Posdata

Todos contra Díaz Ayuso... y eso incluye a Ignacio Aguado

Hoy arranca el Debate sobre el Estado de la Región en la Comunidad de Madrid. Ayuso tendrá cara a cara a la oposición y a sus socios de Gobierno.

Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado
Isabel Díaz Ayuso e Ignacio Aguado.
EFE

Cómo pasa el tiempo. Parece que era ayer (agosto de 2019) cuando una casi desconocida Isabel Díaz Ayuso tomaba posesión en la Puerta del Sol de la mano de Ciudadanos y con el permiso de Vox. Ayuso era una apuesta personal de Pablo Casado, que no pestañeó ni un segundo para segar la hierba bajo los pies de Ángel Garrido, presidente de rebote tras la caída a los infiernos de Cristina Cifuentes, atrapada entre másteres y cremas. A los líderes políticos les gusta poner su semillita en el granero del partido. Unas sacan fuertes raíces y crecen desde la insignificancia mientras otras bastante tienen con que no se les caigan las hojas y se les marchiten las flores.

Casado escogió con su 'dedo designador' a Isabel Díaz Ayuso; y también al hoy alcalde de la capital de España, José Luis Martínez Almeida, el soldado menos agraciado de cuantos pululan por Génova pero que gana batallas a golpe de cerebro y tiene mano izquierda para los asuntos clave. Martínez Almeida lo ha hecho tan bien en tan poco tiempo -lo dicen hasta los más críticos de la oposición política en el Ayuntamiento de Madrid- que Casado no ha tenido más remedio que ascenderle a portavoz nacional: un chotis a medio camino entre la putada y el elogio, que lo mismo catapulta para el futuro que es causa de defunción política. Que se lo pregunten a Cayetana, que ha dicho de todo, y todo malo, de la cúpula pepera, o sea de Pablo Casado y sus mosqueteros; ella que creía que era la reina del verbo en el Congreso... Casado, como César en el palco del circo romano, giró su pulgar hacia el suelo y... adiós, Cayetana, ojalá que te vaya bonito.

Almeida es el soldado menos agraciado de cuantos pululan por Génova pero que gana batallas a golpe de cerebro

Ayuso se presenta hoy ante la Asamblea de Madrid a defender su primer año de Gobierno, en coalición con el equipo de los de Inés Arrimadas que pilota Ignacio Aguado. Francamente, el primer año de la popular no se lo deseo ni al peor de los enemigos: la inexperiencia le ha causado fuertes dolores de cabeza; a ella y a los de más arriba en su organización. Además, un gabinete bisoño se las ha tenido que ver con la pandemia del coronavirus que no ha hecho prisioneros y ha colocado a Madrid a la cabeza de la incidencia de la enfermedad que arrancó en China y que hoy se expande por todo el mundo.

La presidenta tendrá que explicar cómo están las relaciones con Ciudadanos y qué le dicen desde Vox, que al fin y a la postre le han permitido tomar el cetro de la comunidad a cambio de guiños. Ayuso deberá rendir cuentas de lo hecho -y lo dejado de hacer- en la gestión de todo lo relacionado con el temido virus: si se reaccionó pronto o tarde, si hubo previsión sanitaria suficiente, si los recortes no han menguado unas plantillas que hoy son claramente insuficientes; si se ha abusado del enfrentamiento con el Estado en momentos donde resolver la crisis ha de estar por encima de cualquier derivada; si se compró bien o mal parte del material sanitario; si se arbitraron correctamente los controles y las asistencias en las residencias de mayores, donde el virus ha sido demoledor con la guadaña; si la magnífica Sanidad que hay en Madrid -y por extensión en toda España- y que nadie pone en duda se ha visto superada por los acontecimientos...

El gabinete bisoño de Ayuso se las ha tenido que ver con la pandemia del coronavirus que no ha hecho prisioneros

La presidenta está obligada también a hablar de Educación y de la enseñanza de los que vienen detrás, dibujando la realidad tal y como es, mostrando los planes de emergencia que se adoptarán en cada situación, si hay docentes suficientes, si hay maestros adiestrados en la enseñanza telemática, si la educación especial tiene especial atención en esta locura vírica de la Covid, si no ha descuidado la política las escuelas, los institutos... Y también qué va a pasar en las universidades de la región: ¿La pandemia va a mermar la formación de sus alumnos? ¿Cómo se repararán estas y otras heridas?

