¿Qué ha logrado Estados Unidos?

De Kosovo a Afganistán: así cambiaron dos guerras clave la opinión sobre EEUU

La primera duró algo más de un año y murieron unas 13.500 personas. La imagen de EEUU salió reforzada tras la intervención contra los serbios. Algo muy diferente sucedería en Afganistán.

Soldados estadounidenses durante el repliegue de Afganistán.
Soldados estadounidenses durante el repliegue de Afganistán.
EFE

Pocos recuerdan que hace 22 años los serbios bombardeaban a los kosovares en una guerra desigual. La opinión pública española, los políticos y hasta los intelectuales pidieron intervenir militarmente y atacar a los serbios. El conflicto estalló en febrero de 1998 y duró hasta junio de 1999. Puesto que los serbios eran militarmente superiores y no tenían muchos escrúpulos, aplicaron una guerra total: exterminaban todo lo que podían. Terror, devastación y liquidación.

Los civiles de Kosovo (una provincia de Yugoslavia) huían por las carreteras y pedían, como ahora los afganos, ayuda a las potencias internacionales. Por favor, no nos dejen solos. Las imágenes de niños y ancianos destrozados por las bombas serbias fueron conmoviendo a la opinión pública europea la cual se expresó en los medios de comunicación. Había que parar eso.

Susan Sontag, Vargas Llosa, Jorge Semprún, Claudio Magris, … La mayor parte de los intelectuales condenó a los serbios, declaró criminal al líder serbio Slobodan Milosevic y pidió sin pudor "parar esa matanza". Los países europeos miembros de la OTAN no quería intervenir hasta que EEUU tomó la decisión: sus cazas empezaron a bombardear objetivos serbios. Después les secundaron otros países, entre ellos España. Seis cazas F-18 españoles bombardearon líneas serbias. Hicieron 264 salidas y 1.014 horas de vuelo. La mayor parte de las misiones fueron ataques a suelo. La opinión pública española estaba orgullosa de ellos. Hubo elogios. Fueron entrevistados por 'El País'. Ellos respondieron fríamente que cuando sueltas una bomba no sabes lo que hay abajo y te vas.

José Saramago dijo en Galicia: "Si la OTAN suspende sus bombardeos, quedará impune el fascista Milosevic, y me avergüenzo de que una vez fuera comunista como yo".

Los serbios pactaron la paz en junio de ese año y reconocieron a Kosovo como región autónoma. La guerra de Kosovo duró algo más de un año. Murieron unas 13.500 personas, entre civiles y militares de ambos bandos. Solo costó la vida a dos pilotos de EEUU. A la OTAN le costó unos 45.000 millones de euros en 78 días de bombardeos. La imagen de EEUU salió reforzada.

Algo diferente le sucedería en Afganistán. Este país asiático, considerado uno de los más pobres del mundo, empezó a llamar la atención de los servicios secretos occidentales en 1994 cuando un grupo de radicales islamistas emprendieron una lucha para derrocar al Gobierno. Lo lograron en 1996.

Lo que sucedió a partir de entonces fue estremecedor. Primero torturaron y asesinaron al presidente del país, Mohammad Najibullah. Colgaron su cadáver de un semáforo. El periodista Nafees Takar, enviado por un medio occidental, llegó al mes siguiente a Kabul. En un reportaje para 'Voice of America', dijo: “La llamada ‘policía moral’ del gobierno talibán conocida como Promoción de la Virtud y Eliminación del Vicio eran los escuadrones más temidos en la capital… Todos los hombres tenían que usar gorra o turbante y lucir una barba lo suficientemente larga como para ser agarrados por un puño. Durante los tiempos de oración, todos los negocios debían cerrar. Se impuso a las mujeres el burka anticuado, una prenda azul con forma de volante. Las mujeres eran golpeadas con porras en público por los escuadrones, a veces por razones desconocidas o porque sus tobillos habían sido visibles para los hombres, o porque las habían visto hablando con un extraño. Los talibanes golpeaban a una mujer si no estaba acompañada por un 'mahram', un miembro masculino de la familia. Ver a los talibanes golpear a las mujeres en las calles de Kabul se convirtió en la nueva normalidad”.

