Las reivindicaciones territoriales

Tensión en Melilla: Rabat 'acumula' población en la frontera por Annual

Las poblaciones de Nador, Laazzanene o Arekmane se disponen a conmemorar el centenario a tan solo unos cientos de metros de la ciudad autónoma. La acumulación de personas tensa la cuerda al máximo.

Inmigrantes celebran su entrada en Melilla
Inmigrantes celebran su entrada en Melilla
EFE

Los aniversarios suelen traer problemas para los Estados, en especial si enfrentan batallas pasadas en las que un ejército masacra a otro. Aun habiendo pasado cien años, la guerra de África que enfrentó a España con las más peligrosas tribus y clanes del Rif escuece, y mucho, en la mente colectiva de españoles y marroquíes.

El próximo 22 de julio se cumplirán 100 años del desastre de Annual. Una cita trágica para España en la que al menos 10.000 soldados dejaron su vida en una alocada huida en busca del refugio que ofrecía Melilla. España, probablemente, se vuelque en rememorar episodios heroicos que tuvieron lugar durante la retirada desde Igueriben, Annual, Tistutin, Ben Tieb o Sidi Drius. Quizá las más sobresalientes de todas fueron las continuas cargas del Regimiento Alcántara para cubrir la retirada de la interminable columna que partió, con más pena que gloria, desde Annual. Desde la concesión de la Laureada de San Fernando al regimiento, su historia forma parte del elenco universal de hechos heroicos, aquellos que encuentran su razón en la más sagrada de las virtudes castrenses: el sacrificio de la propia vida en beneficio del compañero.

Por su parte, Marruecos afronta el aniversario con una visión radicalmente diferente. Nuestro ‘desastre’ es conocido allí como la ‘batalla de Annual’ y se conmemorará en un momento en el que la relación con España ha pasado del entendimiento mutuo al choque continuo. Los actos que tendrán lugar para "celebrar" la lucha de los rifeños podrían tensar, aun más, la línea que separa el reconocimiento de un hecho histórico con las posibles reivindicaciones territoriales de una zona, la del Rif, que aun reclama para sí misma mayores cuotas de independencia y poder. Es una de las zonas mas pobres de todo Marruecos y en la que el poder de Rabat, al igual que en 1921, siempre se ha encontrado con la oposición de las cabilas rifeñas.

Melilla fue la protagonista hace 100 años de un enfrentamiento que estuvo a punto de acabar con la presencia española en el norte de África. Ahora, las poblaciones marroquíes de Nador, Laazzanene o Arekmane se disponen a conmemorar un centenario que pasará irremisiblemente por la reivindicación de un episodio cruento y que tendrá lugar a tan solo unos centenares de metros de Melilla. Simplemente la acumulación de personas en la frontera con Melilla tensará una cuerda que está aun muy lejos de volver a la normalidad. Aquello que nosotros vemos como una barbarie es reivindicado al otro lado del Estrecho como una gesta que supuso la “liberación”, momentánea, del europeo opresor.

Aquello que nosotros vemos como una barbarie es reivindicado al otro lado del Estrecho como una gesta que supuso la "liberación" del europeo opresor

¿Qué pasó en Annual?

Desde la toma de Igueriben por parte del harca de los beniurriagueles todo cambió en la conciencia española sobre el Rif. Los pocos supervivientes que llegaron a Annual presentaban un aspecto horripilante. La sed y el hambre a la que fueron sometidos los 350 españoles que defendían al emplazamiento eran el preludio de lo que les esperaba a los 5.000 efectivos que se agolpaban en Annual.

El General Silvestre había acudido a la zona para dirigir en persona la respuesta española al atrevimiento marroquí. Sin embargo, el veterano militar estaba a punto de llevar a cabo una de sus famosas "bigotadas". El alto mando español se encontraba en la encrucijada. Debía decidir si se mantenía firme en Annual, al resguardo de una frágil fortificación situada entre montañas y con provisiones y suministros suficientes para cuatro días, o bien emprender una retirada táctica hacia Ben Tieb y Dar Drius, donde poder resistir a las cabilas rebeldes o bien alcanzar la vía ferroviaria que unía El Batel con Melilla.