Ayuso es la imagen política de una comunidad que es el motor de España en lo económico, lo empresarial y, también, lo social. El coronavirus ha exterminado empleos, ha mandado a ERTE a muchos trabajadores, ha enviado al paro a no pocos, ha dañado los cimientos del crecimiento... Ha de ser complicado estar en el foco de los problemas y las soluciones y no tener una bola de cristal que diga qué hacer. No hay magia que valga.

Se me olvidaba. La presidencia regional tiene por primera vez en algunos años bien revolucionado al personal sanitario y una amenaza de huelga sobrevuela Sol justo cuando empieza a subir la curva de incidencia del coronavirus. Dudo que el sector médico se líe la manta a la cabeza y pare dejando a un lado a los pacientes; no es algo que vaya en su ADN y menos en esta época. Pero sí es cierto que hay que poner agua oxigenada y vendas en un colectivo tremendamente plural en formación y funciones pero del que dependen nada más y nada menos que nuestras vidas. La sociedad española ha de saber estar a la altura de lo que tenemos y lo que exigimos cuando precisamos atención por salud y, en este caso, eso solo es posible resolverlo con recursos: más formación, incorporación de más profesionales para repartir la carga horaria, incrementos salariales...

La presidenta ha de poder reconducir la amenaza de huelga sanitaria. ¿No? Si no es así, entonces tenemos un problema

Llevamos una vida hablando de lo fantástica que es nuestra Sanidad y ha tenido que venir un puñetero bicho a mostrarnos que no es oro todo lo que reluce entre las blancas sábanas de las camas de los hospitales o de las camillas de Atención Primaria. Ayuso no puede permitir que una movilización haga que se cimbree el edificio de la salud en la Comunidad de Madrid. Para eso está la política, para intervenir, arreglar y mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos. La presidenta ha de ser capaz de reconducir la situación. ¿No? Si no es así, tenemos un problema.

Ayuso va a tener cara a cara en la Asamblea de Vallecas a toda la artillería discursiva del PSOE, Más Madrid y Unidas Podemos que aprovechará la ocasión para torpedear a la política popular y sus acciones de gobierno. Queda por ver cuál será la posición de Vox, que permite respirar al Ejecutivo de Madrid. Sin temor a equivocarme los de Santiago Abascal repartirán estopa a la izquierda parlamentaria pero también a PP y Cs: muñeco que se mueve, muñeco al que se atiza.

¿Y Ciudadanos? ¿Qué hará ahora que su jefa compadrea con el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras pasar de fuerza política con aspiración de cortar el bacalao a poder viajar sus 10 diputados nacionales en dos 600, eso sí, sin guardar las distancias de seguridad que marca la pandemia. Ciudadanos es sostén del PP en la Asamblea aunque dicen las malas lenguas que Ayuso y Aguado son como agua y aceite, perdón por la redundancia. Pocos creen a estas alturas que la legislatura llegue a término. Se habla de una posible moción de censura impulsada por la izquierda que daría la presidencia de Madrid a Aguado, si la quiere; también se especula con que Ciudadanos rompa con el PP y use el desgaste de Ayuso como trampolín para crecer de cara a unos nuevos comicios. Difícil se lo fían los naranjas, para los que unas nuevas elecciones son lo más parecido a una ruleta rusa.

Pocos creen a estas alturas que la legislatura llegue a término: una posible moción de censura sobrevuela Vallecas

Permita que haga una predicción: Isabel Díaz Ayuso halagará hoy a Ignacio Aguado y a los consejeros de Cs, al tiempo que agradecerá al grupo de Monasterio su determinación y apoyo, tratando así de desactivar posibles  'bombas'. Al ilustrado Gabilondo le tratará con el respeto debido pero le aireará los pactos de su jefe de filas con Unidas Podemos y con los independentistas catalanes y vascos, además de acusar a Moncloa de dejar en la estacada a Madrid cuando más lo necesitaba al negarse a arbitrar el difícil partido de la pandemia. Y machacará a Unidas Podemos sacando a relucir los asuntos judicializados de su cúpula, el extremismo de sus propuestas y los puntos débiles de Pablo Iglesias. A Más Madrid no le prestará demasiada atención, no vaya a ser que revivan.

Inevitablemente asistiremos a una puesta en escena de 'mirada de ombligo' en la que se relatará lo hecho. Yo preferiría más bien escuchar lo que se va a hacer, que lo otro ya nos lo sabemos.

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