Se cerraron las escuelas, se destrozaron televisores, desaparecieron reliquias antiguas del Museo de Kabul, se rompieron en pedazos fotografías y retratos de seres humanos y animales en edificios oficiales. "La música local fue reemplazada por los 'taranas' (himnos) y sermones yihadistas de los talibanes, que se escuchan en Radio Sharia, el nuevo nombre de la radio y la televisión nacionales de Afganistán".

La comunidad internacional no entendía bien qué estaba pasando allí. Pero las noticias hablaban de humillación a las mujeres, ejecuciones sumarias y ensañamiento contra la cultura tradicional. Se hizo famosa una enorme piscina construida por los rusos en las colinas de Bibi Mahru cerca de Kabul donde los talibanes lanzaban los cadáveres de sus ejecuciones. En marzo de 2001 los talibanes volaron por los aires dos enormes estatuas de Buda talladas en roca y situadas en el valle de Bamiyan. El video dio la vuelta al mundo. Era un reino lleno de barbarie sacado de una novela distópica.

Detrás de esta barbarie estaban dos personajes: Mohamed Omar y Osama Bin Laden. Un grupo de analistas de la CIA llamado Las Hermanas ("The Sisters") había seguido su pista de este último pues le vinculaban con atentados en las embajadas de EEUU de Kenia y Tanzania en 1998.

Este grupo de analistas emitió en agosto de 2001 un informe en concreto donde hablaba de que Bin Laden estaba "decidido a atacar EEUU". El informe no fue tomado en cuenta. El 11 de septiembre EEUU sufrió el mayor ataque terrorista de su historia: dos aviones hicieron impacto en las Torres Gemelas, otro en el Pentágono y otro más se estrelló en medio del campo. Detrás de los atentados estaba Osama Bin Laden.

Dos meses después, EEUU invadía Afganistán con un doble objetivo: cazar a Bin Laden y acabar con las bases terroristas. Esta ve los intelectuales se dividieron. Norman Chomsky acusó a EEUU de ser un "estado que apoyaba el terrorismo". En cambio la periodista italiana de izquierdas Oriana Fallaci publicó uno de sus artículos más duros contra los islamistas radicales. "¿No os dais cuenta de que los Osama bin Laden se creen autorizados a mataros a vosotros y a vuestros hijos, porque bebéis vino o cerveza, porque no lleváis barba o chador?".

El oficial de inteligencia y marine Elliot Ackerman llegó a Afganistán con las tropas de EEUU. Una de las cosas en las que se fijó fue que sus compatriotas instalaron bases de madera contrachapada, lo que indicaba que no pensaban estar allí mucho tiempo, según un reciente artículo firmado por Ackerman en 'The Atlantic'.

Se quedaron 20 años. ¿Qué ha logrado EEUU? Hace pocos días, el inspector general de EEUU para la reconstrucción de Afganistán (Sigar) emitió un informe sobre esos 20 años: se aumentó la esperanza de vida, se disminuyó la mortalidad infantil a la mitad, se escolarizó a las niñas (con los talibanes ninguna partir de 10 años) y, ahora casi todos tienen electricidad (casi no había acceso a la electricidad antes de 2005). Pero EEUU ha fracasado en su intento de crear algo parecido a una democracia occidental porque Afganistán es un país donde se es fiel a la tribu, no a la democracia. Han muerto 66.000 policías o militares afganos; 51.000 talibanes; 47.245 civiles; 3.600 militares extranjeros: 444 trabajadores sociales; y 77 periodistas. Una guerra que ha costado más de dos billones (con b) de dólares.

El régimen afgano, sostenido por EEUU y sus aliados, ha sido corrupto e ineficaz. Pero hasta esto tiene una explicación. Así lo resume Ackerman, que hoy es periodista y escritor. “Lo más trágico es que nuestro mensaje constante de que íbamos a salir de Afganistán alentó a los afganos en puestos de poder a abrazar la corrupción —específicamente, el desvío de recursos para beneficio personal— como el único medio claro y seguro de supervivencia. La corrupción se convirtió en un plan de contingencia financiera: la elección que cualquier afgano razonable haría para garantizar un futuro seguro para sus hijos. Si todos los años los estadounidenses prometían que el próximo año habría menos tropas y serían abandonados a los talibanes, ¿Qué haría usted?".

