Mohamed VI, dos décadas de un reinado que ha logrado cambiar Marruecos

La nueva constitución marroquí acaba con la figura 'sagrada' de Mohamed VI
La nueva constitución marroquí acaba con la figura 'sagrada' de Mohamed VI
lainformacion.com

Tras veinte años en el trono de Marruecos, la fortuna de Mohamed VI ha proliferado hasta sobrepasar los 2.000 millones de dólares y su pueblo lo sabe: han pasado de conocerlo por el "rey de los pobres" a coronarlo como el "monarca empresario".

El monarca ascendió al trono con 35 años, un 30 de julio de 1999. La sombra de su padre, Hasán II, una personalidad autoritaria que superó dos golpes de estado y ejerció una represión implacable contra sus oponentes, sobrevolaba por encima del joven rey, que pronto aprendió a poner distancias.

El joven monarca, que empezó dándose baños de masas con los sectores más humildes de su pueblo, fue virando hacia una posición marcadamente más distante. En cuanto a su vida personal, se ha vuelto un secreto y nadie sabe con certeza qué ocurre tras los muros de Palacio. Han dicho de él desde que está enfermo, hasta que se ha cansado de las obligaciones de la corona... pero todo son rumores. El Palacio Real y su entorno solo contestan con el silencio.

Sus primeros años: una inyección de modernidad

Fue al principio de su reinado cuando el monarca dio los pasos más audaces por la modernización de Marruecos: un nuevo Código de Familia, mucho más favorable para las mujeres, un proceso de reconciliación con las víctimas de la represión y una libertad de prensa que nunca antes se había planteado.

Pero el atentado terrorista múltiple de 2003 marcó un punto de inflexión. La acción de los doce suicidas que mataron a más de veinte personas en distintos puntos de Casablanca (la mayoría en la "Casa de España") supuso el fin de la época aperturista y el desarrollo económico, y supuso un incremento de los esfuerzos por la seguridad nacional.

Una economía emergente y un Marruecos 'de dos velocidades'

A diferencia de su padre, que jugó con cierto éxito a la política exterior, Mohamed VI se volcó en las cuestiones internas, condicionadas por la falta de recursos naturales propios. Apostó entonces por el turismo (con 12 millones de visitantes anuales, es actualmente el primer destino africano), la agricultura, la industria automovilística y, sobre todo, por el desarrollo de unas infraestructuras que iban a cambiar el país: una extensa red de autopistas, aeropuertos modernizados, un tren de alta velocidad único en África y, la joya de la corona, el puerto de Tanger Med, inaugurado en 2007, que en solo diez años se convirtió en el mayor de África en tráfico de contenedores.

El presidente de la Confederación General de Empresas Marroquíes, Salaheddine Mezouar, explicó a Efe que con Mohamed VI "el país ha aprovechado sus ventajas estratégicas para atraer inversión y desarrollar su economía y su sociedad. El cambio ha venido acompañado con más apertura: más acuerdos comerciales, integración en la cadena de valor económica mundial, y todo acompañado por una visión de desarrollo industrial".

Uno de los ejes de esta estrategia ha sido el desarrollo preferente del eje atlántico que va desde Tánger hasta Casablanca: en este "Marruecos útil" se ha concentrado el esfuerzo en infraestructuras y desarrollo, en detrimento del interior del país, relegado en inversiones y en todos los indicadores, lo que ha creado un Marruecos de dos velocidades.

El PIB del país ha ido creciendo de forma ininterrumpida durante los últimos veinte años, aunque siempre por debajo del 4% anual. Según el FMI, esto es insuficiente para considerarlo un país emergente y, sobre todo, para crear empleo: de los 200.000 jóvenes que anualmente han llegado al mercado de trabajo en la última década, solo una cuarta parte ha encontrado empleo. En consecuencia, hay un desempleo juvenil crónico en la ciudad superior al 25%.

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