Tras los avances de Pfizer

De la viruela al sarampión: las vacunas que salvaron al mundo de una epidemia

La edad de oro de la vacunación llegaría pasada la Segunda Guerra Mundial, principalmente porque ya no se trataba de un simple avance científico.

Niños recibiendo la vacuna contra la difteria, ciudad de Nueva York, década de 1920.
Niños recibiendo la vacuna contra la difteria, ciudad de Nueva York, década de 1920.
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"Has borrado del calendario de las aflicciones humanas una de las más grandes. Las naciones del futuro sólo conocerán por los libros de historia que la repugnante viruela existió y que fue erradicada por tu obra". Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de EEUU, se dirigía así al británico Edward Jenner en 1806, quien 10 años antes había desarrollado la que es considerada la primera vacuna de la historia contra la viruela.

Sin embargo, la enfermedad no fue erradicada hasta 1977, 180 años después: la única epidemia causada por un virus que el hombre ha conseguido vencer. Nunca fue fácil la tarea de la inmunización de los virus y bacterias que desembocaban en epidemias. La ciencia aún así ha avanzado desde los tiempos de Jenner y el anuncio de Pfizer en una era de vacunas de laboratorio y desarrollo industrial podría erradicar la Covid mucho antes aunque no sea tan sencillo.

Edward Jenner había conseguido inocular con éxito a James Phipps, el hijo de ocho años de su jardinero, las muestras de viruela de la vaca que portaba una granjera, Sarah Nelmes -Mark Pallen ‘The Last Days of Smallpox: Tragedy in Birmingham’-. En realidad, el método de Jenner del que se derivaría el nombre de vacuna -por el virus presente en las vacas- se basaba a su vez en algunas prácticas de siglos atrás en China con el mismo virus cuando se utilizaba el pus de algunos rumiantes para infectar deliberadamente a personas.

Obviamente, no se conocía exactamente el grado de respuesta inmune, pero sí la experiencia de que muchos de los que estaban en contacto con las vacas no desarrollaban la enfermedad. Bajo la misma observación, Jenner fue capaz de mejorarla durante casi 20 años de estudios y pruebas hasta lograr la primera forma de inmunizar a una persona de la viruela. ¿Por qué se tardó tanto entonces? Para empezar, era aún una vacuna bastante rudimentaria difícil de producir ya que dependía a su vez de la enfermedad veterinaria, aunque con el tiempo se mejoraría.

Sencillamente, el éxito para inmunizar a la población depende también de la capacidad de fabricar el número necesario de dosis y que éstas estén disponibles en los momentos de los brotes. Durante 180 años eso no fue posible. Mucho antes, el otro gran salto se produjo en el laboratorio de Louis Pasteur, en París. El científico francés comenzó por desarrollar la teoría de infección por gérmenes, lo que resultaría crucial para un conocimiento adecuado de las bacterias y virus que se pretendían eliminar. Pasteur fue capaz de reproducir en un laboratorio la mayoría de los agentes infecciosos en los que trabajó aunque nunca pudiera descifrar el comportamiento de los virus. 

Como en el caso de Jenner, los animales jugaron un papel importante. En 1879, un siglo después de la primera vacuna contra la viruela, consiguió una vacuna para el cólera aviar que afectaba a los pollos. Tuvo su pequeño momento de azar: mientras trabajaba para conocer la infección de los pollos con la inoculación de la bacteria, ésta se quedó en el laboratorio sin ser utilizada y cuando la empleo algunas semanas después resulto que hizo enfermar a los pollos pero con síntomas más leves.

Sobrevivieron otorgando un descubrimiento capital como fueron las vacunas atenuadas. Es decir, un porción de la bacteria suficientemente debilitada para que el organismo pudiera reconocerla y atacarla con el sistema inmune. Fruto de este mismo método desarrolló la vacuna antirrábica que le salvó la vida a otro niño, Jean Baptiste Jupille, además de la del ántrax, comenzando con él también el rechazo de ciertos grupos a la práctica por considerarse inmoral y peligrosa. El verdadero enemigo de la inmunización.

Al método de atenuación le siguió ya en la década de los años 20 el de la inactivación de la bacteria o virus, métodos ambos que estuvieron presentes durante todo el siglo. Alexander Glenny perfeccionó la vacuna del tétanos en 1923, por un método que sirvió también para una vacuna contra la difteria. La edad de oro de la vacunación no llegaría sin embargo hasta pasada la Segunda Guerra Mundial, principalmente porque ya no se trataba de un avance científico, sino que estaba acompañado de un programa de sanidad global. Es decir, las dosis creadas en laboratorios a gran escala y sobre todo, las campañas de vacunación, hicieron por la inmunización lo que no habría podido conseguir Jenner en el siglo XVIII, razón por la que los avances se consiguieron de forma algo más rápida.

En la segunda mitad del siglo, los científicos de EEUU coparon la investigación de vacunas. Jonas Salk consiguió desarrollar la primera contra la polio en el mundo, una del tipo de inactivación en 1955, a la que se añadió la de forma atenuada de Andre Savin, también estadounidense, en 1962, después de una colaboración con científicos rusos en plena Guerra Fría. En apenas 25 años la polio había sido erradicada de EEUU y actualmente está casi desaparecida en el resto del mundo.

En esa misma época se le debe a Maurice Hilleman el título de verdadero padre de las vacunas modernas. Entre los años 60 y 70 desarrolló vacunas efectivas contra el sarampión, la rubeola, las paperas, la meningitis bacteriana y la hepatitics C entre otras. Hilleman, que trabajaba para los laboratorios Merck, no sólo empleo vacunas atenuadas de virus, sino que fue incluso capaz de combinar las del sarampión, paperas y rubeola en la que es conocida ahora como la Triple Vírica. Junto a la polio, el sarampión se había declarado prácticamente eliminado hace dos décadas.

Sin embargo, los casos se han comenzado a multiplicar debido fundamentalmente a los grupos antivacunas. Un método que sin un programa continuado de vacunación desde la infancia y antes de que se produzcan brotes epidémicos dejan de ser efectivos. Durante siglos se ha combatido a las enfermedades con éxito pero también con mucho esfuerzo y a lo largo de décadas de continua vigilancia y administración de las vacunas. No sólo se trata del avance de Pfizer ahora con la Covid, sino de su implementación. O no habrá servido de nada.

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