Ambas opciones le permitirían reagrupar las tropas dispersas por todo el territorio rifeño. El atrevimiento (y la temeridad) de Silvestre era legendaria. Sin embargo, en esta ocasión, el general no supo leer correctamente el partido. Los ánimos de los moros se encontraban en un estado cercano al éxtasis sanguinario. Acababan de pasar literalmente a cuchillo a las tropas asentadas en Igueriben y amenazaban seriamente a los 'blocaos' distribuidos por toda la línea de Silvestre, así como las guarniciones de Bumeyai e incluso la costera Sidi Dris.

Unos 12.000 rifeños sedientos de sangre y venganza se agolpaban a las puertas de Annual. Con probabilidad, Silvestre optó por la peor de las decisiones. Ordenó una retirada de Annual para evitar verse cercado. El problema fue que la que se suponía iba a ser una retirada táctica y ordenada se convirtió en un “sálvese quien pueda”, en la que el valor de unos se contraponía con el pánico de otros.

Una interminable columna compuesta por miles de soldados, acémilas y vehículos abandonaba la inseguridad de Annual para abrazar la locura colectiva. Apenas recorridos unos metros el pánico se adueñó de los españoles. La columna se convirtió en una carrera por la supervivencia. Las secciones de heridos que se encontraban en un lugar privilegiado de la línea comenzaron a ser rebasadas por los efectivos que formaban la retaguardia: los mismos que se supone debían protegerlos a toda costa.

Las luchas internas por hacerse con alguna acémila para ‘cabalgar’ hacia Dar Drius provocó el atropello y descomposición de la columna. El desorden llevó a que el camino, ya de por sí angosto, se convirtiera en un tapón que los rifeños aprovecharon para aniquilar a las tropas, a todo aquello que oliera de alguna manera a español. Los efectivos de la policía indígena se pasaban traicioneramente al enemigo. Los mismos que empuñaban sus fusiles con los españoles pasaron a disparar automáticamente a sus antiguos compañeros. No cabía espacio alguno para el honor. Simplemente se trataba de escapar de la barbarie, de la tortura y de los actos mas crueles que solo el ser humano es capaz de imaginar.

La gesta del Alcántara

Aun con todo, siempre hay algún recoveco en el que se esconde el heroísmo. El Regimiento Alcántara, comandado por el Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera, cargaba una y otra vez para aliviar el sufrimiento de una tropa descreída. Estos valientes, que vieron reconocida su gesta hace escasos nueve años, protegían, al galope primero y al paso después, la huida desesperada de sus compañeros. Para la historia queda la arenga de Primo de Rivera: "La situación, como pueden ver es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la Patria cumpliendo la sagrada misión del Arma. Que cada cual ocupe su puesto y cumpla con su deber".

Pero la masacre no eximió de tormento a los héroes. A la vez que Primo de Rivera perdía efectivos, miles de rifeños se dedicaban a un festival de sangre y anarquía en el que se lapidaba, violaba, desmembraba y quemaba a los pobres infelices que se quedaban descolgados de la columna. Tan solo los sanitarios y artilleros tenían la posibilidad de salir vivos de la matanza. Los primeros para curar a los heridos rifeños y los segundos para enseñar a las hordas moras a utilizar las piezas de artillería que los españoles iban abandonando en su huida. Tanto unos como otros eran sometidos a las peores de las torturas para obligarles a realizar su cometido. Desde la antigüedad nadie paga a los traidores.

Unos días u horas de vida era el pago por su conocimiento. Algunos se negaron a traicionar a sus compatriotas, como el teniente Diego Flomesta que se dejó morir de hambre antes de enseñar al harca rifeña a disparar efectivamente a sus compañeros de armas en Igueriben.

El desorden y la falta de disciplina en la retirada provocó el desastre de Annual, pero gracias a la actitud y sacrificio de unos pocos, 2.400 hombres consiguieron llegar al Monte Arruit comandados por el General Navarro. Junto a los componentes de la guarnición se disponían a hacer frente a decenas de miles de rifeños que buscaban el exterminio total sobre el protector español. La proximidad con la ciudad española no supondría un alivio. Más bien todo lo contrario, pero esa será otra historia.

Hoy solo hay espacio para recordar que todo ocurrió a apenas 30 kilómetros al sur de Melilla. Los mismos kilómetros que hoy separan la frontera serán testigos de unas celebraciones muy diferentes en función de la bandera con que se mire y es que para los españoles Annual es ‘el desastre’, el caos y un episodio sin hueco alguno para la celebración, mientras que para los marroquíes es ‘la batalla’, la hazaña que debe celebrarse… aunque sea a unos pocos metros de Melilla.

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