opera en exclusiva en la isla, tan sólo tuvo que bloquear el acceso a Internet para los ciudadanos cubanos. Una táctica muy simple y sencilla, ya que aprovechó su situación de monopolio en el sector de las telecomunicaciones y en el de móviles, donde opera bajo la forma de Cubacel. Pese a que el gobierno cubano argumenta que el apagón se debe a un problema técnico, tanto el Open Observatory of Network Interference (OONI) como el Center for Applied Internet Data Analysis (CAIDA) han dado cuenta de que la actuación sobre la red de telefonía e Internet de la isla han sido provocadas. La práctica es idéntica a la efectuada en noviembre del año pasado, al hilo de las protestas relacionadas con el 27N y el Movimiento San Isidro (MSI), un movimiento político y social creado por un grupo de artistas e intelectuales de la disidencia cubana.

Aun así, algunos ciudadanos cubanos están sorteando las restricciones gracias a la utilización de redes privadas virtuales o VPNs. Gracias a ello consiguen hacer llegar al exterior las terribles imágenes de miembros de la policía afín al régimen reprimiendo las manifestaciones y deteniendo a cientos de cubanos de los que se desconoce el paradero en este momento. Más de un centenar de personas se encuentran detenidas, entre ellas la corresponsal de ABC en la isla, Camila Acosta, que fue puesta en libertad pero bajo arresto domiciliario. 

Cuba ha sabido jugar sus bazas en el universo del ciberespacio. Tirando de manual, las autoridades del régimen tratan de cortar la voz cada vez que hay algún signo de protesta o desavenencia con el Gobierno. Junto a esta práctica de ‘soft power’, la dictadura castrista ha utilizado otras de ‘boutique’ de contraespionaje, como los “ataques sónicos” que sufrieron algunos diplomáticos americanos en 2016. Los afectados sufrieron, aun por causas desconocidas, “daños en el oído interno”, según certificó un equipo médico de la Universidad de Miami en 2019. Lo sucedido con los trabajadores y familiares de la embajada se ha señalado siempre como uno de los “poltergeist” diplomáticos que aun a día de hoy no encuentran una explicación lógica, pero que, sin embargo, son tan reales como crueles.

Al menos 26 personas que trabajaban en la embajada presentaron serios problemas de salud que iban desde dolores de cabeza a presión en los oídos, mareos y confusión. Todos estos síntomas están relacionados con los supuestos “ataques sónicos”, si bien La Habana negó en todo momento estar relacionada con este tipo de actividades. Sea intencionado o no, lo cierto es que los afectados describieron una patología común en la que un ruido agudo de unos minutos de duración se repetía cada día tanto en la propia Embajada como en los hoteles en los que residían parte de la delegación diplomática. Otras embajadas, como la canadiense, también reportaron incidentes similares que, posteriormente, fueron también identificados en la embajada de EE.UU. en China.

Ante las tácticas y técnicas de represión habitual, surgen las tácticas híbridas, aquellas que materialmente no se pueden identificar con la represión cruda y violenta pero que, sin embargo, pueden tener un efecto aun mayor a la hora de apagar fuegos sociales, como los sucedidos durante la semana en Cuba. Para tener controlado el mercado de móviles de la isla, Etecsa procedió en 2016 a realizar un censo de los celulares que poseían los cubanos, regulando su empleo y utilización. Para ello se dispuso una campaña por parte del Ministerio de Comunicaciones en la que se instaba a la ciudadanía a comprobar que su celular no fuera robado o bien adquirido en el extranjero. Las autoridades cubanas justificaron este control debido “al incremento de hechos asociados a la adquisición de teléfonos falsos o vinculados a delitos, pues a medida que la base de clientes ha crecido - se estima que en Cuba hay unos 3,5 millones de celulares - se ha ido asociando también un mayor porcentaje de vandalismo”.

Además de la obligatoriedad para que los cubanos registren su móvil en una página web creada por la empresa, Etecsa tiene la posibilidad de realizar un seguimiento y detectar cualquier tipo de anomalía a través de un software que realiza revisiones trimestrales tanto de las líneas móviles registradas como de las que se van activando. El mismo control se aplica a viajeros y turistas que tan sólo pueden portar un teléfono móvil en sus desplazamientos a la isla. En el pasado, el tráfico de teléfonos era calificado como delito muy grave por parte de las autoridades cubanas y se penaba fuertemente el comercio de los aparatos electrónicos con capacidad de conexión a la red.

Hoy en día, ya con la regularización de los teléfonos para uso individual, el régimen cubano únicamente tiene que apretar un botón para provocar el apagón digital de la isla. Una práctica común que se ha producido de igual manera en otros países con similares déficits democráticos como en el caso de Nigeria o China, donde el gobierno de Beijing aplica similares tácticas cada vez que se produce cualquier tipo de protesta o manifestación contraria al Partido Comunista Chino y es que la represión digital no conoce de fronteras, ni de idiomas.

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