Se puede criticar a EEUU por haberse equivocado de estrategia, por haber fracasado o por haber mantenido un régimen de funcionarios corruptos. Pero no de ir a ese país a aprovecharse de sus inmensos recursos porque, aunque los tiene, EEUU no ha sacado nada en concreto. Ni petróleo ni metales ni piedras preciosas.

A partir de la muerte de Bin Laden en 2011 ya no tenía mucho sentido seguir en esa parte del mundo. Cuando Barack Obama anunció que EEUU se marcharía de Afganistán en 2016, ningún país quiso tomar el relevo. La retirada total tardó unos años más. EEUU fue reduciendo sus tropas hasta quedar en pocos miles. Joe Biden anunció este año que saldría definitivamente en septiembre. Ningún país ha querido tomar el testigo porque eso significaría enfrentarse a un problema que solo se puede resolver por una guerra de extinción.

Al final, la salida paulatina de tropas de EEUU ha servido para que los talibanes fueran ganado terreno hasta triunfar en la guerra. El ejército nacional afgano que EEUU había preparado para dejar a cargo del país no ha hecho nada. ¿Cómo es posible que 300.000 soldados perfectamente equipados no hayan controlado al país contra 75.000 talibanes? Porque, según Ackerman, EEUU creó un ejército nacional afgano sin contar con el sentimiento tribal. “Un soldado afgano de etnia tayika de Mazar-i-Sharif encargado de luchar en la provincia de Helmand, totalmente pastún, se encontraría allí tan extranjero como cualquier estadounidense”, afirma en su artículo en 'The Atlantic'. “Nunca logramos integrar las lealtades tribales y regionales en un ejército nacional”.

El que fue asesor de la CIA, John McClaughin, afirma que una persona arriesga su vida para derrotar al enemigo por cuatro razones: “Una fuerte identificación con una causa que apoyas y respetas (generalmente encarnada en un gobierno en el que confías); un liderazgo militar talentoso que comparte esos valores y te inspira a superar el miedo; un gobierno que puede obligarte a servir bajo la amenaza de sanciones; y la convicción de que debes destruir al adversario para salvarte a sí mismo. Cuando la mayoría de estas condiciones no están presentes, como pasó con muchos soldados de Vietnam del Sur, el nivel de valentía, el excelente entrenamiento y el equipo se vuelven casi irrelevantes”. Los talibanes en cambio estaban dispuestos a morir por su causa.

Muchos analistas culpan a EEUU solo porque es EEUU, es decir, el país imperialista por naturaleza. Otros análisis critican la torpeza de EEUU. Pero ninguno de ellos habla de crear una fuerza para invadir de nuevo Afganistán, a pesar de que todos reconocen que el régimen talibán es una amenaza para el país. En Kosovo en 1999, analistas, intelectuales y medios aunaron su voz para pedir la intervención militar. Estados Unidos lo hizo y logró sus objetivos. Forzó la paz. Las cosas han cambiado mucho en 22 años.

La única vía de presión que queda a la comunidad internacional es imponer sanciones económicas, cortar las vías del opio e intentar estrangular al régimen talibán para que respete los derechos humanos, especialmente los de las mujeres. La UE ya ha tomado una postura clara: dialogar con los vencedores. Mujeres de todo el mundo han suscrito una carta pidiendo que se deje salir a las mujeres de Afganistán, que es una solución muy pequeña para un problema tan grande.

Para las familias de los soldados españoles fallecidos (más de 100 efectivos), Afganistán ha sido un sacrificio sin recompensa. La madre del militar asturiano Juan Andrés Suárez, decía en 'El Comercio' de Asturias: “Yo solo sé que les envié un hijo sano y me lo devolvieron en un ataúd, y en ningún despacho derramaron una sola lágrima. Las lágrimas por Andrés las derramamos nosotras”. Un atentado talibán acabó con la vida de Juan Andrés en 2008. Miriam Suárez, la hermana del soldado, probablemente hizo la mejor síntesis de lo que pasó en Afganistán en estas dos décadas: “Los culpables del atentado a mi hermano llevan turbante. Pero de lo ocurrido en Afganistán en estos veinte años hay mucho responsable con traje y corbata”.

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